domingo, 27 de abril de 2008

LA CULTURA ANIMAL

El animal humano, en su afán por desmarcarse de los demás animales, suele manifestar que la cultura es una actividad propia, únicamente, del ser hu­mano. Para ver si estáis en lo cierto o si se trata de una nueva afirmación de soberbia humana basada en la ignorancia del com­por­tamiento animal, analizaremos que se entiende por "cultura".

La definición más aceptada por los científicos es la propuesta por Tutin en 1978. Según este autor, para que se pueda hablar de cultura se han de cum­plir las siguientes condiciones: innovación, di­semi­nación, estandariza­ción, durabi­lidad, tradición y difusión.
Sobre ellas deben hacerse las siguientes consideraciones:

1; La tradición debe empezar con la innovación.
2; Debe pasar de un individuo a otro.
3; Diferentes individuos deben comportarse de la mis­ma manera.
4; Los individuos deben seguir comportándose de la misma manera in­cluso cuando el inductor no se halla presente.
5; La costumbre debe ser pasada de generación en ge­nera­ción.

Para probar que los demás animales pasan sus tradiciones cul­tura­les de generación en generación debemos establecer antes dos condiciones: En primer lugar, den­tro de la misma especie algu­nos grupos de anima­les se deben comportar de manera diferente de a­cuerdo con las áreas en las que vivan y, en segundo lugar, no deben compor­tarse de una manera de­terminada por haberse adaptado a un hábi­to sino porque los indivi­duos aprenden realmente unos de o­tros.

Cuando hablamos de que los chimpancés tienen la cultura de las piedras, la de la madera y la de las hojas, es porque en las tres se cumplen los cinco apartados que definen la cultura para el propio animal humano.

En múltiples ocasiones se ha demostrado que los mamíferos aprenden de sus compañeros al observar sus actividades.

No es raro constatar que algunas especies tienen diferentes dietas si viven en diferentes áreas. Los papiones de la Pe­nínsula del Ca­bo, en Sudáfrica, han aprendido a comer marisco (Hall 1963), y naturalmente los que viven tierra adentro no lo comen. Este ejemplo, sin embargo, no nos es válido para probar la existencia de una cultura. Debemos considerar y estudiar los casos en los que el mismo tipo de alimen­tos se pueda encontrar en dos áreas distintas pero a pesar de ello difieran las preferen­cias alimenticias en dichas áreas.

Un ejemplo de este tipo nos lo proporciona el langur de Nilgiri (Poirier 1969). Se han identificado hasta doce alimentos diferentes que po­dían comer cuatro grupos de langures repartidos en distintos habitats; pero algunos de estos alimentos eran comidos sólo por un grupo, mientras o­tros eran comidos por dos, etc.

Para demostrar que las preferencias de co­mida pue­den ser transmi­tidas, es necesario que sea el propio investigador el que les provea de una nueva fuente de comida para poder estudiar el proceso de acep­tación y transmisión de la misma.

A un grupo de monos japoneses se les dio caramelos; cada in­dividuo de una tropa recibió uno, en seis ocasiones, durante un período de 14 meses. En la primera ocasión el 11 % de los monos aceptaron los cara­melos, pero en la última lo hizo el 64 %, inclu­yendo todas las 43 crías que nacieron después de los dos primeros tests. Algunos de los monos aceptaron los caramelos por pro­pia deci­sión pero otros lo hicieron al observar a los demás.

Los chimpancés comen también insectos y varían sus dietas según las áreas geográficas. Se han comparado los datos de alimentación para cinco zonas dife­rentes, y se observa que algunos insectos que son comidos en un área son ig­norados en otra, a pesar de que los mismos insectos se encuentran tam­bién en ella (McGrew 1983).

La hormiga Megaponera es comida por los chim­pancés en el monte Assirik, pero se la ignora en Gombe. Por otra parte, los panales de abejas son buscados para alimentarse de su miel, tanto en Gombe como en el monte Assirik, pero son ignoradas por los chim­pancés de Kasoje. Diferentes preferencias de dieta significan diferentes tra­diciones alimentarias.

Todos los casos expuestos hasta ahora son debidos al a­prendizaje ob­servacional.
La imitación queda mejor ilustrada buscando ejemplos en los que el animal inventa y sus habilidades son adoptadas por o­tros congéneres.
El ejemplo más claro nos lo proporcionan los macacos ja­poneses de la isla de Koshima (Kawamura 1963).

Para poderles estudiar sin interferencias fue necesario traer a los monos a un lugar abierto atrayéndoles con unos boniatos que se arrojaban sobre la playa. Los investigadores quedaron atónitos cuando un día, Imo, una hembra de 16 meses, tomó sus boniatos y lavó la arena que los ensuciaba en un arroyo. A partir de aquel día de 1953 actuó siempre de la misma manera. Al poco tiempo otros monos empezaron a hacer lo mismo y en cuatro años la mitad de la po­blación la­vaba los boniatos del mismo modo, para posteriormente hacerlo ya todo el gru­po.

Cinco años más tarde, en 1958, la costumbre se vio afectada por un nuevo cambio cuando los bonia­tos se pasa­ron a lavar en el mar en lu­gar de en el arroyo. La razón del cambio fue, sin duda, el encon­trar los tubérculos más apetecibles con la sal añadida (Frisch 1968).

El comportamiento de Imo fue imitado en primer lugar por sus com­pa­ñeros de juegos, que eran los que más fácilmente podían verla tra­ba­jando, y más tarde sus madres captaron el "invento" al observar a sus hijos mientras lavaban los tubérculos (Kawamura 1963, Itani y Nishimura 1973). Por su parte, las nuevas crías aprendieron la técnica al ver lavar los boniatos a sus madres.
Gracias a este descubrimiento, Imo ideó una nueva técni­ca. Por aquel entonces a los monos se les daba trigo ade­más de boniatos, con la particularidad de que los granos de trigo les eran arrojados tam­bién sobre la arena de la playa. Naturalmente el trigo era difícil de separar de la arena, pero la ocurrente Imo se llevó un puñado de la mezcla trigo-arena al mar, y abriendo el puño lentamente mientras lo sumergía en el agua logró separar al instante el trigo de la arena, ya que la arena se hundía mientras el trigo flotaba.
Esta práctica fue adoptada por otros monos y con los años se fue ex­tendiendo entre la población. (Itani y Nishimura 1973). Ambas habilidades fueron adoptadas más fácilmente por los mo­nos jó­ve­nes; los adultos y especialmente los machos eran mucho más reticen­tes.

No solamente podemos hablar de cultura y tradición en los prima­tes, cada vez disponemos de más ejemplos que demuestran la existencia de ambas en mamíferos de sistema nervioso más sencillo e incluso en aves.

En el cráter del Ngorongoro en el Serengeti, diferentes cla­nes de hienas difieren en que algunos prefieren depredar más en ñus que en cebras mientras que otros actúan a la inversa, ha­bien­do igual abun­dancia de ambos tipos de presa en la zona (Kruut 1972).
Algunos clanes de ratas (Rattus norvegicus) que viven en el río Po se sumergen hasta el fondo del río para recolectar moluscos bival­vos, mien­tras otras no lo hacen (Gandolfi y Parisi 1973).

Algunos pá­ja­ros aprenden a perfeccionar sus canciones al oír a otros pájaros can­tando, y en áreas diferentes pájaros de la misma especie pueden cantar canciones algo diferentes (Nottebohm 1972).



Los ostreros (Hae­mato­pus ostrale­gus) tienen dos méto­dos para abrir moluscos: mar­ti­llearlos hasta que se abran o abrirlos a fuerza de pico. Según en que áreas se en­cuentren se especializarán en uno u otro mé­todo, pero no en am­bos, desarrollando los jóvenes únicamente la téc­nica utilizada en su área (Norton-Griffiths 1967). El martilleo es la me­jor técnica para los lugares donde los moluscos están expuestos a bajas ma­reas y las val­vas están fuer­temen­te cerradas, y el "apuñalamiento" de pico funciona mejor en áreas donde siempre están cubiertos con agua, y las valvas están por tanto semiabiertas.

