El animal humano, puede dejar de existir, a voluntad, después de un acto premeditado.
A la acción de autoeliminación se la denomina “suicidio”. Una variante del suicidio es el llamado “suicidio asistido”, una de las muchas formas de eutanasia (ver post publicado el 9 de marzo del 2008).
Aunque tildemos de exageradas las palabras de Albert Camus, al manifestar que "la única libertad verdadera del hombre consiste en poder quitarse la vida", sí debemos afirmar que ésta es una de las libertades que, jamás, se le pueden discutir o negar a nadie.
Consideramos verdaderamente abominable que a un ser humano se le condene a vivir contra su voluntad, obligándole a soportar una vida indigna en lugar de propiciarle una muerte digna. Centenares de miles de monos domésticos con enfermedades incurables en fase terminal (la mayoría afectos de cáncer, esclerosis múltiple, enfisemas terminales, graves reumatismos o parálisis producidas por accidentes de tráfico); ancianos paralíticos con edades superiores a los 90 años, con dificultades para ver, hablar, comer, etc...(la mayoría de ellos habiendo perdido ya a la familia y a los amigos) quieren morir, y así se lo hacen saber a sus médicos. Pues bien, a pesar de que para ellos el único futuro que existe es la muerte a corto plazo, la sociedad y vuestras leyes les obligan a seguir deteriorándose y a vivir el final de sus días en creciente deterioro y desespero.
La eutanasia es el último derecho que le queda al enfermo terminal que desee ponerlo en práctica. Es una decisión voluntaria que, en la mayoría de los casos, se ha encargado el propio paciente de ir comunicando, de manera reiterada, a sus familiares. Estos, las más de las veces, actúan contra la voluntad del paciente, negándosela, si este tiene la desgracia de no poderse expresar en los últimos momentos, al faltarle la lucidez o el habla.
El partidario de la eutanasia no va pidiendo la muerte a diestro y siniestro de los seres que sufren; pide para sí, precisamente por amor a la "vida", una muerte digna ante un sufrimiento atroz e inevitable. Creemos que privar de la eutanasia al que racionalmente la solicita, es un hecho inmoral, muy propio de vuestra criminal especie.
Aunque las leyes españolas han despenalizado el suicidio, el artículo 409 del Código Penal castiga con pena de prisión menor (de seis a doce años de cárcel) a quien preste ayuda para el suicidio, y con reclusión mayor si la ayuda incluye la ejecución de la muerte. La pregunta es evidente: Por qué ha de ser delito, el auxilio a una cosa que no es delito?.
A mi entender debe diferenciarse de manera clara entre auxiliar al suicida (facilitar su voluntad), lo cual debería ser despenalizado, e inducir al suicidio (manipular su voluntad) que debería mantenerse como delito. La Constitución da prioridad a la libertad sobre el derecho a la vida, por lo que el artículo 409 del Código Penal podría ser anticonstitucional, al castigar con igual pena al que mata a otra persona con su consentimiento y al que lo hace contra la voluntad de la víctima. La equiparación penal entre el homicidio y el homicidio-suicidio, fundamentada en el desprecio hacia la voluntad del sujeto pasivo, podría atentar contra el principio constitucional de igualdad y contra la necesaria proporcionalidad entre el hecho delictivo y la pena. No puede castigarse igual a quien mata a otro contra su voluntad que a quien lo hace en cumplimiento de esa voluntad. La libertad del ciudadano es el eje diamantino que el Estado debe respetar al regular los demás derechos.
El derecho a la vida (como declaró el Tribunal Constitucional en sentencia sobre el aborto), no es un derecho absoluto, sino que debe compatibilizarse con otros, como la dignidad de la persona y, en particular, con el derecho a morir con dignidad. Frente a quienes consideran que el derecho a la vida debe prevalecer sobre cualquier otro por consideraciones éticas, el problema surge cuando "su" ética, que es una cuestión personal, se impone a la de los demás. …¿Me leen bien, señores curas?
La mayoría de los ciudadanos opinan que la muerte sólo pertenece al individuo, y sólo él tiene derecho a decidir sobre ella. La vida es un intransferible derecho de quien vive y la muerte, a su vez, un intransferible derecho del moribundo. Periódicamente aparecen en nuestros rotativos encuestas de opinión serias y fiables relacionadas sobre la eutanasia. Durante el año 1988 se publicaron las efectuadas en Gran Bretaña y Francia. Los resultados fueron harto elocuentes. Los británicos se inclinaron en un 72 % a favor de la eutanasia, mientras que el 76 % de los franceses apoyaron la despenalización de la "muerte por compasión".
Lo verdaderamente chocante (por lo vergonzoso de la situación) es que, mientas se prohíbe la muerte digna (a petición propia) de un ciudadano, se manda a otros ciudadanos, sin el más leve sonrojo, a la guerra o a la silla eléctrica. Ello representa un ejemplo más de la que los bonobos llamamos vuestra vergonzosa "hipocresía social".
Demasiadas veces hemos visto artículos en revistas no especializadas, hablando del "suicidio" de los lemmings, escorpiones, o ballenas. En lo que escribís de la demás especies se demuestra, una vez más, vuestra ignorancia y vuestro antropocentrismo.
Para que se de tal suicidio, el animal debe ser consciente de que dejará de existir si toma una decisión determinada. Para ello debe tener una idea clara de la irreversibilidad de su propia muerte, y de que la misma le sobrevendrá a consecuencia de tomar determinada decisión.
Al pensar de esta manera ejercéis de antropocentristas. Vosotros habéis experimentado tanto con vuestras muertes…y, por desgracia, con la de los demás, que conocéis a la perfección las consecuencias irreversibles de ciertos actos y, en vuestra ignorancia, pensáis erróneamente que lo mismo que sabéis vosotros es aplicable al mundo de los cetáceos, roedores e incluso, a los artrópodos.
Los lemmings, son unos pequeños roedores, pertenecientes a los géneros Dicrostonyx, Myopus y Lemmus, los cuales, en determinados períodos, sufren migraciones en busca de nuevos pastos que reemplacen los ya agotados.
En el transcurso de estas migraciones, se encuentran con pequeños charcos de agua que vadean sin problemas; a veces se encuentran con ríos o con el mar (por primera vez en sus vidas) y al intentar atravesarlos, perecen de manera accidental. No tienen manera de saber del potencial destructor del mar, ya que no lo han visto en su vida, por lo tanto no podemos hablar de suicidio, sólo de un mero accidente.
Los escorpiones, a los que el cruel humano ha rodeado con un círculo de fuego, mueren al poco rato, pero no a consecuencia de un suicidio voluntario perpetrado con el veneno de su aguijón, como sugieren los ignorantes humanos, sino debido a la coagulación de las proteínas por efecto del calor del fuego. Vuestro antropocentrismo os hace suponer que la presencia del fuego les hará entrar en pánico, lo que les llevará a tomar la decisión de terminar con sus vidas, como hacen los histéricos monos domésticos al saltar por las ventanas o balcones tan pronto como se ven envueltos en llamas.
En ningún momento se os ocurre pensar que el escorpión es inmune a su propio veneno o que se come a las presas envenenadas con su aguijón venenoso, sólo pensáis en lo que haríais vosotros y lo extrapoláis a los demás animales ¡¡ aunque sean artrópodos ¡¡
Los "suicidios" de las ballenas, no son tales, sino meros accidentes de embarrancamiento en las arenas de las playas, al interferir el hombre en sus sistemas de orientación, a causa de las explosiones submarinas provocadas en las prospecciones petrolíferas, pruebas de armamento, o por culpa de una alteración del campo magnético que utilizan para orientarse, o a causa de un pequeño parásito que se instala en su oído y que les impide determinar su situación de orientación, o simplemente puede ser debido a que el cetáceo haya muerto en alta mar y las olas lo hayan barrido hacia la playa.
Ignoráis todas estas posibles razones y habláis directamente de “suicidios en masa”, así lo expresáis vosotros y así se lo he oído contar a los presentadores de vuestros telediarios.
¡¡ Y es que vuestra ignorancia cada vez es más atrevida ¡¡
Algunos seres humanos, son incapaces de soportar un determinado nivel de sufrimiento físico o mental. Ello les hace serios candidatos al suicidio.
El suicidio es el acto máximo de agresión que uno puede infligirse a sí mismo.
Para llegar a romper la dura línea del instinto de conservación y del respeto a la propia vida en su relación con los demás, el suicida necesita haber alcanzado una total marginación fruto de un enorme conflicto interior.
En los países desarrollados aumenta el número de suicidios, por ser también los lugares donde el individuo se siente más sólo, más falto de comunicación, y más presionado por el estrés. En estas sociedades también hay un mayor número de asesinatos.
Las edades con una mayor predisposición al suicidio son las marcadas por la transición, es decir, la pubertad y el paso a la senectud. Ello ocurre, tanto por desapariciones momentáneas de la esperanza, como por la falta de proyectos que revitalicen la voluntad de luchar, de mejorar la vida. Por ello el porcentaje de suicidios aumenta al aumentar la edad.
Los hombres se suicidan más que las mujeres, especialmente los depresivos y alcohólicos, los solteros sin amigos o familiares, los recién separados por abandono imprevisto de uno de los cónyuges, o los que enviudan a edad avanzada.
También el paro puede inducir al suicidio, o el tener un trabajo carente de gratificaciones personales.
Otros ponen fin a sus días al contraer una enfermedad grave e irreversible.
Por lo que respecta a los jóvenes cabe decir que en los países occidentales, el suicidio, es la segunda causa de muerte (después de los accidentes de tráfico) en los ciudadanos de edades comprendidas entre los 15 y los 24 años. Según las estadísticas, la mortalidad por suicidio va aumentando paulatinamente. En Francia, en 1972, se suicidaron 656 jóvenes, cifra que subió a 887 en 1982. Durante este mismo período las muertes por accidente de coche disminuyeron (3.590, en 1972, por 3.234 en 1982). La tónica mantiene los mismos patrones en la presente década.
