lunes, 24 de marzo de 2008

ESOS CORAZONES VUESTROS

Siempre he mantenido que vuestra inteligencia deja mucho que desear. En los últimos posts me he encargado de demostrároslo en temas sociales y de religión, en los que espero insistir con muchísimas más aportaciones de todo tipo.

Hoy escribiré sobre vuestra incapacidad intelectual en otro terreno, el de la fisiología, y para ello centraremos nuestro comentario semanal a hablar del corazón.

Todos los monos sabemos que el corazón es un órgano que tiene como única función el repartir sangre con fuerza por todo el sistema circulatorio. Es pues una autentica bomba de propulsión sanguínea.

Como digo, esto lo saben todos los monos,…todos los monos… menos vosotros ¡¡.

En vuestra supina ignorancia os imagináis que el corazón es el “órgano del amor”, el receptáculo donde se refugian los sentimientos. El mono domestico es tan ignorante que identifica a un órgano del aparato circulatorio con el “santuario del amor”.

Llega San Valentín y vuestros e-mails se llenan de corazones.

Paseo por el campo y veo, grabados en la corteza de los árboles, corazones atravesados por flechas.

Veo postales con imágenes de antaño en las que vuestros machos enamorados declaran, arrodillados y con la mano sobre el corazón, amor eterno a la hembra que cortejan.

Enciendo el televisor y veo una ceremonia de entrega de medallas. En lo más alto del podio se encuentra una atleta norteamericana escuchando su himno nacional con lágrimas en los ojos y mano sobre el corazón.

Salgo a la calle, camino entre vosotros y oigo expresiones tales como: “he tenido una corazonada”, “Pedro tiene muy buen corazón” “veo esto y se me parte el corazón” “José tiene un gran corazón”.

Entro en un bar…suena una canción ya añeja pero con un título sugerente “Corazón partío”. En la mesa de al lado una chica le comenta a otra “...es que se me encoge el corazón” la otra le contesta... “..Yo no me preocuparía, todo el mundo sabe que este tío NO TIENE CORAZÓN ¡¡ en cambio su hermano tiene un corazón de oro, …en fin, ya sabes … ojos que no ven, corazón que no siente”.

En otra mesa una mujer esta leyendo una “revista del corazón” mientras su compañera de mesa escucha Radio Corazón (96.7 FM), conectada a su mp3.

En la mesa de enfrente un fanático de la secta del Opus Dei lee en su libro de oraciones unas frases divinas: El pecado endurece el corazón y permite al espíritu maligno apartarnos del amor. Por eso Dios prometió: "Os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne". (Ez 36,26).

A su lado descansa otro librito, “Camino” (la Biblia del Opus), le pido que me lo deje consultar, lo abro por la página 52 y leo el versículo 188- “Mira que el corazón es un traidor.- Tenlo cerrado con siete cerrojos”.

La palabra "corazón" aparece 873 veces en la Biblia y "corazones", otras 88 veces.
En ocasiones la palabra se usa para escribir frases tan disparatadas como esta:
"Circuncidad el prepucio de vuestro corazón y no endurezcáis más vuestra cerviz" (Deuteronomio 10:16)

Francamente, todo muy descorazonador.

Lo dicho, cada día que paso entre vosotros me convenzo más de vuestra estupidez.

Permitidme que un chimpancé pigmeo (así nos llamáis a los bonobos) os explique porque late con fuerza vuestro corazón cuando os embarga la emoción.

Se trata pura y simplemente de una sencillísima operación de acción-reacción fisicoquímica.
Ante una situación de estrés, las glándulas suprarrenales lanzan un chorro de adrenalina al torrente sanguíneo, lo que provoca diversos cambios fisiológicos, tales como: dilatación pupilar, sudoración, producción de glucógeno por medio del hígado, aumento de la tensión muscular, aumento de la tensión arterial, mayor ventilación pulmonar, aumento del ritmo cardíaco, etc.
El incremento de los latidos cardiacos provoca un mejor riego sanguíneo con sangre bien oxigenada gracias al aumento de la ventilación pulmonar, ello permite “alimentar y asistir” a tejidos y órganos del cuerpo.