Llegado a este punto debe recordarse que las cul­tu­ras del pri­mate huma­no difieren no sólo en la tecnolo­gía, sino tam­bién en las costum­bres so­ciales. Pues bien, las costumbres sociales tam­bién se dan en los chim­pancés: miembros del grupo de Ka­jabala en Ka­soje (Tan­zania), en ocasiones se colocan en una postura inusual cuando están en situa­ción de "grooming" (acto de desparasitación, que suele ser mutuo y que sirve para fomentar la cohesión del grupo): el compañero activo aga­rra una mano de su pa­reja y la levante en el aire para limpiarle el área del sobaco (McGrew y Tutin 1978). Este método nunca se ha visto en los chimpancés de Gombe. Se trata evidentemente de una costumbre social, del mismo tipo que se da entre los monos humanos.
Naturalmente el ani­mal humano también hace uso del "grooming" en sus relaciones socia­les, como cualquier otro mono. Cualquiera de los lectores habrá tenido ocasión de ver en documentales escenas de "grooming" entre humanos de diversas etnias, buscandose los piojos al igual que lo hacen otras especies de monos, pero si miran a su alrededor muy probablemente descubri­rán el mismo com­portamiento entre sus conciudadanos.
Porque "grooming" es la acción que efectúan los enamorados cuando se arreglan el pelo unos a otros, o se revientan espinillas mutua­mente.







Todos estos ejemplos nos sirven para demostrar que vosotros no sois los únicos animales que poseéis tradiciones culturales.

Ya veis, tampoco en esto sois especiales.


Hemos visto que los primates pueden a­prender de ellos mismos copiándose, pero ¿Pueden enseñar a sus congéneres?

Los que creen que sólo puede enseñar el primate humano porque para enseñar se precisa el lenguaje, están muy equivocados, por­que la en­se­ñanza se puede practicar en perfecto silencio.

Si vemos como algunas madres de mono muerden a sus crías para des­tetarlos, o como las hembras de monos japoneses separan a sus crías de los objetos extraños de los que ellas mismas están asusta­das, o como las madres gorilas a veces sacan comida de las bocas de sus hi­jos, debemos pensar que en lugar de estar enseñándo­les les es­tán prote­giendo. Pero sin embargo se dan casos en los que el ejercicio de la enseñanza es evidente.


Whiten describe el ejemplo de una gorila que fue estudiada en el zoo mientras criaba a su retoño. A las seis semanas, le aguantaba su cabeza mien­tras trataba de arras­trarse. Una se­mana o dos más tar­de, se veía repetidamente a la madre echarse hacia atrás delante de su cría a la vez que la "citaba" con mo­vimientos de la cabeza para que fuese hacia ella, (lo mismo se ha visto hacer a las ma­dres de Rhe­sus (Hinde 1964)).


La gorila también llegó a colocar a la cría contra los barro­tes de la jaula cuando esta debía aprender a trepar, y cada vez que caía sobre el suelo la colocaba de nuevo en la posición correc­ta. Era evidente que la madre enseñaba a su cría a andar y a trepar de la misma manera que puede enseñar el primate humano.


Más tarde los retoños siguen practicando por su cuenta para dominar la técnica de braquiación, al estilo de como las crías del primate humano se ejer­citan en los parques públicos entre los columpios, barras paralelas y otros artilugios que también harían las delicias de cualquier otro primate no humano.


Si a vosotros os maravilla la evidencia de cultura en otros animales, a mí me maravilla el hecho de que, a pesar de ello, os sigáis considerando únicos en el ámbito cultural.

Y es que sois así de “ciegos”, porque sois así de soberbios.



Que los ejemplos que os da la Naturaleza os hagan caer la venda de vuestros ojos.

domingo, 20 de abril de 2008

"RACIONAL" O "IRRACIONAL" (III)

Según oigo y leo, a muchos de vosotros os parece poco serio que algunos humanos se preocupen de otros animales…” con la de desgracias que sufre el ser humano ¡¡…”
Como veis, una vez más asoma vuestro especismo.
Por supuesto nunca se os ocurrirá pensar que es mejor no proteger a los niños cuando hay tanto adulto necesitado, o criticar a los que se rebelan contra la violencia domestica en España cuando las mujeres están mucho peor en la India o en Irán.

Sois tan miserables que os atrevéis a criticar a la anciana que cuando muere deja todo su capital a su perro fiel… “…cuando hay tantos niños que pasan hambre ¡¡…”
Ni por asomo atináis a pensar que ella puede hacer lo que considere más oportuno con su dinero.
La voluntad de la abuela es beneficiar a un cánido en lugar de a un primate ¿Y qué?
A mí, en cambio, se me ocurre pensar que si actúa así, sus razones tendrá.

Analicemos la situación al estilo bonobo, es decir, utilizando el cerebro, en lugar de hacerlo al estilo humano (pensando sólo con el vientre).
Cuando nos encontramos con uno de estos casos que provocan la indignación de la humanidad suele darse la siguiente situación:
1º) La anciana vive sola en su piso con la única compañía de su perro.
2º) Su familia apenas la visita.
3º) El perro vive todo el día pendiente de ella.
4º) Es el único ser que le da cariño y compañía de los de su entorno.
5º) Ella, agradecida, lo dispone todo para que cuando muera no le falte nada a su querido y único compañero que tanto cariño le dio, compensando así el amor que los “suyos” no supieron o no le quisieron dar.

Como veis se trata, única y exclusivamente, de un premio merecido en gratitud a los favores prestados.
A los bonobos nos parece lógico, pero por lo visto a la mayoría de vosotros os parece una obscenidad.

A mí, en cambio, me parece una aberración el que sea peor matar a un hombre que matar a un chimpancé o a un bonobo. Al fin y al cabo, de bonobos y chimpancés quedamos pocos mientras que vosotros os multiplicáis como las ratas y sois ya la mayor plaga que jamás haya asolado nuestra querida y enferma Tierra. Una Tierra, por otra parte, enferma de Humanidad.

El hecho de que la vida de un hombre, para vosotros, sea más importante que la vida de un toro, me lleva de la mano a considerar por un momento vuestra “Fiesta Nacional”, es decir, la mayor de vuestras vergüenzas nacionales, a la que en un futuro le dedicaré un post entero con sumo placer.

Los bonobos nos posicionamos rotundamente a favor del toro por muchas razones.
Se trata de un animal secuestrado, torturado y asesinado para vuestro placer. El asesino es un mono domestico de culo prieto embutido en medias rosas. El sujeto va dando saltitos salpimentados con pasitos de valet y desplantes chulescos para, de repente, correr a esconderse detrás de un burladero preso del pánico.
Mientras, los otros primates que le observan babean de gusto ante la vista de la sangre, a la vez que algunas de vuestras hembras le arrojan parte de su ropa interior.
Él, es el torturador y el que mata, y vosotros sus cómplices.


Vuestros instrumentos de tortura


El profesional de la tortura, al que llamáis torero, se enzarza en una lucha desigual.
Si cada año mueren miles de toros (¡¡ 5742 ¡¡ en el 2007) en el circo del suplicio y en cambio no muere ningún torero, queda bien claro que se trata de una lucha desigual y por ende, cobarde.

Para que lo veais más claro, el resultado sería similar al que se produciría si lucharan a muerte un adulto humano de 30 años contra un niño de 10. Sin duda en este caso hablarías de un ABUSO, sin tapujos, ya que al igual que en la “corrida” la víctima siempre sería la misma… aunque, como en la plaza, cada siete años pudiera darse el caso de que un resbalón o un “accidente” terminara con la vida del abusador.

Y es que sois tan injustos que por una parte consideráis “martirio atroz” el que un primate de vuestra especie muera por causa de una corona de espinas, tres clavos y una lanzada de gracia, mientras que aplaudís hasta rabiar la tortura de un animal de otra especie a base de destrozarle a fondo el arranque de la musculatura de tracción, junto con nervios y tejido blando en la “suerte” de varas que llegáis a aplicar hasta tres veces.
La punta de hierro de la vara penetra reiteradamente unos 40 centímetros en las carnes del pobre animal mientras el picador acorazado la mueve en sentido rotatorio apoyando todo el peso de su cuerpo para provocar mayores destrozos, lo que le abre un agujero en su lomo en el que cabe un puño y del que mana una cascada de sangre.
Continua la tortura del pobre animal con el reiterado apuñalamiento de su maltrecho cuerpo con seis banderillas que le abren seis nuevas hemorragias que añadir al torrente de sangre que mana de su lomo mientras se le obliga a correr, lo que provoca que las horribles heridas se hagan aún mayores al moverse los terribles garfios con el vaivén de las banderillas.

Observo con estupor como define vuestra enciclopedia Wikipedia, la “suerte de banderillas”. Dice textualmente “Las banderillas reciben también el nombre coloquial de avivadores o alegradores, porque sirven para reanimar y excitar al toro sin quitarle fuerzas…”
En primer lugar, vergüenza os debería dar el llamar “alegradores” a las banderillas.