Más de dos mil españoles tratan de quitarse la vida cada año (durante el año 1989, en el Hospital Clínico de Barcelona, se presentaron tres casos de suicidios no consumados, cada dos días). Las cifras se mantienen constantes (2017 en el 2006, según informes oficiales) aunque en realidad las cifras reales no tienen nada que ver con las “oficiales”. Ver datos para los años: 1998, 2002 y 2006.
La proporción de suicidios es de tres a uno a favor de los hombres respecto a las mujeres, según las estadísticas oficiales. Esta proporción superior de hombres suicidas, se mantiene casi invariable, en todos los países occidentales.
Se calcula que todos los días se quitan la vida unos 2.800 habitantes de este planeta, a razón de uno cada 30 segundos. Aunque a ellos debería añadírseles muchas de las muertes atribuidas a accidentes que no entran en la estadística de suicidios y que sin duda lo son. De ser contabilizados como tales, los sociólogos creen que la cifra de suicidios quedaría multiplicada por cinco. Además de estas cifras, se deben añadir a la lista otras 9.000 personas más, que intentan el suicidio sin conseguirlo (un intento cada nueve segundos), según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Según la OMS, vuestros suicidios son la causa de casi la mitad de todas las muertes violentas de vuestra especie en el mundo y alcanzan una cifra de más de un millón de casos al año y, según dicha organización, el número de suicidios podría aumentar a 1,5 millones en 2020, agravando la situación todavía más. Por cada muerte por suicidio, hay numerosas familias y amigos cuya vida se ve devastada emocional, social y económicamente. En la mayoría de los países europeos, el número de muertes por este motivo es mayor que las que se producen por accidentes de tránsito.
En 2001, el número global de decesos por suicidio fue mayor que los de homicidios (500.000) y guerra (230.000).
Los meses en los que se suicidan mayor número de monos domésticos españoles corresponden a la primavera y verano. En estas épocas del año se producen cambios a nivel fisiológico en los seres vivos, de los que el primate humano no escapa.
En primavera hay una mayor movilización de la agresividad, alterándose las condiciones biológicas, además, se da el factor psicológico de que en primavera existe el contraste de la fuerza del esplendor de la Naturaleza y de la oscuridad de un futuro personal.
También por Navidad aumentan los suicidios, especialmente tras el reciente fallecimiento de un familiar allegado. Estas tendencias quedan constatadas también, por las llamadas de presuntos suicidas efectuadas al Teléfono de la Esperanza. Dicha institución afirma que se producen una mayor cantidad de llamadas de presuntos suicidas, los domingos y los lunes. El domingo afecta a los que se sienten solos, y el lunes (día depresivo por excelencia) a los que no se ven capaces de apechugar con una nueva semana de problemas.
El teléfono sirve para disuadir a bastantes de estos presuntos suicidas. Sólo en los EE.UU., hay más de 150 programas de prevención de suicidios que funcionan las 24 horas del día.
La mayoría de los suicidas toman su decisión después de caer en un estado depresivo. Se da con bastante frecuencia que el asesino sufra una fuerte depresión poco después de haber cometido el asesinato, por ello no es de extrañar que uno de cada tres asesinos se suicide poco después de haber cometido su crimen.
La depresión no sólo golpea a un individuo por causas exógenas, como puedan ser graves problemas de pareja, graves dificultades económicas, etc., sino que puede ser debida a problemas endógenos, como enfermedades, menopausia, etc. Conviene llegado a este punto, hacer notar a los filántropos que la depresión es un estado anímico no privativo del primate humano, ya que la sufren muchos otros vertebrados, desde perros que han perdido a su amo, hasta pájaros recién enjaulados. En tales circunstancias no es raro que rehúsen la comida, lo que a la larga puede ocasionar su muerte. Este “efecto colateral” no debe confundirse nunca con un suicidio.
En bastantes ocasiones, los suicidios se dan en oleadas, provocadas sin duda, por un efecto imitativo. Cuando un preso famoso se suicida, se dan poco después, en un corto período de tiempo, una serie de suicidios que tienen como característica común el hecho de utilizar el mismo método suicida. Se trata de un intento de emular al héroe.
Una proporción desusada de reclusos puso fin a sus días, ahorcándose, tan pronto como trascendió la noticia de la muerte, por ahorcamiento, de Rafi Escobedo. A este fenómeno se le denominó "síndrome Escobedo". Escobedo había sido su ídolo, como antes lo fueron "El Vaquilla" o "El Lute".
En los EE.UU. se produjeron seis veces más suicidios de los previstos, en los siete días que sucedieron al suicidio de Salvador Allende. Algo parecido ocurre con los suicidios de adolescentes que siguen inmediatamente al suicidio de uno de sus ídolos. Una oleada de suicidios de jóvenes, con 23 muertos y decenas de heridos, se produjo en Japón en el breve período de dos semanas, a raíz de que el cantante "pop" Yukito Okada, de 18 años, se lanzase desde un doceavo piso de su casa de Tokio, el 8 de abril de 1986. Casi todos los suicidas escogieron el mismo método que había utilizado su ídolo. El "New England Journal" publicó en 1986 un estudio en el que se demostraba que el suicidio de un joven visto por TV, provocó una cadena de suicidios de adolescentes.
El suicidio de un personaje famoso, acaba por decidir a los que se están planteando tomar tal decisión, y el éxito del método utilizado por aquel, les convencerá para utilizar el mismo sistema.
En España se registran unos 5,26 suicidios o tentativas de suicidio por cada 100.000 habitantes. En las cárceles dependientes del Estado, se producen 142,4 suicidios o tentativas por cada 100.000 presos.
La tasa de suicidios en prisión multiplica por 27 la tasa natural del conjunto de la población española.
Un total de 118 reclusos se suicidaron en los centros dependientes de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias -lo que excluye a los situados en Cataluña, que tiene transferidas las competencias sobre prisiones- en el periodo comprendido entre el 1 de enero de 2000 y el 31 de octubre de 2004, y otros 379 lo intentaron.
A estos datos hay que añadir los datos sobre agresiones violentas entre reclusos.Las agresiones entre internos fueron 4.699: de ellas 394 concluyeron con el resultado de lesiones graves o muy graves, y 11 reclusos fallecieron a consecuencia de esos incidentes.
En las cárceles reina un ambiente tremendamente agresivo hacia el preso, puesto que el medio en el que se desenvuelve es sumamente hostil y su sistema de alerta se halla constantemente activado para poder defender su integridad física. Por otra parte el interno se siente totalmente impotente, puesto que su destino depende de funcionarios, jueces y policías. La hostilidad del ambiente, combinada con la alteración de su personalidad, le predispone para tomar la fatal decisión.
Cuando se suicida un adolescente el impacto emocional en la familia y en los amigos es verdaderamente terrible. Los sentimientos de culpabilidad se manifiestan con los de tristeza, agresividad y profunda depresión. Algunos de estos sentimientos se proyectan sobre los familiares y amigos del adolescente muerto, pues en parte se les responsabiliza de lo ocurrido. Los trabajos de Farberow, en 1983, sobre el suicidio juvenil en diez países, le llevaron a la conclusión de que el factor más importante que determinaba la fatal decisión era las malas relaciones con los padres, seguidas de depresiones, antecedentes de tentativa de suicidio, aislamiento social y problemas de rendimiento en la escuela.
La tentativa de suicidio más que un deseo de muerte, es una comunicación de la agresividad por la frustración a la que se ve sometido el joven. El estrés causante de la frustración se debe, con frecuencia, a problemas personales con la familia nuclear o con la pareja.
La primera causa de suicidio en los niños y adolescentes es el fracaso escolar. Las malas notas causan el 70 % de los suicidios infantiles (según datos aportados al 5o Congreso de Neuropsiquiatría Infantil y Juvenil). Los culpables indirectos de esta decisión son los propios padres que no comprenden la situación por la que pasan sus hijos y les someten a continua presión. Se obstinan en pensar que: "El niño no vale si no saca buenas notas". Los que se dedican a la enseñanza universitaria están hartos de encontrarse con jóvenes de brillante éxito memorístico que vuestro estúpido e irracional sistema docente universitario premiará con brillantes notas y que, en realidad, serán los grandes fracasados del mañana al habérseles valorado su capacidad memorística por encima de su capacidad de razonamiento.
Con harta frecuencia se demuestra que la memoria es la "inteligencia" del incapaz, y precisamente la “inteligencia del incapaz” es lo que potencian y premian vuestras caóticas universidades.
La segunda causa de suicidio infantil es la muerte de los abuelos, que para los niños suele ser el primer contacto con la muerte. Les impulsa a tomar esta decisión, el deseo de imitar, y la curiosidad por ir donde se hallan los abuelos (debido a explicaciones atractivas efectuadas por los padres sobre la muerte de estos y del maravilloso lugar donde se encuentran).
También las disputas familiares influyen en el suicidio infantil. Ambas causas suponen una carencia de afecto y de comprensión, y ello hace que para el niño la situación se haga inaguantable, quedando atenazado por la depresión y la angustia. Muchos de estos suicidios serían evitables si se interpretasen a tiempo los síntomas que anteceden a la decisión fatal.
El niño muestra, días antes, una serie de indicios de depresión con diversas molestias físicas, tales como, dolores de cabeza y de estómago. Tiene pocas ganas de jugar, no se siente motivado por sus estudios y muestra una generosidad inusitada con sus objetos personales más queridos que entrega a sus mejores amigos a modo de regalos inesperados. Suelen ser niños de personalidad frágil a los cuales la presión de los familiares y profesores abruma. El niño se agrede a sí mismo y de esta manera agrede, de manera indirecta, a sus padres y a la sociedad.
La muerte, en la edad preescolar se imagina como una desaparición temporal. A partir de los ocho años el niño ya le da a la muerte el valor real, aunque no comprende aún muy bien la eternidad de la propia desaparición. La televisión se encarga de proporcionar una idea irreal de la muerte, ya que los actores que mueren en un film aparecen vivos en otro.