Todo este súbito cambio fisiológico se anuncia con una taquicardia bien perceptible.
Ello equivoca al primate humano. Sus pocas luces le hacen pensar que los sentimientos, el amor y la emoción, están en el corazón.
Su razonamiento es así de simple: “Si cuando me enfado o me enamoro, el corazón me va más rápido, queda probado que los sentimientos y las emociones están en el corazón...”

Pensáis esto… y os quedáis “tan panchos”.

Lo impactante del caso es que, a pesar de estar tan marcados por vuestro corazón al relacionarlo con vuestros nobles y bajos sentimientos, y a pesar de dedicarle páginas y páginas de prosa y poesía... no sabéis ni la forma que tiene.

Un día se me ocurrió, como parte de mi trabajo de investigación, pedir a cuantos monos de vuestra especie encontré por la calle, que me dibujaran un corazón. Pues bien, todos (sin excepción) me dibujaron la figura simbólica que plasmáis en vuestros naipes, dos arcos por arriba y puntiagudo por abajo.
Sí, exactamente el mismo dibujo que os enviáis por S. Valentín y el mismo que grabáis en el mobiliario urbano.

He aquí una nueva prueba de vuestra ignorancia.

Y como la ignorancia y la religión van de la mano, habéis hecho del corazón un fetiche religioso.
Con recogimiento y devoción procedéis a rezar y adorar al músculo cardíaco al que incluso dedicáis altares y levantáis templos.

Adoráis al Sagrado Corazón de Jesús (no al Jesús del Sagrado Corazón) sino al SAGRADO CORAZÓN de Jesús.
En vuestro delirio presentáis a Jesucristo con el corazón fuera del pecho y sostenido en la mano y, para colmo de los colmos, el órgano aparece envuelto en llamas.


A la Virgen de los Dolores también le sacáis el corazón fuera del pecho y, en este caso, la representáis con el corazón atravesado por siete puñales. Vuestra calenturienta imaginación no tiene límites.


El hecho de que seáis el único animal capaz de adorar a un órgano del cuerpo y de rezarle, ya nos dice bien a las claras que tipo de mono sois.

Lo dicho, los bonobos estamos sorprendidos y atónitos ante vuestras delirantes ocurrencias, a cual más disparatada.

Teniendo en cuenta que acabáis de ampliar la lista de pecados capitales a castigar, y viendo de lo que sois capaces, no sería de extrañar que en un futuro no muy lejano decidierais ampliar también la lista de órganos a adorar, con lo que no nos extrañaría que acabarais rezando al hígado o al riñón de Jesús. Tendríamos, con el Sagrado Corazón de Jesús, el Sagrado Hígado y el Sagrado Riñón.

Os faltaría sólo elegir un órgano más para adorar (y no quiero imaginarme cual) para poder completar, con la cuarta estampita, vuestro póquer santo.



Que la sabiduría del bonobo os acompañe y os ilumine, para quitaros tanta tontería.






viernes, 14 de marzo de 2008

¡¡ MÁS PECADOS ¡¡

Leo que al Vaticano le ha dado por incrementar los Pecados Capitales con unos cuantos más.
Como siete les parecían pocos han pensado en añadir otros siete y así de paso dan otra vuelta de tuerca al “puteo” de la humanidad al incrementar sus posibilidades de condena eterna.

La “ocurrencia” papal se publica en L´Osservatore Romano bajo el título de “Las nuevas formas del pecado social”.

Y ¿Cuáles son los nuevos pecados mortales?

1.- Las violaciones bioéticas (como la anticoncepción).

2.- Los experimentos moralmente dudosos (como la investigación con células madre).

3.- La drogadicción.

4.- Contaminar el medio ambiente.

5.- Contribuir a ampliar la brecha entre ricos y pobres.

6.- La riqueza excesiva.

Y 7.- Generar pobreza.

Estos siete pecados los podemos incluir en cuatro grandes grupos:

- Dañar al medio ambiente.
- Consumo de drogas.
- Hacer experimentos genéticos dudosos.
- Y acumular excesiva riqueza.