Me encantaría coger uno a uno a vuestros toreros para “alegrarles” un rato la vida clavándoles a fondo un par de banderillas en su lomo, otro par a media espalda y el último par de ellas en su puto culo. ¡¡ Veríais que “contentos” se pondrían !!.
En segundo lugar, la enciclopedia dice que “reanima al toro sin quitarle fuerzas”. ¿Cómo podéis llegar a ser tan cínicos? Si la pérdida de sangre a borbotones por causa de una sola puñalada ya debilita a un ser vivo..¡¡ Imaginad que efecto puede llegar a tener la pérdida de sangre en un apuñalamiento séxtuple ¡¡
¿Desde cuando la pérdida masiva de sangre no se nota ni debilita?
Lo dice la enciclopedia más popular de Internet y nadie lo corrige… ¡¡Será que a todos os parece bien ¡¡
Una vez más repito la pregunta ¿Cómo osáis decir que sois animales racionales?

Seguís ensañándoos con el martirio del toro. Se le engaña con un trapo y una serie de amagos y saltitos, para al final atravesarle el corazón con un espadazo que puede pinchar en hueso o ser “atravesado”, lo que obligará a repetir la acción las veces que sea necesario. Lo más probable es que le atraveséis los pulmones con lo que el animal morirá asfixiado por el encharcamiento sanguíneo. A tal efecto los sujetos de la cuadrilla se arremolinan alrededor del toro para obligarle a girar sobre si mismo y conseguir que la espada vaya cortando los pulmones tajo a tajo.
El mártir derrota la cabeza, cae de rodillas y vomita oleadas de sangre.
Finalmente termináis vuestra “heroicidad” apuñalándole reiteradamente en la base de la cabeza para seccionarle el bulbo raquídeo. Luego le amputareis (frecuentemente estando el animal aún vivo) cola, oreja o patas, que al matarife (al que llamáis “matador”) le serán entregados como sangrantes trofeos…mientras suenan vuestros vergonzantes aplausos.

Los taurófilos, en su ignorancia, claman que el animal no sufre durante la lidia. Pero… ¿Es qué el animal carece de sistema nervioso? ¿Es qué no oyen sus mugidos de dolor? ¿Cómo se puede ser a la vez tan ciego y tan vacío de razón?
Si a un toro le molesta la presencia de una simple mosca o la picadura del aguijón de un tábano al que trata de asustar con la cola… ¿Cómo no le van a doler los aguijones humanos representados por varas y banderillas?

A la víctima de vuestra especie muerta con tres clavos y una lanzada en la cruz la eleváis a los altares, la adoráis y le construís catedrales, mientras que al otro pobre animal, que ha sufrido muchísimo más, lo sacáis arrastrando de la plaza ante vuestra indiferencia cuando no… acompañando con pitos insultantes y vergonzantes su salida de la plaza.





Una vez más bendigo mi suerte de ser bonobo en lugar de haber nacido humano.


Que la piedad del bonobo reine sobre vuestra especie.

martes, 15 de abril de 2008

LA CONTROVERSIA CREACIÓN-EVOLUCIÓN

Hasta bien entrado el siglo XVIII creíais que tan­to las formas ani­males como las vegetales eran fijas, que todas ellas habían sido crea­das en su forma ac­tual y que nunca habían sufrido va­riación. Esta creencia acomodati­cia enca­jaba de lleno con la idea de un Dios Creador y por ende nada quedaba por explicar y nada cabía pre­guntarse.

Afortunadamente el de­sarrollo de la geología y paleontología permitió a al­gunos científicos inquie­tos lan­zar sus propias ideas en lugar de acep­tar a pies junti­llas los dogmas impuestos por la religión, estúpidos a todas luces.

Algunos miembros de la Iglesia sorpren­dieron al mundo con afirmaciones taxativas, como las vertidas por el arzo­bispo de Irlanda en 1654, al manifestar públicamente que la Creación había tenido lugar el día 26 de octubre del año 4004 antes de Cristo, a las 9 de la mañana, según la informa­ción contenida en el Antiguo Testamento.
Huelga decir que en lugar de internar de inmediato al arzobispo en un frenopático para su tratamiento, se lo dejó “suelto” para que pudiera seguir ejerciendo su “sagrado ministerio”.

Los científicos descubrieron que donde ahora había monta­ñas, anteriormente hubo mares, que en el norte de Europa había fósiles que denotaban un pasado tropical y que en el centro de Europa había habido un desierto.

Paralelamente se descubría una fauna y flora totalmente distinta a la de hoy día, y que se hallaba distribuida en distintos estratos que además ofrecían la peculiaridad de diferenciarse más de las especies actuales, cuanto más antiguos eran. Ello implicaba un cambio continuo de formas, ya que aparecían nuevas especies a la vez que otras desaparecían de los estratos más modernos. Se detectaba también una variación evidente en la abundancia, pues especies que habían aparecido en estratos inferio­res (más antiguos) se hacían paulatinamente más abundantes en estra­tos intermedios para luego ir desapareciendo hasta extinguiese en los estratos superiores (más recientes).

Todo ello significaba que los seres vivos habían cambiado de una forma que no encajaba en el concep­to de Creación preconizado por las filosofías judeocristianas...y las mismas empezaron a erosionarse de manera irreversible.
Os empezabais a dar cuenta de que os habían engañado.

Ante el empuje de la ciencia y habiéndose quedado “con el culo al aire”, los expertos en interpretaciones bíblicas de carácter progresista, declararon que la historia de la Creación no debía interpretarse en sentido literal, sino de forma simbólica (no les quedaba otra alternativa).

Este nuevo enfoque de­jaba vía libre a los cien­tíficos para que discutieran la evolución del "cuerpo" humano, aunque se les exigía que el estudio de la natu­raleza y origen del "alma" quedara como materia reservada a los teó­logos.

No obs­tante, la doctrina de la Iglesia que se apoyaba en el pensamiento medieval quedó ya irre­versiblemente afectada.

Después de aquello, los dogmas de la Iglesia se fue­ron desmoronando para ser reemplazados de manera gra­dual, pero firme, por la lógica de las i­deas cientí­ficas, muchísimo más razonables.

La Iglesia apeló a la Teoría del Diluvio Universal, en la que se proponía que las especies extinguidas lo habían sido por causa del Diluvio Universal.
De nuevo la “Santa Madre Iglesia” quedó en el más absoluto de los ridículos al verse que no había una sola capa de seres extin­guidos sino muchas y muy separadas cronológicamente (lo que implicaría la existencia de muchos Diluvios Universales).

Georges Cuvier lanzó para explicarlo la Teoría del Ca­tastrofismo, en la que sugería que el mundo había sido creado varias veces terminando cada vez con una destrucción total. A su muerte en el año 1832, ya se habían calculado un total de 27 destrucciones tota­les a la vez que 28 Creaciones...
Con ello, el pobre infeliz, al intentar arreglar la “Divina” mentira de la Creación, sólo conseguía enredarlo todo un poco más ya que, con su absurda teoría, no hacía otra cosa que presentaros a un Dios desequilibrado y esquizofrénico que tan pronto construía como destruía lo que había creado, en un frenesí sin control.

Naturalmente la oposición a toda teoría evolutiva fue te­rrible, y el propio Darwin se vio obligado a demorar la publicación de " El origen de las especies " hasta unos 20 años después de sus via­jes, haciéndolo sólo al verse forzado por las circunstancias, al en­viarle Alfred Russel Wallace un artículo para que se lo comentara y descubrir que el mismo contenía su propia teoría de la evolución resu­mida.

En tiempos modernos y ante la creciente evidencia cientí­fica de la Evolución que hace imposible refutar las pruebas, apare­cieron autores de tendencia judeocristiana que pretendieron de alguna manera salir del paso intentando explicar la Evolución dentro de la Creación.

Uno de ellos fue el filósofo jesuita francés Teilhard de Chardin, el cual lanzó una idea muy poé­tica, aunque muy poco científica, que consistía en aseverar que en la formación del Mundo habían existido tres etapas.

En la primera etapa se habría consolidado la corteza de la Tierra para, en una segunda fase llenarse de seres vivos en preparación para la tercera etapa, en la que consideraba como única actividad la aparición del hombre, cual guinda que remata el "pastel" de la Creación.
Como podéis ver este “sagrado” representante de vuestra especie pensaba que el mundo había sido creado en función de un primate y, naturalmente, ese mono debería pertenecer a su especie… no faltaría más ¡¡.

Su fanatismo especista llegaba al paroxismo, ya que este sujeto atri­buía a la Tierra (Geosfera) dos envolturas: una sería la Biosfe­ra, donde estarían los seres vivos y la segunda sería la Noosfera, o envoltura del …¡¡ pensamiento humano !!.
Como puede verse una vez más topa­mos con teorías marcadas por el más delirante antropocentrismo...