Existe una variedad de suicidio que podríamos llamar "suicidio accidental". Un ejemplo de este tipo de suicidio lo constituye la llamada "ruleta rusa". Se puso de moda en España en el verano de 1989. Una vez más el efecto mimético fue el responsable de esta circunstancia. No es casualidad que después de seis meses sin una sola víctima en todo el país por ruleta rusa, al producirse, a principios de verano de 1989 un caso de suicidio por este método, se arrastrase por mimesis una oleada de casos consecutivos.
Las personas que padecen cualquier tipo de debilidad mental, de psicopatías agravadas por circunstancias ambientales, sociales, climatológicas o personales, se sienten arrastradas, en ciertas ocasiones, por el impacto de un hecho que les impresiona.
Otra moderna versión del "suicidio accidental" de cariz parecido a la ruleta rusa, se hizo popular en verano de 1990. Consistía en colocarse en la vía del tren, sentado o de pie y esperar a que llegase el tren para saltar en el último momento. Naturalmente el vencedor era el que lograba resistir más tiempo sobre la vía. El más atrevido se granjeaba la admiración y el respeto de sus compañeros y ascendía rápidamente en el estatus del grupo.
La situación se agrava por culpa de tres factores esenciales: en primer lugar, las apuestas que se cruzan suelen ser "litronas" de cerveza que son consumidas por el grupo sobre la misma vía con la consiguiente pérdida de reflejos. En segundo lugar, los trenes circulan, hoy día, a velocidades superiores a los 160 kilómetros por hora. Y, en tercer lugar, los trenes, en la actualidad, apenas hacen ruido ya que circulan por carriles soldados, con lo que el clásico traqueteo ya no puede ser detectado a distancia. Otras variantes del mismo "juego" son las de sacar medio cuerpo desde una columna de electrificación y parapetarse detrás de ella en el preciso momento en que pasa el tren, o colgarse de las traviesas en los pasos superiores, sacar la cabeza y esconder el cuerpo, hasta que aparezca la locomotora. Aunque lo más típico es tenderse sobre las traviesas y esperar tendido la llegada del tren...y dejar que todo el convoy pase por encima del cuerpo. Cualquier descuido triturará a los practicantes, pero los vencedores pasarán por “súper-héroes” ante sus compañeros.
Un último ejemplo de este tipo de suicidios, lo tendríamos en los conductores "kamikazes", que proliferaron por efecto mimético a finales de los ochenta y que reaparecieron con fuerza en el 2004.
En 1988, se puso de moda, en la costa Romaña italiana, el lanzarse a ciegas, con el coche a toda velocidad, hacia uno o dos cruces de carretera, sin respetar la señal de "stop". El que superaba el reto, se embolsaba una cantidad de dinero que fluctuaba entre 100.000 y un millón de las antiguas pesetas (si se saltaban también el segundo "stop"). El cruce más utilizado para tal práctica fue el de la antigua carretera adriática con el "viale Abruzzi", en Riccione. La carretera lleva a una colina donde se encuentran algunas de las discotecas más famosas de la costa: "Peter Pan", "Byblos" y "Pachá". La edad media de los practicantes denunciados, fue de 30 años.
Lo cierto es que el motivo principal de practicar este tipo de "ruleta rusa", no era el dinero, ya que entre los vehículos abundaban los "Volvo", "BMV", y "Mercedes". Algunos de los coches estaban ocupados por cinco o seis personas. El "juego", venía practicándose desde 1980, antes de hacerse popular, en 1988.
Como consecuencia de la “moda kamikaze” durante 1989, en España, fueron detenidas 57 personas por conducir en sentido contrario (y a toda velocidad) por las autopistas, según la Dirección General de Tráfico (DGT). Estos conductores produjeron 35 accidentes, que ocasionaron 22 muertos, 23 heridos graves y 13 leves. Las detenciones tuvieron lugar en 12 provincias diferentes. La mayoría tenía más de 30 años y dos de ellos más de 60.
Para evitar la proliferación de los conductores suicidas (muchos de los cuales se constituían como resultado de las apuestas cruzadas al salir de las discotecas) se tuvo que modificar el Código Penal, en 1989, introduciendo el artículo 340 que penalizaba tales acciones con multas de hasta tres millones de las antiguas pesetas, prisión de dos a diez años y retirada del permiso de conducir (en algunos casos, a perpetuidad). También se aconsejó a la prensa que no divulgara los futuros casos para evitar el efecto de mimetismo.
Estáis tan asqueados como especie y con el mundo que habéis destrozado, que cada vez pensáis más en quitaros las vidas. Ello nos demuestra a los demás primates que estáis muy lejos de ser una especie triunfante y muy cerca de ser escoria viviente entre los monos.
Desde el año 2000 habéis puesto de moda, con la ayuda de Internet, el “fomento al suicidio”. Cada día sois más y más los monos domésticos participando en este juego. El anonimato virtual propio de Internet os facilita las cosas, y los Gobiernos no saben que hacer con vosotros.
Japón, donde el suicidio se considera honorable por razones tradicionales e históricas, no puede controlar la situación. Los Samuráis cibernéticos buscan su glorificación en la Red de Redes.
Los clubes de suicidio ya proliferan en Japón, Corea del Sur y Reino Unido.
Los constantes pactos entre futuros suicidas vía Messenger han obligado a los Gobiernos a cambiar la legislación y los foros pro-suicidio están ahora más controlados, sin embargo, los resultados son descorazonadores ya que la policía japonesa admite que por cada Web que logran eliminar, surgen otras diez en las que los jóvenes deprimidos buscan a alguien que les organice la muerte y colegas que les acompañen en su tránsito hacia el más allá.
Las webs pro suicidio publican anuncios del estilo “Se buscan voluntarios para suicidio colectivo”, etc. Catalogan los diferentes métodos según rapidez, efectividad y el dolor que produce cada método, también se describe con todo detalle en que estado será encontrado el cuerpo, incluso sugieren diferentes modelos de mensajes póstumos para las familias.
En vuestro país el problema es tan evidente que el Departamento de Salud de la Generalitat, en Catalunya, incluye un test personal en Internet para los que están pensando en quitarse la vida. La finalidad del test es conseguir que el candidato a suicida de marcha atrás.
Por último, no hay que olvidar que en algunas ocasiones el primate humano se suicida en masa. Tales circunstancias suelen ser propiciadas por derrotas militares, miedo a la esclavitud o fanatismos religiosos.
El hecho de que vosotros seáis el único mono que es capaz de matarse a si mismo y a conciencia, nos habla de lo miserables y tristes que son, para algunos, vuestras vidas, hasta el punto de pensar que no merecen ser vividas.
Vuestras crecientes tendencias suicidas nos muestran lo desgraciados que sois en vuestro ámbito social y el grado de vuestra incapacidad para poder encontrar soluciones a vuestros problemas.
Los bonobos, en cambio, vivimos en paz, tranquilos, disfrutando de una fruta más fresca y sabrosa que la vuestra, nuestra agua no sabe a cloro como la de vuestras ciudades y nuestro sexo es acompañado por el canto de los pájaros. En lugar de morir, sólo pensamos en vivir eternamente en nuestro paraíso. Sólo vuestra presencia lo hecha todo a perder, llegáis a nuestro territorio y nos traéis vuestra polución, destrucción y muerte.
Una vez más, nos dais nuevos argumentos para que, bonobos, gorilas, orangutanes y chimpancés nos congratulemos de no pertenecer a vuestra infeliz y criminal especie.
El comportamiento del animal humano es analizado por un bonobo. A tal efecto, el bonobo Ringo se traslada desde su África natal a Europa para poder estudiar “in situ” y a fondo, a ese peculiar primate domestico llamado “hombre”.
sábado, 30 de agosto de 2008
miércoles, 20 de agosto de 2008
VUESTRAS HEMBRAS Y EL ISLAM
En países como Irak, gracias a un decreto del órgano supremo de justicia, un marido puede matar a su mujer, su madre, su hermana, su nieta o su sobrina, por adulterio, sin que por ello tenga que responder ante la justicia. Basta con la sola sospecha. Este decreto que exime a los machos de responsabilidades penales por el asesinato de cualquier hembra de su familia responsable de adulterio, fue promulgado por el propio Consejo de la Revolución de Irak.
Las autoridades de Irak justificaron en su día la iniciativa legal del decreto mencionado en la necesidad de "proteger del vicio a la sociedad y fomentar la virtud y la moralidad".
Las autoridades de Irak justificaron en su día la iniciativa legal del decreto mencionado en la necesidad de "proteger del vicio a la sociedad y fomentar la virtud y la moralidad".
La realidad es que dicho decreto les permite eliminar a las disidentes políticas progresistas, a la vez que ejercer un eficaz sistema de control demográfico, teniendo en cuenta que después de ocho años de intensas guerras había crecido mucho la población femenina. Aún hoy, en Irak, se suele lapidar a las mujeres en palacios de deportes para poder ofrecer el espectáculo a una mayor audiencia de público.
La mujer argelina se enfrenta con problemas de parecido estilo. Desde 1990, los fanáticos de Alá (Comandos Defensores de la Fe) saquean las casas de las divorciadas o, incluso, de las mujeres que viven solas; atacan a las que no llevan chador o a las que se visten al uso occidental. Su intolerancia les lleva a destrozar antenas de televisión, para que estas no puedan detectar las "imágenes pecaminosas propias de la cultura europea".
La mujer argelina se enfrenta con problemas de parecido estilo. Desde 1990, los fanáticos de Alá (Comandos Defensores de la Fe) saquean las casas de las divorciadas o, incluso, de las mujeres que viven solas; atacan a las que no llevan chador o a las que se visten al uso occidental. Su intolerancia les lleva a destrozar antenas de televisión, para que estas no puedan detectar las "imágenes pecaminosas propias de la cultura europea".