Pasemos acto seguido a considerar cada una de las nuevas variantes doctrinales.

A) Es pecado mortal hacer experimentos genéticos dudosos.

Teniendo en cuenta que la Iglesia siempre se ha opuesto a los avances científicos por encontrarse todavía anclada en la Edad Media, no es de extrañar que repudie la medicina del progreso.
Se ha cansado de manifestar (y nosotros de oírla manifestarse) que se opone y condena los experimentos con células madre o cualquier interferencia genética.
¿Qué sirven para salvar vidas? Tanto les da, a ellos eso no les importa, lo suyo es prohibir.
Es de destacar que en este apartado incluyen también la ANTICONCEPCIÓN ¡¡¡.

Como con la condena no tienen bastante, instauran un nuevo pecado mortal, lo equiparan a un mandamiento y ejercen el terrorismo de la amenaza de las penas del infierno para los que no les hagan caso.

B) Es pecado mortal dañar al medio ambiente.

Me parece muy bien que consideren un pecado grave dañar a la Naturaleza. Para mí, y para nosotros, los bonobos, es el más grave de los pecados.

El problema está en como se las arreglarán para justificar a su Dios …y al más perverso de los mandatos divinos: “Dominarás la Tierra y la someterás a tu voluntad…” (Génesis).
Cuando el hombre quema un bosque, poluciona mares y ríos, destruye la capa de ozono, se carga a miles de especies animales y vegetales o provoca el cambio climático, no hace otra cosa que cumplir con el mandato divino de “someter la naturaleza a la voluntad humana”.

Pienso que según las nuevas normas papales Dios debería ser el primer cliente del Infierno.
Para aseverar tal cosa me baso en el principio de la "doble responsabilidad".


Es doblemente responsable, en primer lugar, por haber creado al hombre (bestia destructora del planeta Tierra) y en segundo lugar, por haberle ordenado (en el momento de la creación) que hiciera lo que quisiera con la naturaleza.

Creo que en el Vaticano “el señor de falda blanca” se ha metido en un buen apuro.

Aunque lo cierto es que vuestro dios ya se condenó a si mismo al fuego eterno al pecar gravemente contra el Pecado Capital de la ira.
En el Antiguo y Nuevo Testamento hay más de 200 citas atribuidas a vuestro dios en las que se trasluce una personalidad extremadamente agresiva e irascible.
Amenaza constantemente con muertes, masacres, epidemias y otros castigos terribles. Como, por ejemplo el castigo en venganza por el pecado original que condena a muerte a todos los humanos, las plagas de Egipto, el exterminador “Diluvio Universal” y decenas y decenas de frases llenas de ira y odio como : "Y a esos enemigos míos, que no querían que yo reinara sobre ellos, traedlos aquí y MATADLOS delante de mí” (Mat.19:27), etc.
Él mismo, según las sagradas escrituras, coge el látigo y golpea con saña a los mercaderes del templo mientras los insulta con rabia.

Otro Pecado Capital que condena a vuestro dios a las penas del infierno es el de la soberbia.
Recordad sus frases: “Yo soy el Señor tu Dios. No tendrás otro Dios más que a mi”( Primer Mandamiento de los diez transferidos a Moisés) o (Isa 46:9 “Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí”), etc.

C) Es pecado mortal el consumo de drogas.

Me parece muy bien que se penalice con las penas eternas del infierno el consumo de drogas.
Yo mismo me encargaré de avisar al primer sacerdote que pille fumando, del peligro que corre su “salvación”.
Lo divertido del caso es que el Capo Vaticano no ha reparado en que hay diversos tipos de drogas y que él mismo y los suyos son adictos a una droga muy peligrosa…. ¿Os suena la frase “La religión es el opio del pueblo”?.


Supongo que estaréis de acuerdo conmigo en que la religión es adictiva, produce alucinaciones (los hay que ven “apariciones”, seres que resucitan, estatuas de vírgenes que lloran sangre, palomas que fecundan a hembras humanas, etc).
Tienen también sus “camellos” (suelen vestir de negro y con alzacuellos blancos). Se les ve en determinadas escuelas intentando “enganchar” a vuestras crías o tratando de conseguir adeptos y adictos desde el púlpito.