Teilhard de Chardin representaba la Evolución como una espiral, o lo que es lo mismo, como una línea continua que se remonta hasta lo más alto...hasta el punto "Omega". Así, según él, la Evolución; va su­perando niveles más complejos para perfeccionarse cada vez más y lle­gar al final de la espiral donde se encuentra "el sumum" de la perfec­ción, es decir, el Hombre...más allá del cual sólo se hallaba el punto Omega, su símbolo de Dios.
Si Teilhard de Chardin no hubiese estado tan obsesionado por el hom­bre y hubiese dejado de lado su soberbia de especie para aplicar en su lugar el más elemental sentido común, sin duda hubiera cambiado su espiral por el árbol… pero sus luces intelectuales ciertamente no daban para más.

La Evolución no se manifiesta en una única línea, sino en varias, y por ello se representa mejor en forma de un árbol con sus correspondientes ramas, que en forma de espiral. Observando el árbol de la Evolución nos planteamos la siguiente pregunta, ¿Hacia dónde conduce el supuesto progreso?. Todas las ramas crecen, acercándose o separándose, ¿Cual de estas ramas conduce al punto final de la Evolu­ción (en caso de que la Evolución tenga tal punto final)?.

El pro­greso implica siempre una mejora y en cambio vemos que la Evolución, en la mayoría de los casos, no sólo no conlleva una mejora sino que ha llevado a la extinción de numerosas especies.

En efecto, de las innumerables especies animales que han existido se cree que hoy día vive sólo el 1 % del total, lo que prueba que el destino final de la mayoría de las especies es la extinción.
O lo que es lo mismo, que caso de existir un creador, arquitecto de la vida, debería ser un autentico chapuzas ya que se le venía abajo todo lo que creaba.

Considerando por ejem­plo a los reptiles, vemos que la mayoría de sus representantes actua­les son diminutas criaturas, si los comparamos con los enormes y pode­rosos dinosaurios de antaño, hoy ya extinguidos, los cuales en algunos casos llegaron a medir hasta unos 30 metros de longitud y pesar unas 40 toneladas.

Si por otra parte comparamos mamíferos con peces cabe pre­guntarse, como hace George Williams, dónde se halla mayor complejidad pues si analizamos la estructura cerebral ciertamente definiremos al mamífero como más complejo, pero en cambio si consideramos otros pun­tos como la histología tegumentaria, los peces superan en mucho a los mamíferos. Darwin manifestó en muchas ocasiones que el ojo humano, aún siendo maravilloso, podría haber sido mucho mejor diseñado, y que era absurdo considerar que un animal es superior a otro puesto que el hombre siempre considera como superior al que haya desarrollado más su sistema nervioso, lo cual no deja de ser una opinión parcial, subje­tiva y antropocentrista.

No existe un sistema superior a otro. Por la misma regla de tres podríamos decir que si un pequeño coagulo sanguíneo formado por iones de calcio, plaquetas y fibrinógeno se forma en el cerebro, el individuo víctima del severo infarto cerebral puede perder toda conciencia de si mismo de lo que le rodea… para siempre, con lo que se demostraría la superioridad del sistema circulatorio sobre el nervioso.

En cuanto a lo de que el hombre es la “maravilla suprema” de la Creación…. No nos hagáis reír más que ya no podemos con nuestro costillar de tanta carcajada ¡¡
Pero ¡¡ si no resistís ni la comparación con el perro !!
¡¡ El perro está infinitamente mejor “diseñado” que vosotros !!

Si comparamos al hombre con el perro, está claro que el perro posee una piel más resistente que la del hombre, lo que le per­mite, entre otras cosas, solventar los problemas de los diferentes cambios de temperatura que se dan a lo largo del año mientras que el hombre debe recurrir a diversos artículos de abrigo para paliar sus debilidades epidérmicas.

El perro sin duda tiene un olfato muy supe­rior al humano, lo que le capacita para poder detectar objetos ente­rrados a una notable profundidad,...
¡Cuántas y cuántas veces ha de­bido el hombre agenciarse la ayuda del perro para poder seguir deter­minadas pistas!.

El sistema auditivo del primate humano es una mera caricatura del equivalente en el perro el cual puede incluso llegar a distinguir ultrasonidos.

El perro puede comer durante toda su vida alimentos vertidos sobre las calles de una ciudad sin mayores proble­mas. Imagi­nemos, por un momento, cuan larga sería la lista de dolen­cias que ate­nazarían al ser humano de imitar tal comportamiento.

Si comparamos ahora la dentición de uno y otro es evidente que la del perro (apta incluso para triturar huesos) supera con creces a la débil dentadura humana. Cuando en un lugar solitario el hombre se encuentra con un perro agresivo, tenemos muy claro quien corre delante de quien.

A pesar de tales evidencias en favor del perro pocos huma­nos se atreverían a dictaminar que el perro es superior al hombre.


Los vegetales y los animales están constituidos por un conjunto de células: y éstas muestran en todos los casos los mismos componentes, así como la misma organización. Las proteínas, elementos básicos en la composición celu­lar, están formadas por 25 aminoácidos que son los mismos en todos los seres vivientes, ya sean animales o plantas.

Los mecanismos de naturaleza química de las principales funciones celulares, tales como: la respiración celular, la síntesis de proteínas, etc., son las mismas en todas las células animales o vege­tales. En todas las especies, las células responsables de la repro­ducción sexual están constituidas según el mismo esquema y funcionan de la misma manera, lo que permite que tanto vegetales como animales mantengan constante el número de cromosomas característicos para su especie.

A pesar del paso del tiempo, la organización del esque­leto sigue un mismo patrón en los vertebrados terrestres. Sus cuatro extremidades presentan cinco dedos en las formas originales. Tal es­tructura ha ido desapareciendo en algunas especies, a pesar de haberse conservado en los primates. Pero cuando esta estructura se ha modi­ficado lo ha hecho de manera paulatina, como queda demostrado en el registro fósil de la evolución del caballo, por ejemplo. Incluso en los casos en los que los miembros superiores han ido evolucionando hasta conver­tirse en alas, la estructura esquelética mantiene los mismos componen­tes. Los estadios evolutivos de las especies se plasman en los esta­dios sucesivos por los que pasan sus embriones.

Todo ello naturalmente sugiere que los seres vivos pro­vie­nen de un tronco común, del "tronco" del "árbol" de la evolución.

La Evolución es un proceso que se da de una manera conti­nuada al estar sometidos los seres vivos a una presión constante; ello significa que la especie que no sea capaz de adaptarse a los cambios selectivos del ambiente estará condenada a la extinción sin remisión.

Gracias a la diversidad genética se da una mejor adaptación a la presión ambiental que selecciona. Las condiciones que posibilitan la evolución biológica (diversidad genética y cambios ambientales) se dan en el mono domestico y su entorno, y por ello el animal humano ha evolucionado, evoluciona, continuará evolucionando y posiblemente se extinguirá (como se han extinguido ya el 99 % de las especies que han poblado la Tierra, entre ellas varias especies de Homo).

Al in­vestigarse paso a paso las funciones celu­lares y las reacciones quí­micas de las molécu­las complejas, cada vez pa­rece menos posible que pueda existir una influencia externa que actuara sobre las molé­culas. Año a año va aumentando el número de científicos que apoyándose en cifras y formulas de­claran que la vida pudo empezar perfectamente sin la in­fluencia de ningún Dios.
Pocos se escandalizaron al oír a Monod ma­nifestar, "El puro azar, y nada más que el azar, la libertad absolu­ta y ciega, es lo que constituye el fundamento de ese maravilloso edifi­cio que es la evolución".

El hom­bre ya no era la coronación de la Creación, a imagen y semejanza de Dios, se había logrado "liberar" de aquel orden jerárquico deriva­do de nociones medievales.



Se empezaba a sustituir la estupidez por la sensatez.

Que la sabiduria del bonobo os acompañe.

sábado, 12 de abril de 2008

"RACIONAL" O "IRRACIONAL" (II)



Los registros histó­ricos de las más variadas cultu­ras desarro­lladas por el mono domestico tratan de ex­plicar su propia creación, propiciada casi siempre por dioses todopo­derosos que llenaron la Tie­rra con otras criaturas para que el primate humano pudiera utilizarlas en su propio benefi­cio.

Para los Dogones, Amma creó el universo a partir de la par­tícula diminuta del más pequeño grano de cereal, el fonio, el cual contiene en potencia los cuatro elementos (fuego, tierra, agua y ai­re).

Para los japoneses, cuando la tierra todavía flotaba en la superficie del agua se aparecieron tres dioses: el dios del agua, el dios de la eternidad y el dios del martillo. A continuación se forma­ron otros seis dioses: el dios de la arcilla, el de la arena, el de la riqueza, el de la vivienda, el de la razón y el de la belleza.
Al final hizo su aparición una pareja de dioses: Izanagui e Izanami, a los cuales el dios del cielo les pidió que secasen la tierra.
Al re­mover las aguas del mar acumularon tal cantidad de sal que se formó una isla.
La pareja de dioses bajó a esta isla, y en ella construyeron un palacio y más tarde se casaron.
De este matrimonio nació Japón y seis dioses más, a saber: el dios de los mares, el de los ríos, el de las llanuras, el de las mon­tañas, el del viento y el de los árboles.