Los más osados, arrasan las salas de baile, llegando incluso a incendiar las casas de las prostitutas con ellas y sus hijos dentro. Pretenden que la mujer no salga de casa sin permiso de su esposo, hermano, padre o tío, que permanezca en la típica "zenana" (sala donde se retiene a la esposa, en la que sólo puede penetrar su marido, su padre, su hermano o su tío).
Exigen la posibilidad de poder repudiar a la mujer y de darle muerte si es sospechosa de adulterio. Para ello se la suele introducir dentro de un saco y se le da muerte a pedradas.
En algunos lugares, como en Irán, la mujer es también víctima del fanatismo religioso. Bajo el régimen de Jomeini (durante los años ochenta) cualquier mujer que mostrara parte del antebrazo podía ser arrestada y mutilársele una mano.
Se las obligaba a vestir luto permanente por las víctimas de la guerra con Irak. Podían ser encarceladas si se las veía usar un pañuelo de otro color o por no llevar medias bajo el chador, aunque lo más probable era la flagelación pública. La reincidencia implicaba la pena de muerte.
Si llevaban el velo bajo, los guardias de Jomeini se lo subían hasta la frente, donde se lo clavaban con chinchetas. Caso de ser descubiertas con los labios pintados, se los frotaban con un trapo y cristales rotos.
Las torturas eran de lo más sofisticadas: desde lanzar contra las piernas de las detenidas jeringuillas llenas de ácido, con la ayuda de tirachinas, a introducirles serpientes en la vagina, una vez violadas.
Los fusilamientos fingidos estaban a la orden del día. Durante las noches, los altavoces reproducían los gritos que se habían grabado a las torturadas durante el día. Ello aterrorizaba a las 40 presas que se amontonaban en cada una de las celdas pensadas para 10 personas.
La mujer iraní necesita el permiso (escrito) de su marido para poder trabajar, estudiar o, incluso, salir de casa.
Según el Islam (Artículo 13), "No puede considerarse a las mujeres como personas fiables, por ello no podrá confiárseles puestos de responsabilidad".
Cuando el marido llega a casa, la mujer debe recibirlo con agua y una toalla limpia, para darle la bienvenida; lo cual me recuerda, por sospechosa coincidencia, los consejos de la católica Pilar Primo de Rivera (ver mi último post publicado el 10 de agosto).
Cuando el marido llega a casa, la mujer debe recibirlo con agua y una toalla limpia, para darle la bienvenida; lo cual me recuerda, por sospechosa coincidencia, los consejos de la católica Pilar Primo de Rivera (ver mi último post publicado el 10 de agosto).
El adulterio se paga con la muerte (pero sólo en la mujer). El código penal jomeinista reza: "La mujer será enterrada hasta el pecho y será lapidada hasta la muerte por piedras que la cubran por completo. Piedras que no serán lo suficientemente grandes como para matar de un sólo golpe, ni tan pequeñas que no se las considere "piedras". La muerte debe ser lenta y será provocada por las heridas o por la asfixia bajo las piedras". Si sobreviven demasiado tiempo, se las remata allí mismo.
Para las lapidaciones no hay límite de edad. Se lapida tanto a niñas como a ancianas.
Las que son vírgenes son violadas con anterioridad a su muerte, ya que su religión asume que si mueren vírgenes van al cielo.
Durante el mandato de Jomeini se utilizaron (y aún se utilizan) unos aparatos diseñados para cortar limpiamente, manos, pies y brazos. La infección de las heridas provoca la muerte a muchos mutilados.
Los padres podían ser procesados y los hijos flagelados si, al entrar un inspector de Jomeini en sus casas, se descubría que los hijos y las hijas no estaban separados por sexos.
En los colegios, los sexos se mantienen separados, y las maestras cobran un tercio del salario de los maestros. Las niñas, únicamente pueden ser enseñadas por mujeres, y el escaso número de éstas provoca que el 70 % de las hembras sean analfabetas. Por otra parte les está prohibido estudiar canto, ya que: "la voz de la mujer excita al hombre", según manifiestan las autoridades iraníes.
Hace tan solo tres semanas, en pleno siglo XXI, en Yemen, unos 2000 clérigos musulmanes se unieron a políticos conservadores y jefes tribales para declarar que la participación de las mujeres en política es “haram” (¡¡ Pecado ¡¡).
A continuación redactaron un edicto islámico o “fetua” que prohíbe la participación de mujeres en las elecciones.
En la declaración de esos “iluminados” figura el siguiente párrafo: “Advertimos que si abrimos las puertas a las mujeres, saldrán de sus casas y se mezclaran con los hombres”.. “Si salen de sus hogares y coinciden con hombres en los lugares de trabajo, surgirán relaciones al margen del matrimonio, situaciones indecentes, adulterio e hijos ilegales”.
Antes de dar por terminada la asamblea crearon un comité “para la promoción de la virtud y la prevención del vicio” dirigido por 42 clérigos, cuyos agentes, recorrerán las calles y lugares públicos en busca de lo que ellos llaman “comportamientos indecentes”.
Ni que decir tiene que en esta conferencia de monos domésticos del Yemen sólo asistieron los machos de la especie, ya que se prohibía la presencia de hembras.
La conferencia determinó que se consideraría “vicio”: consumir alcohol, asistir o participar en desfiles de moda, bailar con personas… ¡ DE SEXO OPUESTO ¡, que las mujeres canten en público, enviar a las chicas a estudiar al extranjero sin que las acompañe un macho de su familia …¡¡ que las vigile ¡¡¡, etc.
Las cosas han llegado hasta tal punto, que la comisión parlamentaria de la sharía islámica, que comprueba la conformidad de las leyes con la religión musulmana, ha rechazado una enmienda del Gobierno que hubiese equiparado las indemnizaciones por muerte accidental de las mujeres a lo que ya perciben los familiares de los hombres fallecidos. Todo queda como antes, es decir, la compensación por fallecimiento de un macho duplica lo que perciben los familiares de una hembra fallecida.
El Parlamento aprobará en breve una ley que permitirá encarcelar DURANTE UN AÑO a los hombres y mujeres que se reúnan a solas SIN QUE EXISTAN ENTRE ELLOS LAZOS FAMILIARES ¡¡¡
Para que os hagáis una idea de lo que esto representa debéis considerar que, por ejemplo, ningún hombre podrá dar clases particulares a una mujer, si esta no esta acompañada por un familiar… o que ninguna mujer podrá tomar un taxi, o ser explorada por un médico si no le acompaña alguien de la familia… etc.
En fin, que una vez más se demuestra que vuestras religiones os domestican hasta el delirio ¡¡¡. Que sois monos domésticos porque os encontráis bien con vuestras cadenas, imposiciones y obligaciones.
Si fueseis hembras con sentido común y amantes de la libertad, como lo son las hembras de los demás primates, os rebelaríais contra tanta humillación que no tiene otro fin que denigrar vuestro sexo.
En otras palabras, vuestra actitud pasiva y sumisa ante tanto maltrato social inspirado en la religión nos convence a los bonobos de que tenéis el trato que os merecéis.
Y es que estáis tan domesticadas que algunas de vosotras organizáis incluso manifestaciones para revindicar el “placer” de salir a la calle cubiertas con velos.
Los demás primates de vuestra familia os observamos con ojos "como platos".
Los demás primates de vuestra familia os observamos con ojos "como platos".
Nosotros sin esas cortinas que cuelgan de vuestras cabezas nos sentimos frescos, limpios, ágiles y libres de cualquier estorbo, y nos congratulamos, una vez más, de ser bonobos, chimpancés, gorilas y orangutanes.. en lugar de ser patéticos "monos textiles" domesticados ….como vosotros.
Hasta la próxima semana en la que trataremos el tema del suicidio.
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domingo, 10 de agosto de 2008
EL MALTRATO A VUESTRAS HEMBRAS
En general, cualquier negación de una apetencia, provoca una frustración, la cual se traduce en una agresión, directa o redirigida.
La agresividad redirigida, se puede constatar al observar el comportamiento de enfrentamiento en ciertos animales. Cuando dos rivales se oponen, están sometidos a la influencia de dos impulsos clave: el de atacar, para vencer, y el de retroceder, para evitar ser herido.
La represión de la agresión, llevará implícito un estado de conflicto que sólo se aliviará si se produce una redirección de la agresividad. Se busca como víctima un individuo más débil, con menor poder de intimidación o incluso un objeto que lo sustituya.
Se conocen ejemplos de animales residentes en zoos que al ser aislados de sus congéneres en plena efervescencia agresiva, han optado por morderse a si mismos, hasta el punto de provocarse mutilaciones.
En la vida del animal humano se dan múltiples situaciones de este tipo. Ocurre a menudo, que la agresividad acumulada no la podéis descargar, por cuestiones de estrategia, contra el individuo que tenéis más cerca, aunque éste haya sido el directo causante de la frustración. El sentido común os aconseja no descargar vuestra agresividad contra un individuo de jerarquía superior, y por ello (al igual que en los demás animales), buscáis una víctima propiciatoria, menos peligrosa. En el trabajo, será un subordinado el que sufrirá la descarga agresiva, mientras que dentro de la propia familia, pagarán las consecuencias, los hijos o la esposa del "afectado". Los últimos receptores de esta cadena de agresividad suelen ser los animales domésticos sobre los que todos los miembros de la familia humana redirigen la agresión.
Naturalmente, como último recurso, os cabe la posibilidad de volcar vuestra ira contra una papelera pública, una estatua o el embrague del coche propio.
Si el individuo decide "tragarse" su impulso agresivo, lo más probable es que, con el paso del tiempo, llegue a desarrollar una úlcera gástrica, por exceso de acidez. Un caso extremo sería la autoeliminación, por medio del suicidio.
Pasemos a continuación a analizar la incidencia que tiene cada una de las situaciones mencionadas en el comportamiento humano.
Hoy os sugiero tratar de la agresividad contra la mujer.