D) Es pecado mortal el acumulo excesivo de riqueza.

Os recomiendo que os deis una vuelta por el Vaticano (yo lo hice no hace mucho) y hagáis un inventario de los centenares de kilos de oro, plata y piedras preciosas junto con las valiosísimas obras de arte que allí se acumulan.

Estas inmensas riquezas servirían para aliviar el hambre y salvar las vidas de millares de niños en los próximos lustros.

Pero no os engañéis, las riquezas vaticanas seguirán acumulándose y los niños seguirán muriéndose de hambre.

En fin, que en el Vaticano (con los nuevos pecados) no se va a salvar del fuego eterno … “ni el apuntador”.

Para terminar, les sugeriría que instauraran un nuevo pecado social (ya no viene de uno más) y que lo incluyeran en la lista de los pecados mortales más graves. Me refiero al “Abuso de menores acogidos a tutela eclesial”. Aunque, a decir verdad, en este caso particular (y por razones obvias) no creo que tengan en cuenta mi sugerencia.

jueves, 13 de marzo de 2008

EL "PERRO INMUNDO"

Los bonobos siempre hemos considerado al perro un animal más digno, más noble y más fiel que el animal humano. A diferencia de este, no destruye la naturaleza, ni esconde hipócritamente sus sentimientos, es fiel a su dueño (aunque este lo maltrate) y sigue la ley natural de “hacer el bien y evitar el mal”.
Los monos domésticos humanos los utilizan para su beneficio, abusan de ellos, los maltratan, pronuncian la palabra “perro” o “ perra” para insultarse entre si (“hijo de perra” es el equivalente a “hijo de puta”), y el Islam llega incluso a considerarlos “animales impuros”.

En justa correspondencia he de decir, en honor a la verdad, que en el léxico del bonobo la palabra “hombre” o “humano” es sinónimo de “criminal” o “destructor”. En ciertos ambientes sociales de nuestra especie, la palabra “humano” se considera una obscenidad y por ello evitamos pronunciarla.


Por el solo hecho de considerar a tan noble animal, un “animal impuro”, me armaría de razón para dar la espalda al Islam si hubiese tenido la desgracia de haber nacido primate humano, como vosotros.
El hecho de que el Islam califique al perro de animal impuro, ya define al propio Islam.

Si bajo las leyes islámicas se maltrata al perro, no es de extrañar que también se maltrate a la hembra humana negándole sus libertades y sus derechos más elementales.
Por no respetar, no respeta ni a los ancianos, como lo demuestra el caso de un anciano de 70 años que hace diez días fue condenado a recibir 30 latigazos y a pasar cuatro meses en prisión, por haber cometido el “terrible delito” de sacar a pasear a su perro.

¿Cómo osáis consideraros animales racionales? ¿Os parece “racional” torturar a un anciano a latigazo limpio y a la pérdida de libertad durante cuatro meses, encerrándolo en una cárcel inmunda, por el mero hecho de sacar a pasear a su mascota?

Dice el Mensajero de Allah: “Si un perro lame un recipiente, lavadlo siete veces y frotadlo con tierra una octava vez”
Decidme… ¿Encontráis el "sagrado consejo" inteligente, racional, brillante o… estúpido, absurdo o desternillante ?.
Y, por supuesto, como el perro es "inmundo" deberéis lavar el recipiente siete veces, ya que si lo laváis seis u ocho veces el invento no funciona ¡¡
Por último (y para desinfectarlo a fondo) hay que lavarlo una octava vez … PERO ESTA VEZ CON TIERRA ¡¡¡

…Y nosotros que pensábamos que un objeto bien lavado, si se ensucia con tierra, hay que lavarlo de nuevo para evitar posibles infecciones.. ¡¡¡

Os lo digo en serio, los bonobos nos partimos el pecho a carcajadas con vuestras religiones. Os complican hasta tal punto la vida con historias y "consejos" de este calibre, que no me extraña que os estéis labrando poco a poco vuestra propia extinción inmersos en la más profunda de las locuras.
Y es que sois unos animales tan particulares… que sois TODO, menos inteligentes.
Decir que el perro es un animal impuro, no deja de ser una apreciación propia de monos domésticos descerebrados.