Según los tártaros, en un principio Dios volaba alrededor de la Tierra junto con un hombre y una pareja de ocas negras.
En una ocasión Dios se hallaba despre­venido y el hombre recogió las aguas con ayuda de la brisa y las lanzó contra la figura de Dios; al hacerlo tropezó y cayó al agua. Dios le salvó de perecer ahogado pero le instó a que bajase al fondo del mar para traerle un poco de barro. Así lo hizo, y tomando Dios el barro y arrojándolo sobre la superficie del mar dijo; " Que se haga la tierra ", y de esta forma hizo nacer la tierra.

Según un escrito babilonio, el dios Marduk, aconsejado por otros dioses, decidió crear a la humanidad. Para ello encadenó al dios Kingu (que se había revelado contra él), le sometió a tortura, y de su sangre, el dios Ea creó la humanidad.

Según el Hinduismo, nuestro mundo es cíclico y se caracte­riza por la encarnación de los seres vivos y la destrucción del uni­verso seguido de una nueva creación. Cada era cósmica esta dividida en miles de ciclos. Al final de cada era, los dioses, el universo y los seres, son destruidos y sumergidos en el agua, siguiendo luego un período de reabsorción.
Brahma es el creador del primer mundo y de cada era cósmica.
Svayambu (¡que se creó a sí mismo!) creó a su vez las aguas cósmicas depositando su semilla en ellas. De ahí apareció un enorme huevo de oro del que nacería Brahma. Con lo que sobró del huevo (las cáscaras) hizo el cielo y la tierra, y entre ambas cáscaras, es decir, entre el cielo y la tierra, coloco el aire.
De su boca salieron los Brahmanes, de sus brazos salieron los guerre­ros, de sus caderas los comerciantes y finalmente de sus pies los ser­vidores. Una vez terminada esta labor se partió en dos para conver­tirse en mujer y hombre.
Los esquimales creen que los primeros hombres brotaron del suelo y uno de ellos se convirtió en mujer.

Los aborígenes de Australia creen que durante un cierto tiempo los animales se parecían a los hombres, copiando incluso el comportamiento de estos, mientras que los hombres se transformaban en animales, en árboles y en minerales.

A los cristianos se les instruye en la creencia de que su Dios fabricó al hombre con barro del suelo y soplando le colocó el alma, convirtiéndole en ser vivo. A continuación creó un jardín en el Edén, y en él colocó al hombre. Acto seguido le hizo dormir, y mien­tras dormía le sacó una costilla, para con ella crear a la mujer.

Los indios Hopi, de Arizona, opinan que la diosa del Oeste creó gran cantidad de animales para que poblaran la tierra. Luego la diosa del Este fabricó de barro una mujer y más tarde un hombre, cu­briendo a ambos con un velo. A continuación las dos diosas cantaron a dúo para dar vida a estas dos figuras, les enseñaron una lengua y como cuidar de la tierra. Luego la diosa del Este se los llevo a su casa sobre el arco iris, donde permanecieron durante cuatro días antes de empezar la aventura de la vida por su cuenta.

Según los Incas, los hombres perecieron por causa de un diluvio que acaeció en los Andes, a excepción de una pareja que tuvo la fortuna de refugiarse dentro de un tambor. Viracocha, el dios crea­dor, volvió a fabricar hombres modelando figuras con arcilla, pintándolas y colocándoles un vestido y un peinado particular. A cada figura le dio vida y unas costumbres determinadas. Una vez listas, las mandó a la tierra, apareciendo en ella a través de montañas, lagos, cuevas y árboles.

La creación de la tierra, según los Aztecas, fue propicia­da por el quinto sol. El dios Quetzalcoatl recibió la orden de re­crear al hombre con huesos de sus antepasados que había de bajar a buscar en las profundidades subterráneas. Recuperados los hue­sos, los depositó en un lugar llamado Tamoanchan donde otros dos dio­ses los pulverizaron. Quetzalcoatl hizo sangrar su pene sobre este polvo de huesos mientras los otros dos dioses hacían penitencia. Así se creó al hombre.

Para los Mayas, los dioses Tepeu y Gucumatz hicieron muñe­cos de madera parecidos a hombres que poblaron la tierra, y aunque hablaban como hombres, no tenían alma ni inteligencia...fue sólo un ensayo. Luego de maíz amarillo y de maíz blanco, hicieron la carne de los hombres, y con pasta de maíz hicieron los brazos y las piernas...

Como se ve, la fantasía es tan fecunda que ninguna de estas leyendas coincide. Ciertamente por fantasía no queda. Vuestro barroquismo mental os permite los más floridos delirios.

Evidentemente como todas son diametralmente diferentes queda claro que todas son falsas menos una. E incluso esta es falsa al ser una falacia el ridículo y disparatado cuento de la creación.

Lo cierto es que cada una de estas aberraciones tuvo que ser inventada un buen día por algún sujeto influyente harto de vino, drogas y fiebre. Le contó la historieta al pueblo y como el primate humano es tan “inteligente”se la creyó y luego la fue pasando de padres a hijos hasta el día de hoy.

A los bonobos todas vuestras historias nos causan hilaridad mezclada con estupor. Por una parte nos desencajamos las mandíbulas de tanto reírnos con vuestras ocurrencias. Parece como si intentarais competir entre vosotros para ver quien la dice más gorda, quien desvaría más.
Así nos encontramos que los japoneses creen que la Tierra flota sobre el agua. Que removiendo el mar se forman montañas de sal sobre las que construir palacios.
Los tártaros sin el menor sonrojo nos hablan del dios- satélite (vuela alrededor de la tierra acompañado del hombre y de ¡¡ dos ocas negras!!
Según el hinduismo Brahma nació de un huevo ¡¡ y luego usó las dos cáscaras para crear cielo y tierra, mientras colocaba el “aire” en medio. Diferentes partes de su cuerpo sirvieron para crear diversos tipos de hombres que salieron de la boca, brazos, caderas y pies, para finalmente partirse en dos y convertirse en hombre y mujer a fin de dar origen a un dios travestido. También creen en un dios que se creó a si mismo… y yo os pregunto ¿Para qué crearte a ti mismo si ya existes? ¡¡De locos!!
Los cristianos deliran con barro y una costilla. Mientras que los indios hopi creen que los humanos cabalgan sobre el arco iris. Humanos que, por supuesto, fueron creados al cantar sobre figuras de barro ¡¡
Los esquimales afirman que los hombres brotaron del suelo.
Los incas aseguraron que el hombre existe porque una pareja de humanos logró refugiarse dentro de un tambor para así poder escapar de un diluvio.
Los mayas os creían fabricados de pasta de maíz. Los babilonios os contaron que la humanidad fue creada de la sangre de un dios torturado. Los aztecas lo tuvieron más claro…según ellos el hombre fue creado mezclando la sangre de la polla de un dios con polvo de hueso ¡¡.

Ante tanto disparate, ¿Cómo osáis llamaros “animales racionales”? ¡¡Menudo “morro” tenéis!!
¿Qué tienen de “racional” estas historias, base de vuestras sagradas religiones?

¿Pero qué demonios os habéis fumado?



Que la sabiduría del bonobo alivie vuestra locura...

martes, 8 de abril de 2008

"RACIONAL" O "IRRACIONAL" (I)

En los próximos meses me propongo dedicar un buen puñado de capítulos a vuestra relación con la del resto de animales. Espero demostrar a lo largo de no menos de 20 posts lo odiosamente miserables que podéis llegar a ser con ellos.

Cuando os expresáis con frases del estilo de “…el hombre y los animales” o “…los animales son” en lugar de decir “los animales somos”, mostráis vuestra condición de antropocentristas o lo que es peor, de especistas.
Demostráis también una ignorancia supina de lo que es el reino animal.
Al hablar así evidenciáis que para vosotros el hombre no es un animal, que sois cosa aparte… y que por supuesto sois superiores.
Vuestro chauvinismo de especie me hace pensar de manera nítida en los nazis de triste recuerdo histórico.
Os emplazo a que encontréis a un solo humano que no haga diferencias con los demás animales en sus expresiones cotidianas al referirse a ellos.
Os costará mucho encontrar alguno… ¡¡en meses !!.
Todos caen en el mismo error, incluso vuestros profesores universitarios de las Facultades de Biología y, lo que es aún peor, utilizan estas vergonzantes expresiones incluso las diversas asociaciones ecologistas, protectoras de animales no humanos, asociaciones pro derechos del animal no humano, etc.