En casi todos los vertebrados, incluido el animal humano, el macho es habitualmente más agresivo que la hembra. Las luchas ritualizadas acostumbran a ser un fenómeno esencialmente masculino; las hembras no suelen pelear entre ellas por jerarquía o territorio. Ello no quiere decir que no puedan ser agresivas. Su agresividad se muestra al máximo cuando se trata de defender a sus crías y en alguna ocasión cuando compiten por el mismo macho en las relaciones monógamas.
Si a un macho joven o a una hembra se les administran hormonas masculinas, su agresividad aumenta de manera evidente. En la especie humana se demuestra también que los niños son mucho más revoltosos y menos "manejables" que las niñas. Innumerables experimentos llevados a cabo en guarderías demuestran de manera diáfana tal aseveración.
En los mamíferos, la sexualidad del macho contiene un elemento importante de agresividad. Esta agresividad es necesaria para poder llevar a cabo la penetración; en sí, este acto conlleva ciertas dosis de agresividad ya que el macho “apuñala” con su pene, de manera reiterada, la apertura genital de la hembra. En muchos casos la penetración se lleva a cabo después del sometimiento de la hembra.
Por otra parte, si la agresividad es un componente de la sexualidad, no deberá extrañarnos el hecho de que entre las parejas o matrimonios se susciten peleas y disputas violentas. Tanto es así, que la policía sabe muy bien que en caso de asesinato (si el motivo no ha sido el robo), es el esposo, esposa o pareja sexual, el principal sospechoso.
En el mundo occidental, el asesinato, es primordialmente un crimen doméstico, ya que el asesino es frecuentemente el marido o padre, y la víctima la esposa o su amante.
Desmond Morris y Blom-Cooper os recuerdan, acertadamente, que la sociedad mira con una cierta simpatía y comprensión al esposo que mata a la esposa infiel o al amante de su esposa; ya que el crimen pasional os hace vibrar a todos de una manera muy especial, mientras que el típico crimen por dinero no es capaz de evocar en vosotros un estado anímico parecido.
Los malos tratos a las mujeres se denuncian más a menudo desde la década de los ochenta, en que se dio una mejora en la protección jurídica y una proliferación de instituciones encargadas de velar por la mujer. Ello ha permitido a las mujeres superar la barrera tradicional del miedo a las consecuencias de la denuncia y a la clásica indiferencia policial y judicial.
El 81,2 % de las víctimas de delitos y faltas de malos tratos en España son mujeres, así como lo son el 67,6 % de las víctimas de parricidio (según el Ministerio del Interior).
En 1984 (primer año del que existen datos), se presentaron 16.070 denuncias por haber sufrido malos tratos por parte del marido o compañero. En 1986, las denuncias fueron 17.039, para subir a 21.663 en 1987 y, año a año, el número de denuncias siguió aumentando.
También aumentó paulatinamente el número de femicidios. Entre el año 2002 y el 2006 fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas 321 mujeres mayores de catorce años en España, una media de 64 mujeres cada año. Durante este periodo, los femicidios aumentaron un 32,69%.
Andalucía, Cataluña y Valencia son las regiones en las que se produjeron más femicidios del 2002 al 2006. Asimismo, por provincias, las que han registrado más asesinatos a mujeres en este periodo han sido Barcelona (29 casos), Madrid (24 casos) y Valencia (21 casos).
En términos absolutos, el perfil de la víctima, era una mujer entre los 25 y 34 años.
El 75,31% de las mujeres asesinadas por su pareja o ex pareja eran españolas, frente al 24’69% que provenían de otros países, principalmente de Iberoamérica.
En cuanto al historial del maltrato, al menos el 34’27% de las mujeres asesinadas habían sufrido previamente malos tratos. El 69% de estas mujeres había denunciado a su agresor.
El 76,18% de los asesinos de mujeres en este periodo analizado eran españoles. El 23,82% restante eran extranjeros procedentes, principalmente, de países iberoamericanos y de la Unión Europea.
Por otra parte, en cuanto a los antecedentes de los asesinos, el 19,94%, antes de cometer el femicidio había transgredido las leyes.
Aunque la vinculación más habitual entre el asesino y la víctima es la de cónyuge, un 24,61% de los asesinos cometen su crimen tras romper con la víctima y el 71,11% de los asesinatos se cometen en el domicilio de las víctimas.
En cuanto al método utilizado, los asesinos suelen matar de cerca y utilizan métodos crueles, el 42,81% de los agresores han usado arma blanca; el 12,46% han estrangulado a su víctima; el 9,58% han utilizado algún objeto contundente; el 6’39% le han dado una paliza. El 15,65% han usado arma de fuego.
Otros datos de interés son que en el ámbito rural se han producido más víctimas que en el ámbito urbano; que el mayor número de femicidios se han producido en los meses de julio y agosto y que el 45,48% de los femicidios se han producido en los días festivos.
Las cifras de malos tratos dentro de la pareja que trascienden al público en general, se considera que representan tan sólo el 5 % de las agresiones que se producen. Un 76 % de estas denuncias revelan que el autor de la paliza es el propio marido o compañero. Estos datos (facilitados por el Instituto de la Mujer, ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado) confirman el hecho de que es en el seno de la familia donde tiene lugar la mayor parte de la violencia contra la mujer, ya que la institución familiar perpetúa la subordinación de la mujer al hombre.
Las multas al agresor son verdaderamente ridículas (3.000 o 4.000 pesetas, era la penalización en el año 1989), aunque la víctima sufriera rotura de costillas, conmoción cerebral, etc. Ahora, aun siguen siendo ridículas.
El artículo 66 del Código Penal, dice: "los cónyuges son iguales en derechos y en deberes". Pues bien, a pesar de ello, hay maridos que exigen de sus esposas un trato de servilismo, llegándolas a convertir en esclavas domésticas, y golpeándolas, si no se les satisface convenientemente.
Quizás por miedo, la mujer no utiliza su fuerza contra el hombre ni se defiende casi nunca cuando es agredida. La mayoría se niega a denunciar, hasta que las palizas se reiteran. Esta inhibición viene dada, en ocasiones, por la falta de conocimiento de sus derechos, el miedo de actuar ante las autoridades, la falta de recursos económicos para independizarse, la dependencia psicológica, los problemas que representan los hijos existentes, etc. La mayor parte de estas mujeres temen las posibles represalias de sus maridos, y algunas piensan que no vale la pena, puesto que a veces todo termina con una multa de simbólica para el marido.
Los vecinos tampoco denuncian, pues consideran las agresiones entre matrimonios como un asunto privado de cariz doméstico. Las acostumbran a calificar de "rencillas matrimoniales". En muchos casos son los hijos quienes traen a sus madres a la comisaría, hartos de presenciar las palizas domésticas.
Este tipo de agresividad no se da únicamente en las clases más bajas, carentes de un mínimo nivel cultural. Los estudios sobre la mujer maltratada, llevados a cabo por la Comisión de Relaciones con el Defensor del Pueblo, pone de relieve que este tipo de agresiones se da también entre las clases media y alta.
Las estadísticas hablan de que la mujer presenta, por lo general, una amplia tolerancia al maltrato. Bastantes mujeres lo llevan sufriendo entre 10 y 20 años.
Lo cierto es que donde debería anidar la afectividad, en muchas ocasiones reina la violencia.
Andalucía, Cataluña y Valencia son las regiones en las que se produjeron más femicidios del 2002 al 2006. Asimismo, por provincias, las que han registrado más asesinatos a mujeres en este periodo han sido Barcelona (29 casos), Madrid (24 casos) y Valencia (21 casos).
En términos absolutos, el perfil de la víctima, era una mujer entre los 25 y 34 años.
El 75,31% de las mujeres asesinadas por su pareja o ex pareja eran españolas, frente al 24’69% que provenían de otros países, principalmente de Iberoamérica.
En cuanto al historial del maltrato, al menos el 34’27% de las mujeres asesinadas habían sufrido previamente malos tratos. El 69% de estas mujeres había denunciado a su agresor.
El 76,18% de los asesinos de mujeres en este periodo analizado eran españoles. El 23,82% restante eran extranjeros procedentes, principalmente, de países iberoamericanos y de la Unión Europea.
Por otra parte, en cuanto a los antecedentes de los asesinos, el 19,94%, antes de cometer el femicidio había transgredido las leyes.
Aunque la vinculación más habitual entre el asesino y la víctima es la de cónyuge, un 24,61% de los asesinos cometen su crimen tras romper con la víctima y el 71,11% de los asesinatos se cometen en el domicilio de las víctimas.
En cuanto al método utilizado, los asesinos suelen matar de cerca y utilizan métodos crueles, el 42,81% de los agresores han usado arma blanca; el 12,46% han estrangulado a su víctima; el 9,58% han utilizado algún objeto contundente; el 6’39% le han dado una paliza. El 15,65% han usado arma de fuego.
Otros datos de interés son que en el ámbito rural se han producido más víctimas que en el ámbito urbano; que el mayor número de femicidios se han producido en los meses de julio y agosto y que el 45,48% de los femicidios se han producido en los días festivos.
Las cifras de malos tratos dentro de la pareja que trascienden al público en general, se considera que representan tan sólo el 5 % de las agresiones que se producen. Un 76 % de estas denuncias revelan que el autor de la paliza es el propio marido o compañero. Estos datos (facilitados por el Instituto de la Mujer, ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado) confirman el hecho de que es en el seno de la familia donde tiene lugar la mayor parte de la violencia contra la mujer, ya que la institución familiar perpetúa la subordinación de la mujer al hombre.
Las multas al agresor son verdaderamente ridículas (3.000 o 4.000 pesetas, era la penalización en el año 1989), aunque la víctima sufriera rotura de costillas, conmoción cerebral, etc. Ahora, aun siguen siendo ridículas.
El artículo 66 del Código Penal, dice: "los cónyuges son iguales en derechos y en deberes". Pues bien, a pesar de ello, hay maridos que exigen de sus esposas un trato de servilismo, llegándolas a convertir en esclavas domésticas, y golpeándolas, si no se les satisface convenientemente.