En cualquier caso, le aconsejaría al abuelo iraní que se quedara con su perro y de paso, que cambiara de religión.



Que la paz del bonobo sea con vosotros ....y con vuestros perros ¡¡¡.

domingo, 9 de marzo de 2008

LA EUTANASIA

Repasando vuestra historia leo que en la Grecia antigua la eutanasia era plenamente aceptada. Los magistrados disponían de veneno (cicuta) para aquellos que desearan morir, lo único que se necesitaba era un permiso oficial. Quien no deseaba vivir exponía los motivos al Senado y una vez oída y aprobada su petición, podía quitarse la vida. Otro tanto sucedía en algunos países de América del Sur. Se sabe que hasta fines del siglo XIX existía la persona del “despenador” o “despenadora” encargada de hacer morir a los moribundos desahuciados a petición de los parientes.


Durante la Edad Media se produjeron cambios frente la muerte y al acto de morir. La eutanasia, el suicidio y el aborto fueron considerados como pecado, puesto que el mono domestico no puede disponer libremente sobre su vida, ya que afirma que no es suya, al habérsela dado Dios. El fanatismo religioso era tal, que la muerte repentina (mors repentina et improvisa ) se consideraba como una muerte mala (mala mors), ya que impedía despedirse de familiares y amigos y poder morir cristianamente. Se hablaba del “arte de morir” como parte del “arte de vivir”.

A veces habéis confundido los términos (cosa harto frecuente en vuestra especie) y habéis aplicado el concepto de eutanasia separado de su sentido real, por ejemplo, para matar a lisiados y enfermos mentales en tiempos de escasez económica durante la primera guerra mundial. Los nazis hablaban de eutanasia para referirse a la eliminación de los minusválidos y débiles (Aktion T-4). En los Juicios de Nuremberg (1946 – 1947) se juzgó como ilegal e inmoral toda forma de eutanasia activa sin aclaración y consentimiento o en contra de la voluntad de los afectados.

En el siglo XXI vuestra domesticación llega a tal punto, que vuestras reglas sociales (basadas en vuestras estúpidas religiones) os imponen, contra toda lógica, el tener que morir sufriendo en la mayoría de los casos.

La Asociación Médica Mundial considera contrarios a la “ética” tanto el suicidio con ayuda médica como la eutanasia, por lo que deben ser condenados por la profesión médica. Cabe destacar que esta “ética” se basa en el juramento Hipocrático del Siglo V a. c.: "Jamás proporcionaré a persona alguna un remedio mortal, si me lo pidiese, ni haré sugestión alguna en tal sentido; tampoco suministraré a mujer alguna un remedio abortivo. Viviré y ejerceré mi arte en santidad y pureza"

Cuando algún doctor se apiada de los terribles sufrimientos de los terminales, le cae encima todo el peso de la Iglesia Católica y del PP (Partido Puritano), como ocurrió recientemente con el Dr. Montes jefe de Urgencias del Hospital Severo Ochoa en la comunidad de Madrid.
El director de la unidad de Urgencias, Luis Montes, fue destituido de su cargo el 11 de marzo de 2005. Le acusaron de 400 “homicidios” por haber aplicado sedación a los terminales que sufrían terribles dolores. Después de revisar los casos uno a uno el Colegio de Médicos concluyó que no era posible establecer relación directa entre las sedaciones y las muertes de los pacientes. Aún así, el Colegio de Médicos señaló que hubo mala práctica médica en 34 casos.
Posteriormente la Audiencia Provincial de Madrid ratificó, en un auto contra el que no cabe recurso, el sobreseimiento y archivo del caso de las presuntas sedaciones irregulares en el servicio de Urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés y ordenó además que se suprima toda referencia a la supuesta mala práctica de los médicos denunciados, dejando en evidencia a los políticos del PP y al propio Colegio de Médicos. El juez ordenó también limpiar los nombres de los médicos imputados por las sedaciones del Severo Ochoa