Y es que vuestra ignorancia sólo es comparable a vuestra soberbia.

La Naturaleza se encarga en multitud de ocasiones de moveros el pedestal en el que estáis encaramados.

De cuando en cuando nacen humanos con caracteres atávicos que nos sirven de evidencia evolutiva y os ponen en vuestro sitio.
La aparición en el animal humano de caracteres atávicos simiescos, constituye una prueba irrefutable del papel desempeñado por los reajustes cromosómicos durante la hominización.
Entre estos caracteres destaca la aparición de niños con cola, el hirsutismo (exceso de vello que aparece en ciertos humanos y que se distribuye sobre su cuerpo de la misma manera que lo hace sobre el cuerpo de un chimpancé), los pliegues palmarios típicos de la trisomía 21 que recuerdan los de los monos, el llamado "tubérculo de Darwin" en el pabellón de la oreja (hallado también en la mayoría de los monos cercopitecidos) la soldadura entre el segundo y tercer artejo (cigodactilia) que se encuentra en los gibones de Sumatra, los diversos grados de disminu­ción del psiquismo, la aparición de una larga hilera de pezones sobre la “línea de la leche” (al estilo de las perras) en algunas hembras humanas, la presencia de músculos horripiladores en todos los seres humanos idéntica a la del chimpancé y bonobo, la presencia en humanos de un músculo atrofiado que en un pasado permitía el movimiento del pabellón auricular, etc.

El hombre presenta más de cien estructuras vestigiales que nos sirven para "delatar" algunas características de sus ancestros.
Cada una de estas estructuras es una cura de humildad para su crecido ego.

En algunos genes se observan diferencias mayores entre dos hombres que entre un hombre y un chimpancé.

Recordad que vuestro ADN se diferencia sólo en un 1.6% del ADN del bonobo y del chimpancé, con el gorila la diferencia es del 2.3%.
Precisamente por ello, después del chimpancé, el pariente más próximo a nosotros, los bonobos, no es el gorila sino ¡¡vosotros!!. El gorila nos queda más lejos.

Para genes concretos, algunos humanos están más cerca de algunos chimpancés o bonobos que de otros humanos.

Según muchos científicos entre los que destaca Jared Diamond, la diferencia genética entre homínidos es menor que la que existe entre otras especies de animales que pertenecen al mismo género.
Vuestro antropocentrismo y especismo evitan que, contra toda lógica científica, bonobos y chimpancés no estén aun en vuestro género.
El chimpancé debería llamarse ya Homo troglodytes y el bonobo Homo paniscus.

Sois, por desgracia, tan parecidos a nosotros que incluso los ritmos del sueño parecen calcados.

Los electroencefalogramas de los primates adultos (hombre incluido) muestran dos actividades que son comunes a todos ellos: el llamado "ritmo alfa", relacionado con el sentido de la vista, y que no se presenta en los animales que tienen los ojos cerrados; y el ritmo somatomotor de inmovilidad, que sólo aparece cuando el sujeto está completamente inmóvil, y que en un principio se creía que era únicamente propio del ser humano,...hasta que se descubrió que lo compartía con chimpancés, macacos, etc.

Si efectuamos a diversos primates (sin olvidar al hombre) un electroencefalograma de su período de sueño, veremos que todos ellos presentan la misma organización gráfica, con cinco fases muy claramente diferenciadas:

La fase I, que corresponde al período de somnolencia, durante el cual aparece el ritmo alfa en el momento de cerrar los ojos; se amplifica primero y des­pués desaparece.
La fase II, de sueño ligero, caracterizada por ondas sigma.
La fase III, de sueño medio, en el transcurso de la cual unas ondas lentas (llamadas delta) aparecen en el intervalo de los elementos transitorios.
La fase IV, de sueño profundo, en la que las ondas delta son continuas.
Y la fase V, llamada paradoxal, caracterizada por la desaparición de ondas delta y de elementos transitorios, con una actividad eléctrica relativamente rápida, parecida a la del sujeto despierto con los ojos abiertos.
Durante esta fase se dan numerosos movimientos oculares rápidos (fase REM) y una disminución del tono muscular postural.
La fase REM, ligada a los sueños, no solamente se presenta en los primates sino también en otros mamíferos entre los que se encuentra el perro, el gato, el ratón, etc.
El lector que tenga en su casa estos animales podrá observar con facilidad en ellos esta fase de sueño en la que los globos oculares se mueven por debajo de los párpados con mucha rapidez.
Ello significa que el animal esta soñando, y por lo tanto que es poseedor de una "vida psíquica".
Como veis “el poder soñar” no es una característica exclusivamente humana… ni en eso sois diferentes.


Os he oído en ocasiones hablar de los “animales de compañía”. Cuando usáis esta expresión os referís a perros, gatos y mascotas en general. En ningún momento atináis a pensar que vuestra madre, vuestro padre, abuelo, abuela, hermanos y pareja, es decir, los humanos que comparten vivienda con vosotros, son también animales domésticos y animales de compañía. Y, evidentemente, son “animales de compañía” porque son animales y os hacen compañía.

Es interesante haceros notar que de entre los animales que conviven con vosotros (padre, madre, perro, hermanos, etc.) sólo uno de ellos os espera frente a la puerta cuando llegáis y os muestra día a día a lo largo de toda su vida la alegría que le produce vuestra llegada al hogar.
Por supuesto que no será ninguno de vuestros padres o hermanos, ni siquiera vuestra pareja, será… ¡¡ vuestro perro !!.
Precisamente el único que no pertenece a vuestra especie (afortunadamente), y el único que no os fallará nunca y os demostrará amor y fidelidad hasta el fin de sus días.
Ciertamente no esperéis lo mismo de los demás… aunque lleven vuestra propia sangre.
Así es vuestra especie.

Nosotros nos hemos preguntado muchas veces que es lo que os hace creer que sois tan superiores y no atinamos con la respuesta, ya que conocemos muchísimas especies animales que os superan en muchas cosas.
Algunos os superan en fuerza, otros son más veloces, más resistentes, o pueden hibernar en épocas de escasez, o son capaces de percibir los rayos infrarrojos o los ultrasonidos, o tienen mejor vista y un sentido del olfato infinitamente superior al vuestro. Y, por supuesto, muchos de ellos se nos antojan bastante más inteligentes que vosotros.

La cosa se agrava al considerar que, a parte de ser TODOS especistas, muchos de vosotros sois además racistas y sexistas.

Siempre me llamó la atención el notar que cuando os entregan formularios para que los rellenéis al hacer cualquier solicitud oficial (requisito previo propio de vuestra doma social) hay un apartado al principio del documento en el que debéis escoger las opciones “varón” o “hembra”.
Nosotros nos preguntamos lo siguiente: Si una alternativa es “hembra” ¿por qué narices la otra no es “macho”? … y ¿qué diantre es eso de “varón”?.
Este es uno de los múltiples detalles que os identifican como animales sexistas.

Tampoco nos explicamos porque muchos de vosotros os consideráis superiores por el hecho de tener menos melanina que vuestros congéneres de raza negra. ¿A santo de qué os hace superiores el tener esta deficiencia?
Para nosotros sólo sois monos descoloridos, os falta el color del que disfrutan otros.
Al tener este problema melánico sufrís más que ellos a pleno sol y sois víctimas propiciatorias del cáncer de piel, especialmente con el cambio climático en el que estamos inmersos y que vosotros mismos habéis provocado.

Los humanos que ante el alud de evidencias científicas optáis (muy a pesar vuestro) por admitir que sois animales, os definís como “animales racionales”.
Con ello pretendéis remarcar que vosotros sois animales con raciocinio o sea “animales pensantes” mientras que para vosotros, los demás animales carecen de esta virtud.
Una vez más os equivocáis y, una vez más, se os ve el “plumero”.

Cuando a un mono le colgáis un plátano del techo de una habitación y el mono no llega a cogerlo, buscará por la habitación hasta encontrar una silla, la cual arrastrará hasta llegar a colocarla debajo mismo del plátano. Acto seguido se subirá en ella y si aún no alcanza el fruto, se bajará y buscará hasta encontrar un palo que manejará subido a la silla y que le permitirá golpear al plátano hasta hacerlo caer.
El mono tiene un problema y lo resuelve con éxito, para ello ha tenido que razonar… y si razona ¡¡ ES RACIONAL !!.

Como veis hay más animales racionales, de hecho lo son todos los que son capaces de resolver los problemas cotidianos razonando.