Quizás por miedo, la mujer no utiliza su fuerza contra el hombre ni se defiende casi nunca cuando es agredida. La mayoría se niega a denunciar, hasta que las palizas se reiteran. Esta inhibición viene dada, en ocasiones, por la falta de conocimiento de sus derechos, el miedo de actuar ante las autoridades, la falta de recursos económicos para independizarse, la dependencia psicológica, los problemas que representan los hijos existentes, etc. La mayor parte de estas mujeres temen las posibles represalias de sus maridos, y algunas piensan que no vale la pena, puesto que a veces todo termina con una multa de simbólica para el marido.
Los vecinos tampoco denuncian, pues consideran las agresiones entre matrimonios como un asunto privado de cariz doméstico. Las acostumbran a calificar de "rencillas matrimoniales". En muchos casos son los hijos quienes traen a sus madres a la comisaría, hartos de presenciar las palizas domésticas.
Este tipo de agresividad no se da únicamente en las clases más bajas, carentes de un mínimo nivel cultural. Los estudios sobre la mujer maltratada, llevados a cabo por la Comisión de Relaciones con el Defensor del Pueblo, pone de relieve que este tipo de agresiones se da también entre las clases media y alta.
Las estadísticas hablan de que la mujer presenta, por lo general, una amplia tolerancia al maltrato. Bastantes mujeres lo llevan sufriendo entre 10 y 20 años.
Lo cierto es que donde debería anidar la afectividad, en muchas ocasiones reina la violencia.
Hasta la llegada de la Constitución de 1978 (con la muerte del General Franco) existía una legislación que otorgaba al marido la doble potestad patria y marital, e imponía a la mujer y a los hijos el deber de obediencia; el hombre era el jefe del hogar, y la mujer necesitaba su permiso para sacarse su pasaporte o, incluso, para abrir una cuenta bancaria. Se hallaba supeditada al marido, a través de tres vías: su propia vida personal, sus hijos, y sus bienes.
La mujer debía obediencia al marido y éste protección a su mujer, como si se tratase de una menor o de una incapacitada mental o física. La legislación no contemplaba el castigo por parte del marido a su mujer, pero los malos tratos se consideraban “castigo tácito”, que el propio marido se encargaba de llevar a cabo.
Como muestra de hasta que punto estaba supeditada la mujer a su marido y hasta que punto la tenia el marido a su servicio os incluyo a continuación un extracto de las Instrucciones de Pilar Primo de Rivera (Jefa de la Sección Femenina durante el franquismo) que en 1950 aconsejó a las jóvenes que deseaban contraer matrimonio con el siguiente escrito:
“Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo. Especialmente, su plato favorito.
Ofrécete a quitarle los zapatos.
Habla en tono bajo, relajado y placentero.
Prepárate: retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello. Hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo.
Durante los días más fríos deberías preparar y encender un fuego en la chimenea para que él se relaje frente a él. Después de todo, preocuparse por su comodidad te proporcionará una satisfacción personal inmensa.
Minimiza cualquier ruido. En el momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora o aspirador. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle.
Escúchale, déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos.
Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta, en cambio, comprender su mundo de tensión y estrés, y sus necesidades reales.
Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se acueste en la recámara.
Ten preparada una bebida fría o caliente para él.
No le pidas explicaciones acerca de sus acciones o cuestiones su juicio o integridad. Recuerda que es el amo de la casa.
Anima a tu marido a poner en práctica sus aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente.
Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres.
Al final de la tarde, limpia la casa para que esté limpia de nuevo en la mañana.
Prevé las necesidades que tendrá a la hora del desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al mundo interior con talante positivo.
Una vez que ambos os hayáis retirado a la habitación, prepárate para la cama lo antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la higiene femenina es de máxima importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño.
Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama… si debes aplicarte crema facial o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche.
En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad.
Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer.
Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar.
Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes.
Es probable que tu marido caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana.
Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte”.
Estas recomendaciones de una hembra de mono domestico a las demás hembras de la especie para que se autodomestiquen aun más, nos sirve a los bonobos para constatar el bajo nivel de vuestra inteligencia y de vuestra dignidad.
También demuestran que algunas de vuestras hembras son aun más machistas que vuestros propios machos.
En cuanto a los actos de violencia que cobardemente perpetráis los machos humanos contra vuestras hembras y que os he plasmado en las estadísticas no hacen otra cosa que demostrar que tipo de primate sois.
Por eso los bonobos, una vez más, nos congratulamos de no pertenecer a vuestra horrible especie.
Minimiza cualquier ruido. En el momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora o aspirador. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle.
Escúchale, déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos.
Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta, en cambio, comprender su mundo de tensión y estrés, y sus necesidades reales.
Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se acueste en la recámara.
Ten preparada una bebida fría o caliente para él.
No le pidas explicaciones acerca de sus acciones o cuestiones su juicio o integridad. Recuerda que es el amo de la casa.
Anima a tu marido a poner en práctica sus aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente.
Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres.
Al final de la tarde, limpia la casa para que esté limpia de nuevo en la mañana.
Prevé las necesidades que tendrá a la hora del desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al mundo interior con talante positivo.
Una vez que ambos os hayáis retirado a la habitación, prepárate para la cama lo antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la higiene femenina es de máxima importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño.
Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama… si debes aplicarte crema facial o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche.
En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad.
Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer.
Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar.
Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes.
Es probable que tu marido caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana.
Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte”.
Estas recomendaciones de una hembra de mono domestico a las demás hembras de la especie para que se autodomestiquen aun más, nos sirve a los bonobos para constatar el bajo nivel de vuestra inteligencia y de vuestra dignidad.
También demuestran que algunas de vuestras hembras son aun más machistas que vuestros propios machos.
En cuanto a los actos de violencia que cobardemente perpetráis los machos humanos contra vuestras hembras y que os he plasmado en las estadísticas no hacen otra cosa que demostrar que tipo de primate sois.
Por eso los bonobos, una vez más, nos congratulamos de no pertenecer a vuestra horrible especie.
Siendo bonobos, tenemos garantizada la paz y la armonía familiar para el resto de nuestros días.
Os dejamos para vosotros: la violencia, los celos, el machismo, la soberbia y el asesinato.
viernes, 1 de agosto de 2008
MANIFESTACIONES DE LA AGRESIVIDAD
La visión del enemigo no suscita únicamente la agresividad, sino que también provoca miedo. Diríamos que en este momento crucial, el animal se encuentra sometido a dos fuerzas contrarias: una de ellas (la agresividad), le empuja al ataque, mientras que la otra (el miedo), le frena y le controla.
Normalmente el animal optará por una solución intermedia, que consistirá en una exhibición de amenaza. Las señales agresivas de la amenaza sirven como aviso de la violencia con la que se pretende lanzar el ataque.
Si la estrategia da resultado, se habrá logrado la victoria sin haber entrado en combate y por lo tanto, sin haber recibido un sólo rasguño, con lo que se habrá obtenido una máxima efectividad con el mínimo esfuerzo.
Caso de entrar en combate, el animal podría resultar vencedor a cambio de recibir alguna herida que le podría representar un handicap para un nuevo combate que podría perder a causa de la lesión.
En caso de desencadenarse la lucha, el cuerpo, tendrá toda su maquinaria a punto para emplearse a fondo. Con el transcurso del combate la energía se irá consumiendo y, finalmente, hará su aparición un estado de calma fisiológica.
En el hombre (como no podía ser menos al tratarse de un mamífero), se producen exactamente los mismos cambios fisiológicos que acabamos de describir.
Aunque ya no podéis impresionar a vuestros rivales a base de erizar vuestro pelo corporal, aún quedan reminiscencias de tal posibilidad en momentos de pánico extremo.
Todavía mantenéis como cualquier otro mono y tantos otros mamíferos, el músculo individual situado en la base de cada folículo piloso, y cuando os estremecéis tensáis estos pequeños músculos que os elevan el vello, al igual que ocurre en el chimpancé, y que, en vuestro caso, os dan a la piel el típico aspecto de “piel de gallina” mientras un escalofrío os recorre el cuerpo.
Vuestra literatura describe la situación con frases del estilo “Se me pusieron los pelos de punta”, “se le erizaron los pelos de la nuca”, etc.
Sin embargo, la pérdida de pelo con la consiguiente exposición de zonas de piel desnuda, os permite lanzar otro tipo de señales a través de la piel.
Se trata de profundos cambios de color que varían del pálido al rojo intenso, y que sin duda sirven de señal externa para anunciar vuestro estado anímico. Por lo general palidecéis de miedo y enrojecéis de rabia.
Como hemos visto en otro post, una de las funciones de la adrenalina consiste en inducir el transporte de la sangre de las zonas superficiales del cuerpo a zonas musculares durante la preparación para la lucha, con lo que se os produce un empalidecimiento de la piel. Por tanto, la palidez superficial, será únicamente una indicación de la gran actividad fisiológica que se está preparando en vuestros cuerpos. Las señales que acompañan a la palidez, serán las verdaderas guías que os traducirán el auténtico significado de la misma.
Si se trata de señales de agresividad, se estará preparando un ataque, pero si se acompaña de señales de miedo, lo más probable es que la palidez del individuo sea debida al pánico.
Una persona con la cara enrojecida, aunque muestre pautas agresivas, será mucho más difícil que se lance a un ataque, puesto que su fisiología no está preparada para tal función, al no haber canalizado su riego sanguíneo, en la dirección de los efectores del ataque.
Naturalmente, los movimientos intencionales de agresión, que hemos descrito para los animales, se dan también en el animal humano. En situaciones extremas de agresividad, el mono domestico, aprieta los puños, y los levanta y agita en señal de amenaza, llegando en algunos casos a estrellar el puño contra alguna superficie o a patear con fuerza el suelo, como evidencia de una agresividad redirigida.