En cuanto a la Iglesia Católica cabe destacar que la postura del actual papa Benedicto XVI quedó explícitamente recogida en una carta a varios eclesiásticos norteamericanos de 2004:
“…..si un católico discrepara con el Santo Padre sobre la aplicación de la pena de muerte o en la decisión de hacer la guerra, éste no sería considerado por esta razón indigno de presentarse a recibir la Sagrada Comunión. Aunque la Iglesia exhorta a las autoridades civiles a buscar la paz, y no la guerra, y a ejercer discreción y misericordia al castigar a criminales, aún sería lícito tomar las armas para repeler a un agresor o recurrir a la pena capital. Puede haber una legítima diversidad de opinión entre católicos respecto de ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no, sin embargo, respecto del aborto y la eutanasia…”
(Tercer punto de la carta de J. Ratzinger, al cardenal Theodore McCarrick, Arzobispo de Washington DC)

Como podéis ver el líder supremo de los católicos llega a justificar en algunos casos las guerras y la pena de muerte pero, en ningún caso, ni el aborto ni la eutanasia.

Os he hecho ver en otras ocasiones lo estúpidos que acostumbran a ser vuestros argumentos religiosos. Parecen escritos expresamente para “putearos”. Aquí tenéis una muestra de tan “sabios consejos”:
“La eutanasia es una grave ofensa a Dios, autor de la vida, en cuanto viola su ley. No es lícito matar a un paciente para no verle sufrir o no hacerle sufrir, aunque aquél lo pida. Ni el paciente, ni los médicos, ni los familiares tienen la facultad de decidir o provocar la muerte de una persona. No tiene derecho a la elección del lugar y del momento de la muerte, porque el hombre no tiene el poder absoluto sobre su persona y su vivir, con mayor razón, sobre su muerte”.

“Etimológicamente, eutanasia, viene del griego y significa principalmente buena muerte, muerte apacible, sin sufrimiento. Según la tradición cristiana, a la buena muerte se llega cuando se prepara espiritualmente al encuentro con Dios. Sólo dentro de la perspectiva cristiana de la redención, el sufrimiento alcanza su valor pleno. El dolor puede ser un instrumento de salvación , cuando es vivido cristianamente e iluminado por la Palabra de Dios”.

“Dios otorga la vida y los sufrimientos, por lo tanto es obligación cristiana el soportarlos”.


“Aún más fundamentalmente, tal parece que hemos olvidado que tenemos un alma inmortal creada a imagen y semejanza de Dios. El alma es lo que nos distingue fundamentalmente del resto del reino animal. Hace medio siglo el Papa Pío XII se preguntaba: "¿No consiste acaso la eutanasia en una falsa compasión que alega evitarle al hombre el sufrimiento purificador y meritorio, no por medio de una ayuda caritativa y loable, sino por medio de la muerte, como si estuviéramos tratando con un animal irracional desprovisto de inmortalidad?" En esta pregunta el Papa estaba resaltando dos grandes propósitos del dolor: la purificación y el mérito.

El segundo gran propósito del sufrimiento humano es ganar mérito. La primerísima afirmación de la Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II Salvifici doloris sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano resalta la constante enseñanza de la Iglesia sobre esta materia: "Suplo en mi carne -- dice el apóstol San Pablo, indicando el valor salvífico del sufrimiento -- lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia."

La Declaración sobre la eutanasia del Vaticano nos enseña: "...según la doctrina cristiana, el dolor, sobre todo el de los últimos momentos de la vida, asume un significado particular en el plan salvífico de Dios; en efecto, es una participación en la Pasión de Cristo y una unión con el sacrificio redentor que Él ha ofrecido en obediencia a la voluntad del Padre. No debe pues maravillar si algunos cristianos desean moderar el uso de los analgésicos, para aceptar voluntariamente al menos una parte de sus sufrimientos y asociarse así de modo consciente a los sufrimientos de Cristo crucificado (cf. Mateo 27:34)."