Y ahora os voy a poner en un nuevo aprieto. Suponed que vuestro padre tiene una enfermedad degenerativa grave irreversible y está ingresado en un hospital sin capacidad para conocer y reconocer. ¿Qué dirías? Que sigue siendo un animal racional o que "era" un animal racional.
¿Lo considerareis ahora un “animal irracional”? No, ¿verdad?.
Pues ahí lo tenéis… para vosotros vuestro padre seguiría siendo un “animal racional” dentro de su irracionalidad.
Lo único que os importa es que sea humano
, seguirá siendo para vosotros racional aunque no pueda resolver los problemas que resolvería una hormiga, a la que, por otra parte tildareis de irracional.

En fin, sois así y no tenéis cura.


Que la Naturaleza se apiade de vosotros.

martes, 1 de abril de 2008

VUESTRAS FEROMONAS

Seguro que en ocasiones habéis observado a otros animales olfatearse mutuamente para reconocerse tan pronto como establecen un primer contacto.
Cualquier animal humano que comparta su vida con un perro habrá reparado como su mascota se para y huele cada una de las marcas de orina que va encontrando mientras pasea, a fin de identificar al perro que depositó la señal química sobre la pared, árbol o farola.
Al olfatear la orina se informa de quien es el propietario de la señal, cuanto tiempo hace que pasó por la zona e incluso averigua el estado fisiológico de su colega.
También habréis comprobado que si vuestra perra está en celo es muy probable que sea seguida y abordada por varios perros que acuden atraídos por las feromonas que ella emite para anunciar a los machos de su especie su estado de receptividad.

La acción y función de las feromonas se hace patente a lo largo de la escala animal, y ciertamente los primates no somos una excepción.
Si los animales más próximos, evolutivamente hablando, a vosotros se comunican y reconocen mediante olores, no dudéis, ni por un momento, que vosotros tampoco escapáis de la dictadura de las feromonas. De hecho no sois más que otra especie de monos, domesticados, pero monos al fin y al cabo.

Como era de esperar, vuestra soberbia humana os hace sentir incómodos cuando se os recuerda vuestra naturaleza animal. Debido a la cultura judeocristiana imperante en vuestro país, incluso los profesores universitarios de vuestras facultades de Biología o Veterinaria son reacios a admitir lo que es evidente.
Argumentan en su antropocentrismo que en el ser humano la perfección del sentido de la vista ha dejado en segundo término al sentido del olfato y que, por ello, las feromonas humanas no existen o son poco significativas. Temen “animalizar” al hombre si admiten que los humanos, al igual que las ratas, los perros o los gatos, también se comunican y reconocen por el olfato. Sin embargo, la evidencia biológica esta ahí para desmentirles y para certificar su ignorancia académica interesada.

Las feromonas sexuales humanas son secretadas naturalmente por el organismo de las personas en edad fértil e influencian las relaciones entre las mujeres y los hombres
Aunque aparentemente no tienen olor, provocan reacciones en el otro a través del olfato, y las reacciones son completamente inconscientes.

Algunos profesores explican en clase a sus alumnos que las feromonas son indetectables por los humanos ya que estos carecen de órgano vomeronasal. Si hubiesen manejado más bibliografía se hubiesen enterado de que los anatomistas han venido señalando la existencia de una estructura vomeronasal ya en los fetos como un vestigio evolutivo.
El Dr. David Berliner, investigador de la Universidad de Utah, identifica a ese órgano, desde 1980, con unos pequeños y ubicuos hoyos presentes en el septo nasal, opinando que poseen una unión funcional con el eje hipotálamo-hipofisario del cerebro, que es una pequeña región reguladora de la producción, por otras glándulas, de numerosas y variadas hormonas. Dice haber aislado diversas feromonas humanas, algunas emitidas a través de la piel.

Por otra parte, vuestros libros de Psicología dedican pocas páginas al sentido del ol­fato porque argumentan que dejó de ser digno de tener en cuenta tan pronto como el hombre se hizo bípedo y concentró su atención y con­fianza en el sentido de la vista.
Lo cierto es que cuando os disponéis a comer, os dais cuenta de cuan equivocados están los que argumentan que el olfato pierde importancia en el primate humano. Para saborear vuestros alimentos necesitáis del sentido del olfato. Quien esto dude, se convencerá definitivamente si mastica una rodaja de manzana mientras se tapa la nariz,...le pa­recerá que mastica trozo de patata cruda.

El sentido del olfato desata vuestras emociones, influencia vues­tro comportamiento, y puede marcar en nuestra vida momentos agrada­bles y otros desagradables. Los olores estimulan la mente evocando recuerdos, provocan miedo y os excitan, como a cualquier otro animal.

Os gastáis una fortuna en colonias y perfumes que anuncias en televisión a través de clips de altísimo contenido erótico. De hecho los utilizáis descaradamente como autenticas feromonas artificiales para la atracción sexual… en las “distancias cortas”.
Sin embargo, la sociedad domesticada del pri­mate humano tiende a evitar las conversaciones que versan sobre olo­res. Históricamente, se ha relacionado el olfato con la lujuria, impulsividad sexual y “animalidad”.


La hembra del animal humano identifica mejor los olores que el macho de la especie.
Cuando acuna al bebé en sus brazos, frecuente­mente frota su nariz contra la cabeza del bebé mientras inhala su aroma. Identifica (como hace la hembra de cualquier otro mamífero) a su retoño por el olor y por el lloro. Pero, ¿Reconocen también los niños a sus madres por el olfato? Ciertamente, y para demostrarlo se montó el siguiente experimento: A las madres de algunos niños se les dio un jersey blanco del tipo "T-Shirt " y se les pidió que lo llevaran durante tres días seguidos, y que no cambiasen de perfume, colonia, jabón, etc. A los tres días se les daba a los niños a escoger entre dos jerseys usados, uno de los cuales había sido llevado por su madre. Los niños escogieron unánimemente los jerseys que habían llevado sus madres.

Hace ahora veinte años escribía en un libro, que olores y hormonas se estimulan a sí mismos. Cuando un grupo de mujeres jóvenes empiezan a compartir el dormitorio de un internado, frecuentemente descubren que sus ciclos menstruales se sincronizan.
La psicóloga Martha McClintock de la Universidad de Chicago demostró pues, para sonrojo de profesores ignorantes, que mujeres viviendo juntas bajo determinadas condiciones podían desarrollar sincronía menstrual, esto llevo a pensar en la posible existencia de feromonas humanas.
La señal que dispara la sincronía es su sudor. Esto lo sabéis muy bien las chicas que me leéis, puesto que sin duda habéis tenido ocasión de experimentarlo a lo largo de vuestra vida… incluso en vuestra propia casa.
Para evitar disputas entre los machos de alto ranking la sabia naturaleza ha dispuesto que las hembras de los chimpancés también sincronicen sus ciclos, de esta manera al haber suficientes hembras "en estado interesante" para todos, se evitan las disputas y en el grupo reina la armonía. Vosotras, hembras humanas, como monas que sois, utilizáis las mismas estrategias que el chimpancé.

Un proceso similar de sincronía ocurre en ratas y es mediado por dos feromonas diferentes; una que se produce antes de la ovulación, que acorta el ciclo y otra producida durante la ovulación que lo alarga.
Estas se predijeron mediante el modelo de oscilador acoplado y se demostró por simulación en computadora que eran capaces de producir no solo sincronía sino también asincronía y estabilización del ciclo.
Se aplicó a humanos, con resultados similares a los observados en ratas.

Por la misma razón, una mujer con períodos irregulares tiende a regularizar sus períodos menstruales tanto más, cuanto más se relacione con un hombre.
Como publicó la Dra. Winnifred Cutler de Philadelphia, los productos químicos en los cuerpos de los hombres pueden causar a sus socios del sexo femenino ser más fértiles, tener ciclos menstruales más regulares y una menopausia más suave. También trabajó en este tema Kim Painter.

La evidencia de la acción feromonal es innegable. En muchas ocasiones os he oído comentar que hay “buena química” entre vosotros y vuestra pareja. En realidad, y sin saberlo, os estáis refiriendo a la atracción química propia de las feromonas.

Hay días en los que vosotras, hembras humanas, os esforzáis en arreglaros con esmero porque tenéis una cita “muy especial”, sin embargo quizás no tengáis mucho éxito. En cambio, otro día, sin ninguna razón aparente “triunfáis” entre el elemento masculino. Si ese día al llegar a casa miráis al calendario probablemente descubriréis que estáis ovulando.

El efecto de vuestras feromonas no sólo se detecta en los machos de vuestra especie, también afecta a los de otros primates, ya que no es extraño ver a chimpancés masturbarse ante la presencia de una hembra humana ovulando.
Todo esto nos habla de la efectividad de las feromonas humanas y, de paso, de la afinidad entre especies (nuevo tema para la reflexión).

También es interesante mencionar que el sentido del olfato en la hembra humana se agudiza durante la ovulación, mientras llega a su nivel más bajo durante la menstrua­ción.