El comportamiento de un humano iracundo y de un chimpancé cabreado, parecen recortados por un mismo patrón.
El hecho de golpear objetos para descargar sobre ellos la agresividad que no os atrevéis a lanzar sobre un rival que pudiera resultar peligroso, es constantemente observado en el comportamiento de muchos animales; desde el toro que, al sentirse frustrado en su agresividad, cornea a un burladero, al chimpancé o gorila, que en la misma circunstancia, arrancará, machacará y arrojará vegetación, en todas direcciones.
Todas estas exhibiciones, que se acompañan de terribles aullidos y gruñidos, pretenden causar mella anímica en el contrincante y casi siempre lo consiguen.
En cuanto a las expresiones faciales que indican agresividad, cabe decir que en el hombre se dan de dos tipos: las que compartís con los otros primates y las que son específicas del animal humano y que os han venido dadas a través de la cultura. Entre las primeras podemos destacar el fruncimiento de cejas y labios, mientras que entre las culturales existe una amplia gama de expresiones insultantes, algunas de ellas locales y otras más extendidas (como son el sacar la lengua en señal de burla o los gestos obscenos).
En el mono domestico se puede detectar fácilmente, al igual que en cualquier otro animal, un estado conflictivo interno, por la cantidad de actividades de desplazamiento que efectúa en un determinado espacio de tiempo. Actividades, tales como: encender cigarrillos (que posteriormente serán apagados a medio consumir), morderse las uñas, jugar con los objetos que sirven de ornamento, rascarse la cabeza o pasearse arriba y abajo a lo largo de una habitación, son señales indicadoras de un estado de frustración. Estas señales se harán más insistentes y obsesivas, cuanto mayor sea el conflicto interno.
Las televisiones de todo el Mundo nos sirvieron, en 1989, las imágenes de la visita del Papa a Nueva Zelanda. Una vez hubo descendido del avión, Juan Pablo II, echó a andar flanqueado por las autoridades que le dieron la bienvenida; en aquel preciso momento, una ráfaga de aire le arrebató su solideo papal. El Papa se llevó la mano a la cabeza, en un movimiento reflejo, dudó unos segundos mientras realizaba el movimiento intencional de echar a correr detrás del solideo, pero se refrenó al instante, sin duda por considerar que una carrera tras el solideo resultaría ridícula, hilarante y poco digna de los movimientos majestuosos que allí debía representar en ejercicio de su "rol" papal.
Como resultado de este conflicto interno, el Papa emitió una clara señal de desplazamiento, puesto que con la mano que aún mantenía sobre su cabeza, procedió a rascarse el cuero cabelludo, de manera suave, pero firme.
Esta misma señal de desplazamiento, tan típica del primate humano, la efectúan también muchas veces, los chimpancés, gorilas y orangutanes.
Este comportamiento papal he tenido ocasión de verlo, en otras muchas ocasiones, en plena selva, llevado a cabo por chimpancés y monos colobos.
Cuando os encontrais desarmados para luchar, os veis obligados a utilizar vuestras extremidades de la misma manera que lo hacen los otros mamíferos.
Muchos de los movimientos corporales que denotan enfado en el hombre, son calcados de los que utiliza el chimpancé.
El primate humano cuando se enfada, patea el suelo con fuerza y golpea a los objetos que tiene más a mano, araña, y muerde. Un rictus de agresividad se dibuja en el rostro para intimidar a sus contrincantes, lo mismo que un gato, tigre, perro o mono, y como hemos descrito más arriba, en determinadas zonas de su cuerpo se tensan los diminutos músculos que en tiempos pretéritos se encargaban de levantar el pelaje, lo que proporcionaba al homínido un aumento ficticio de su envergadura, para impresionar a sus enemigos (al igual que sucede hoy día en otros mamíferos).
Si observamos a un niño enfadado, notaremos en él prácticamente los mismos movimientos y expresiones corporales que detectaríamos en un chimpancé (van Hooff 1976). Todas ellas son las expresiones básicas de agresividad que no necesitamos aprender puesto que nos vienen dadas con nuestra dotación genética.
Un niño sordo, mudo y ciego de nacimiento, se comportará, al sentirse agresivo, de la misma manera que lo haría un niño normal, es decir, fruncirá los labios, tensará su musculatura, gesticulará de la misma manera y terminará estampando con fuerza los pies contra el suelo.
Se ha comprobado que las personas a las que se les impide descargar su furia, presentan una reducción del umbral de la agresividad. Este tipo de situación se da en los campos de prisioneros o en las largas expediciones científicas o de otra índole, en las que un grupo de buenos amigos o de personas afines deben consumir minutos, horas y días interminables, evitando cualquier posibilidad de disputa para el bien del grupo. Ello comporta la mencionada reducción de umbral, con lo cual, las frases o actos más inofensivos, como el roncar, canturrear o silbar, se transforman en ruidos insoportables que desencadenan una agresividad inusitada, por lo que tiene de violenta y desproporcionada. La doma social en la que está inmerso el hombre, le incapacita para poder desahogar su agresividad, al obligarle a comedirse ante muchas de las oportunidades que le surgen para poder descargarla.
En un sentido figurado podríamos decir que el ser humano tiene dos caras; la cara "ON" y la cara "OFF". Cuando no se encuentra interaccionando con la sociedad, pone su cara "OFF", mientras que cuando se está relacionando socialmente adopta su cara "ON".
Con la cara "OFF" os mostráis tal cual sois y como os sentís. En cambio, para no ser rechazados por la sociedad, la hipocresía social os obliga a adoptar una expresión característica que concuerde con determinadas circunstancias. Ello os obliga a utilizar vuestra cara "ON" con la que pretendéis hacer creer que estáis más tristes de lo que realmente estáis (al dar el pésame en determinados funerales, etc.) o más contentos de lo que en realidad os sentís (al felicitar a un rival de oposiciones, por ejemplo).
Si el lector reflexiona honestamente, casi con toda seguridad reconocerá que utiliza en su casa, con su familia, un tono de voz más agresivo que el que usa al relacionarse socialmente. En el hogar se muestra más como es en la realidad; no necesita "actuar", por eso lleva casi permanentemente su cara "OFF", mostrando la triste realidad de la naturaleza humana.
Fuera de casa utiliza más frecuentemente las palabras "por favor", "muchas gracias", sonríe más a menudo, cede el paso, etc. De no hacerlo así podría verse rechazado socialmente. Por ello se ve obligado a "actuar" con su cara "ON".
Es un ejemplo más de la doma social que os aplicáis a vosotros mismos y que (como hemos dicho tantas veces) os transforma en monos domésticos.
Vuestra "doma social" puede llegar a extremos inusitados, como se pone de manifiesto en la "doma religiosa" y la “doma política”.
Como consecuencia de la revolución estudiantil en la plaza de Tiananmen (que provocó una verdadera masacre de estudiantes) las autoridades chinas aplicaron a los estudiantes un adoctrinamiento político intensivo, mediante las clásicas técnicas de lavado de cerebro: se les mostraban vídeos, una y otra vez, que ofrecían la versión oficial de los acontecimientos, obligándoseles a hacer autocríticas públicas, memorizando las palabras del líder Den Xiaoping y forzándoseles a repetirlas de manera obsesiva. Se les instó también a informar del paradero de los estudiantes desaparecidos, mientras se les censuraba el correo. Se investigaba su identidad cuando entraban en el recinto universitario a la vez que se les registraban sus pertenencias. Los camiones de soldados circulaban con gran estrépito por el campus universitario a fin de coaccionar a los estudiantes. La totalidad de los primeros cursos de universidad fueron enviados a una escuela militar de las afueras de Pekín para recibir instrucción política y militar durante un año, antes de comenzar sus estudios.
El Gobierno volvió a la antigua práctica de asignar los puestos de trabajo a los estudiantes que se licenciaban, pagándoseles sueldos bajísimos (por debajo de la media nacional). Se les obligó a firmar un contrato de cinco años, como mínimo, para compensar al Gobierno por su educación. Durante este tiempo se les negaron los permisos de residencia en Shangai o en Pekín.
Cada paso que dais hacia una más estricta domesticación es un paso atrás en vuestra libertad e independencia.
Los bonobos, sin embargo, nos mantenemos firmes, libres, salvajes, dignos e independientes, PARA VERGÜENZA VUESTRA.
Normalmente el animal optará por una solución intermedia, que consistirá en una exhibición de amenaza. Las señales agresivas de la amenaza sirven como aviso de la violencia con la que se pretende lanzar el ataque.
Si la estrategia da resultado, se habrá logrado la victoria sin haber entrado en combate y por lo tanto, sin haber recibido un sólo rasguño, con lo que se habrá obtenido una máxima efectividad con el mínimo esfuerzo.
Caso de entrar en combate, el animal podría resultar vencedor a cambio de recibir alguna herida que le podría representar un handicap para un nuevo combate que podría perder a causa de la lesión.
En caso de desencadenarse la lucha, el cuerpo, tendrá toda su maquinaria a punto para emplearse a fondo. Con el transcurso del combate la energía se irá consumiendo y, finalmente, hará su aparición un estado de calma fisiológica.
En el hombre (como no podía ser menos al tratarse de un mamífero), se producen exactamente los mismos cambios fisiológicos que acabamos de describir.
Aunque ya no podéis impresionar a vuestros rivales a base de erizar vuestro pelo corporal, aún quedan reminiscencias de tal posibilidad en momentos de pánico extremo.
Todavía mantenéis como cualquier otro mono y tantos otros mamíferos, el músculo individual situado en la base de cada folículo piloso, y cuando os estremecéis tensáis estos pequeños músculos que os elevan el vello, al igual que ocurre en el chimpancé, y que, en vuestro caso, os dan a la piel el típico aspecto de “piel de gallina” mientras un escalofrío os recorre el cuerpo.
Vuestra literatura describe la situación con frases del estilo “Se me pusieron los pelos de punta”, “se le erizaron los pelos de la nuca”, etc.