El descubrimiento de las feromonas humanas del sexo y los efectos que provocan apareció internacionalmente en artículos de primera página, en diarios científicos en 1986 (Time, Newsweek, Washington Post, US News).
Mucho antes ya se había observado que las hembras de mamífero que periódicamente olfatean la orina del macho, llegan antes a la pubertad que las hembras que no lo hacen. Si una hembra de ratón preñada huele la orina de un macho de otra colonia, inmediatamente cesa su preñez.
Los olores corporales del animal humano pertenecen a los ácidos producidos por bacterias que metabolizan las secreciones de la piel. Los olores provienen de las glándulas apócrinas, que se encuentran en el sobaco y zona del pubis. Estas glándulas se activan cuando el individuo siente miedo o está sexualmente excitado.
Los machos de la especie humana tienen glándulas apócrinas más gran­des y más numerosas que las hembras, los negros más que los Caucasia­nos, y estos más que los Orientales. Además, como las glándulas de la piel secretan productos resultantes de la digestión de los alimen­tos, la dieta afecta en cierta manera el olor de vuestro cuerpo.

Los Doctores George Preti y Wysocki de Filadelfia (EE.UU.), establecieron que ciertas sustancias químicas sin identificar obtenidas de la axila del varón afectan la secreción de hormonas reproductivas en la mujer (hormona de imprimación) y su estado de ánimo (hormona moduladora).
Extrajeron moléculas voltalespirales del sobaco del hombre para analizar un extracto de sudor humano.

Estudiando la cromatografía del sudor se descubren más de cien componentes distintos, uno de ellos es el androstenol (sustancia afín al almizcle). Esta misma sustancia producida por el hombre, la segrega también el cerdo en celo, en su saliva… (¡¡¡Cosa que encanta a las feministas ¡¡¡).
El androstenol se usa comercialmente en for­ma de spray para excitar a las cerdas y de esta manera facilitar su inseminación artificial. Si funciona con los cerdos, pudiera también funcio­nar con el animal humano.
Por esta razón se sometió tal posibilidad a investigación. Tres días por semana se roció una misma silla de la sala de espera de un dentista; la recepcionista (que no conocía el experimento) anotó la silla en la que se sentaban los pa­cientes, así como su sexo. El experimento se llevó a cabo durante seis semanas, durante las cuales la mitad del tiempo se había rociado la misma silla. En los días en que así se había hecho, las hembras humanas se sentaron con muchísima más frecuencia en la silla rociada o en las de los lados.

Un segundo experimento se llevó a cabo rociando con la misma sus­tancia una mascarilla de quirófano que se colocaba a mujeres que co­laboraban en el experimento sin conocer el propósito del mismo. A otras se les colocaba una mascarilla sin tratar. A ambos grupos se les enseñaron fotografías de hombres que debían puntuar según su atractivo. Las mujeres que llevaron la mascarilla rociada con la sustancia puntuaron mucho más alto las fotografías, que las que utili­zaron las mascarillas sin tratar.

A otro grupo de mujeres, el Dr. John Amoore les efectuó un electrocardiograma mientras les hacía oler a cada una, un algodón em­papa­do en la sus­tan­cia y otro mojado con cualquier otro producto. El algodón que contenía la feromona suscitaba un claro aumento de la frecuencia cardiaca mien­tras que el otro producto no provocaba respuesta alguna.

De manera similar a como los otros animales se olfatean y se de­tectan por el olor, el animal humano puede reconocer a sus congéneres.

Los japoneses describen a los europeos como "se­res que apestan a mantequilla". Durante la primera y segunda Guer­ras Mundiales, los soldados alemanes manifestaron que podían oler las pistas dejadas por los soldados ingleses, mientras que estos asegura­ban poder detectar a los alemanes por su penetrante olor. También los soldados de Vietnam del Norte aseguran que podían oler a los americanos antes de divisarlos, lo propio manifiestan los norteamericanos.

Los buenos médicos con años de experiencia, pueden detectar algu­nas enfermedades por el característico olor que emiten los pacien­tes. Sabido es que las "moscas del vinagre" (Drosophila melanogaster) suelen vo­lar alrededor de los enfermos de cirrosis hepática.

Por otra parte, seguro que habréis comprobado que cada casa particular tiene un olor característico (como lo tiene cada colmena o cada hormiguero).

Vuestro cuerpo ha perdido el hirsutismo propio de los demás primates, aunque por supuesto vuestros fetos son tan peludos como los del chimpancé y cada verano tenéis varias oportunidades de contemplar machos humanos con la pelambrera corporal propia del gorila.
Sin embargo todos vosotros mantenéis pelo en las axilas y en la zona genital y púbica.

Conociéndoos como os conozco estoy convencido que nunca os habéis preguntado porque se mantiene el pelo en estas zonas. Digo esto porque por lo que veo al estudiaros, a penas os preguntáis algo de cuando en cuando. Os encanta vivir aborregados, haciendo las cosas “porque sí” sin pararos a pensar. Es como si el pensar os causara dolor.

Parece evidente que la profusión pilosa de pubis y axilas ayuda a retener a las feromonas al estilo de una esponja, la impregnación del pelo axilar y púbico aumenta la efectividad de las feromonas.

El vello púbico es una potente señal sexual que nos habla de un cuerpo listo para la reproducción. Aparece en la pubertad como un anuncio de la madurez genital.
La señal es tan potente que vuestra sociedad humana, tan proclive a la represión sexual, la ha censurado en multitud de ocasiones a lo largo de la historia.
En las sociedades islámicas, quitarse el vello púbico es una práctica religiosa, mientras que en el mundo occidental se ha convertido en algo cada vez más rutinario desde la década de los 60; sin embargo, esta costumbre no se estableció de manera contundente hasta los 90.
La excitación ante la visión de genitales depilados se considera una desviación sexual que se denomina “Acomoclitismo”.

Entre los bonobos, cada vez más sorprendidos por vuestra estupidez, nos parece increíble que seáis tan soberbios como para pensar que la naturaleza se equivoca y que vosotros podéis corregirla y superarla. La naturaleza os pone pelo en ciertas zonas por una razón lógica y biológica y vosotros lo elimináis por razones… ¿estéticas? Y estúpidas.

Dicen las hembras humanas que eliminan el vello por higiene.
¿y qué tiene que ver el pelo con la higiene?
¿No os dejáis el pelo de la cabeza? ¿Por qué no hacéis lo mismo con el pelo púbico?
Por otra parte, si os elimináis el pelo púbico para estar más limpias… ¿Por qué no os rapáis la cabeza?
Lo que es sucio no es el pelo, sino el ¡¡PELO SUCIO ¡¡
Como sois humanos y la higiene no es precisamente una de vuestras virtudes, me temo que, en realidad, os lo sacáis para no tener que lavaros.
Lo cierto es como especie oléis muy mal… para nosotros apestáis (parece como si la mayoría de vosotros estuvieseis reñidos con el agua). Incluso vosotros mismos admitís que oléis mal. Cuando un grupo de humanos lleva mucho tiempo encerrado en una habitáculo pequeño y alguien entra desde el exterior, dibuja una mueca de asco en su cara a la vez que exclama ¡¡ UF, QUE OLOR A HUMANIDAD ¡¡. Todos lo habéis oído o expresado alguna vez. Ese es vuestro olor de especie. No me extraña que os gastéis tanto en perfumes.

De momento, y teniendo en cuenta que constantemente insistís en que estáis hechos a “imagen y semejanza” de Dios… ya tengo claro un par de cosas sobre vuestro Dios. La primera es que posee feromonas de atracción sexual (aunque no se me ocurre con quien pueda utilizarlas) y la segunda .. cual es el “divino perfume” que gasta.

Otro detalle curioso propio de mentes poco brillantes como las vuestras es que puestos a eliminar el vello púbico, en lugar de quitároslo del todo, os empeñáis en dejaros una barrita vertical de 1 cm. de anchura, ridícula caricatura del felpudo original. ¿Qué pretendéis con ello?.
Os quitáis el triangulo púbico y os colocáis una “ceja vertical” en su sitio.
Vosotras os sentís más “limpias”, modernas y elegantes, y nosotros los bonobos… nos seguimos partiendo de risa con vosotros.

Lo que queda fuera de toda duda es que al eliminar la fuerte señal erótica perjudicáis vuestra vida sexual. Elimináis motivación visual y os cargáis el receptáculo biológico de atracción feromonal. Y por si eso no fuera poco y haciendo honor a vuestro borreguismo habitual, elimináis vuestros olores de atracción natural y los sustituís por desodorantes químicos fabricados en laboratorios que la publicidad se ha encargado de introducir en vuestras mentes.

¿Cuándo os daréis cuenta que la razón esta en la Naturaleza y no en vosotros?.



Que la sensatez del bonobo os acompañe…