Sin embargo, la pérdida de pelo con la consiguiente exposición de zonas de piel desnuda, os permite lanzar otro tipo de señales a través de la piel.
Se trata de profundos cambios de color que varían del pálido al rojo intenso, y que sin duda sirven de señal externa para anunciar vuestro estado anímico. Por lo general palidecéis de miedo y enrojecéis de rabia.
Como hemos visto en otro post, una de las funciones de la adrenalina consiste en inducir el transporte de la sangre de las zonas superficiales del cuerpo a zonas musculares durante la preparación para la lucha, con lo que se os produce un empalidecimiento de la piel. Por tanto, la palidez superficial, será únicamente una indicación de la gran actividad fisiológica que se está preparando en vuestros cuerpos. Las señales que acompañan a la palidez, serán las verdaderas guías que os traducirán el auténtico significado de la misma.
Si se trata de señales de agresividad, se estará preparando un ataque, pero si se acompaña de señales de miedo, lo más probable es que la palidez del individuo sea debida al pánico.
Una persona con la cara enrojecida, aunque muestre pautas agresivas, será mucho más difícil que se lance a un ataque, puesto que su fisiología no está preparada para tal función, al no haber canalizado su riego sanguíneo, en la dirección de los efectores del ataque.
Naturalmente, los movimientos intencionales de agresión, que hemos descrito para los animales, se dan también en el animal humano. En situaciones extremas de agresividad, el mono domestico, aprieta los puños, y los levanta y agita en señal de amenaza, llegando en algunos casos a estrellar el puño contra alguna superficie o a patear con fuerza el suelo, como evidencia de una agresividad redirigida.
El comportamiento de un humano iracundo y de un chimpancé cabreado, parecen recortados por un mismo patrón.
El hecho de golpear objetos para descargar sobre ellos la agresividad que no os atrevéis a lanzar sobre un rival que pudiera resultar peligroso, es constantemente observado en el comportamiento de muchos animales; desde el toro que, al sentirse frustrado en su agresividad, cornea a un burladero, al chimpancé o gorila, que en la misma circunstancia, arrancará, machacará y arrojará vegetación, en todas direcciones.
Todas estas exhibiciones, que se acompañan de terribles aullidos y gruñidos, pretenden causar mella anímica en el contrincante y casi siempre lo consiguen.
En cuanto a las expresiones faciales que indican agresividad, cabe decir que en el hombre se dan de dos tipos: las que compartís con los otros primates y las que son específicas del animal humano y que os han venido dadas a través de la cultura. Entre las primeras podemos destacar el fruncimiento de cejas y labios, mientras que entre las culturales existe una amplia gama de expresiones insultantes, algunas de ellas locales y otras más extendidas (como son el sacar la lengua en señal de burla o los gestos obscenos).
En el mono domestico se puede detectar fácilmente, al igual que en cualquier otro animal, un estado conflictivo interno, por la cantidad de actividades de desplazamiento que efectúa en un determinado espacio de tiempo. Actividades, tales como: encender cigarrillos (que posteriormente serán apagados a medio consumir), morderse las uñas, jugar con los objetos que sirven de ornamento, rascarse la cabeza o pasearse arriba y abajo a lo largo de una habitación, son señales indicadoras de un estado de frustración. Estas señales se harán más insistentes y obsesivas, cuanto mayor sea el conflicto interno.
Las televisiones de todo el Mundo nos sirvieron, en 1989, las imágenes de la visita del Papa a Nueva Zelanda. Una vez hubo descendido del avión, Juan Pablo II, echó a andar flanqueado por las autoridades que le dieron la bienvenida; en aquel preciso momento, una ráfaga de aire le arrebató su solideo papal. El Papa se llevó la mano a la cabeza, en un movimiento reflejo, dudó unos segundos mientras realizaba el movimiento intencional de echar a correr detrás del solideo, pero se refrenó al instante, sin duda por considerar que una carrera tras el solideo resultaría ridícula, hilarante y poco digna de los movimientos majestuosos que allí debía representar en ejercicio de su "rol" papal.
Como resultado de este conflicto interno, el Papa emitió una clara señal de desplazamiento, puesto que con la mano que aún mantenía sobre su cabeza, procedió a rascarse el cuero cabelludo, de manera suave, pero firme.
Esta misma señal de desplazamiento, tan típica del primate humano, la efectúan también muchas veces, los chimpancés, gorilas y orangutanes.
Este comportamiento papal he tenido ocasión de verlo, en otras muchas ocasiones, en plena selva, llevado a cabo por chimpancés y monos colobos.
Cuando os encontrais desarmados para luchar, os veis obligados a utilizar vuestras extremidades de la misma manera que lo hacen los otros mamíferos.
Muchos de los movimientos corporales que denotan enfado en el hombre, son calcados de los que utiliza el chimpancé.
El primate humano cuando se enfada, patea el suelo con fuerza y golpea a los objetos que tiene más a mano, araña, y muerde. Un rictus de agresividad se dibuja en el rostro para intimidar a sus contrincantes, lo mismo que un gato, tigre, perro o mono, y como hemos descrito más arriba, en determinadas zonas de su cuerpo se tensan los diminutos músculos que en tiempos pretéritos se encargaban de levantar el pelaje, lo que proporcionaba al homínido un aumento ficticio de su envergadura, para impresionar a sus enemigos (al igual que sucede hoy día en otros mamíferos).
Si observamos a un niño enfadado, notaremos en él prácticamente los mismos movimientos y expresiones corporales que detectaríamos en un chimpancé (van Hooff 1976). Todas ellas son las expresiones básicas de agresividad que no necesitamos aprender puesto que nos vienen dadas con nuestra dotación genética.
Un niño sordo, mudo y ciego de nacimiento, se comportará, al sentirse agresivo, de la misma manera que lo haría un niño normal, es decir, fruncirá los labios, tensará su musculatura, gesticulará de la misma manera y terminará estampando con fuerza los pies contra el suelo.
Se ha comprobado que las personas a las que se les impide descargar su furia, presentan una reducción del umbral de la agresividad. Este tipo de situación se da en los campos de prisioneros o en las largas expediciones científicas o de otra índole, en las que un grupo de buenos amigos o de personas afines deben consumir minutos, horas y días interminables, evitando cualquier posibilidad de disputa para el bien del grupo. Ello comporta la mencionada reducción de umbral, con lo cual, las frases o actos más inofensivos, como el roncar, canturrear o silbar, se transforman en ruidos insoportables que desencadenan una agresividad inusitada, por lo que tiene de violenta y desproporcionada. La doma social en la que está inmerso el hombre, le incapacita para poder desahogar su agresividad, al obligarle a comedirse ante muchas de las oportunidades que le surgen para poder descargarla.
En un sentido figurado podríamos decir que el ser humano tiene dos caras; la cara "ON" y la cara "OFF". Cuando no se encuentra interaccionando con la sociedad, pone su cara "OFF", mientras que cuando se está relacionando socialmente adopta su cara "ON".
Con la cara "OFF" os mostráis tal cual sois y como os sentís. En cambio, para no ser rechazados por la sociedad, la hipocresía social os obliga a adoptar una expresión característica que concuerde con determinadas circunstancias. Ello os obliga a utilizar vuestra cara "ON" con la que pretendéis hacer creer que estáis más tristes de lo que realmente estáis (al dar el pésame en determinados funerales, etc.) o más contentos de lo que en realidad os sentís (al felicitar a un rival de oposiciones, por ejemplo).
Si el lector reflexiona honestamente, casi con toda seguridad reconocerá que utiliza en su casa, con su familia, un tono de voz más agresivo que el que usa al relacionarse socialmente. En el hogar se muestra más como es en la realidad; no necesita "actuar", por eso lleva casi permanentemente su cara "OFF", mostrando la triste realidad de la naturaleza humana.
Fuera de casa utiliza más frecuentemente las palabras "por favor", "muchas gracias", sonríe más a menudo, cede el paso, etc. De no hacerlo así podría verse rechazado socialmente. Por ello se ve obligado a "actuar" con su cara "ON".
Es un ejemplo más de la doma social que os aplicáis a vosotros mismos y que (como hemos dicho tantas veces) os transforma en monos domésticos.
Vuestra "doma social" puede llegar a extremos inusitados, como se pone de manifiesto en la "doma religiosa" y la “doma política”.
Como consecuencia de la revolución estudiantil en la plaza de Tiananmen (que provocó una verdadera masacre de estudiantes) las autoridades chinas aplicaron a los estudiantes un adoctrinamiento político intensivo, mediante las clásicas técnicas de lavado de cerebro: se les mostraban vídeos, una y otra vez, que ofrecían la versión oficial de los acontecimientos, obligándoseles a hacer autocríticas públicas, memorizando las palabras del líder Den Xiaoping y forzándoseles a repetirlas de manera obsesiva. Se les instó también a informar del paradero de los estudiantes desaparecidos, mientras se les censuraba el correo. Se investigaba su identidad cuando entraban en el recinto universitario a la vez que se les registraban sus pertenencias. Los camiones de soldados circulaban con gran estrépito por el campus universitario a fin de coaccionar a los estudiantes. La totalidad de los primeros cursos de universidad fueron enviados a una escuela militar de las afueras de Pekín para recibir instrucción política y militar durante un año, antes de comenzar sus estudios.
El Gobierno volvió a la antigua práctica de asignar los puestos de trabajo a los estudiantes que se licenciaban, pagándoseles sueldos bajísimos (por debajo de la media nacional). Se les obligó a firmar un contrato de cinco años, como mínimo, para compensar al Gobierno por su educación. Durante este tiempo se les negaron los permisos de residencia en Shangai o en Pekín.
Cada paso que dais hacia una más estricta domesticación es un paso atrás en vuestra libertad e independencia.
Los bonobos, sin embargo, nos mantenemos firmes, libres, salvajes, dignos e independientes, PARA VERGÜENZA VUESTRA.
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