Un cierto grado de dolor al final de la vida nos permite seguir a Cristo hasta la misma cruz. En cierto modo, sería una inconsistencia el que los cristianos estuviesen dispuestos a sufrir ciertos tipos de indignidad e inconveniencias en nombre de Cristo durante varias décadas de su vida, y luego negarse a participar plenamente en el último y más importante sufrimiento de Nuestro Señor en el momento de su muerte.
Ponemos "a dormir" a los animales porque su sufrimiento no tiene sentido. No pueden enfrentar la muerte con fortaleza y entereza. Por lo tanto, nuestra única respuesta posible a su tribulación es ponerle fin a su sufrimiento lo antes posible.

Lo que los animales necesitan en sus últimos días es que los traten humanitariamente; lo que los seres humanos necesitan en sus últimos días es que lo tratemos humanamente, es decir, como seres humanos dignos de respeto -- ofreciéndoles nuestra compañía, dándoles ánimo para mantener su fortaleza y, cuando el dolor es grave, proveyéndoles lo mejor que la medicina puede ofrecer para aliviar su dolor. Pero no podemos tratar a las personas como a los animales, con la inyección lista para "ponerlos a dormir". No, debemos respetar su dimensión espiritual y el plan de Dios para sus vidas”.

Como según la Iglesia el hombre no es dueño de su cuerpo, tampoco se le permite el suicidio.

Con el inicio del dominio de la religión cristiana en el mundo occidental, el suicidio se condenó sin paliativos; cualquiera que atentara contra su propia vida no recibiría cristiana sepultura. Esta condena también tuvo influencia sobre la legislación civil: No solamente se confiscaban las propiedades y los bienes de la víctima, sino que ésta recibía un entierro ignominioso: se empalaba su cuerpo, para abandonarlo después en la vía pública. No se hacían excepciones, ni siquiera para aquellos que habían soportado largos sufrimientos a causa de enfermedades incurables. Era impensable recibir cualquier tipo de alivio compasivo, aunque el sufrimiento fuera muy intenso.
Hacia el siglo IV San Agustín describió el suicidio —contrario al quinto mandamiento, «No matarás»— como «detestable y abominable perversidad». Asimismo, sostenía que el suicida usurpaba las funciones de la Iglesia y del Estado..

Es indudable que el primordial derecho que puede asistir hoy a todo ser vivo es el de la vida, pero cuando se ve afectado por unas condiciones de salud que exigen el estar conectado a determinados aparatos, como el respirador artificial, etc., cabe preguntarse si se está cuidando la vida o prolongando la agonía que le llevará a la muerte.

La Eutanasia es un derecho del paciente que busca como único fin el librar a una persona de intensos sufrimientos, de una terrible agonía que padece como resultado de una enfermedad grave e incurable. En términos de una teoría Utilitarista de los derechos, la Eutanasia se nos muestra como una opción más práctica que el tener que soportar una existencia marcada por el dolor. Deja de sufrir el paciente y deja de sufrir su familia.

Aunque es evidente que es mucho mejor una muerte digna antes que una vida indigna, la encarnización médica se impone al deseo del paciente, propietario de su vida.
La intromisión médica en su vida pasará por encima de los derechos y de la voluntad del paciente que en multitud de casos quedará reducido a una piltrafa humana conectado a máquinas. El pobre infeliz tendrá que sufrir el agudo dolor físico y la tortura moral de la humillación al sentirse secuestrado en una cama de hospital prisionero de unas absurdas leyes creadas por el hombre.

Y yo os pregunto… ¿Si tenéis el derecho de vivir con dignidad, por qué no se os da el derecho a morir dignamente?

La verdadera pregunta no es si deberíais dejar morir a una persona sino si deberíais permitir que se la mantenga viva con terribles dolores y contra su voluntad. En ambos casos estáis interviniendo en procesos naturales.

Otro principio a considerar es el de no-maleficencia. No deberíais causar daño a aquellas personas que amáis o a quienes os confiaron la tarea de cuidarlos.
No siempre resulta beneficioso para un paciente el mantenerlo vivo a cualquier costo.
Se puede hacer el bien al ayudar a morir a un paciente terminal, evitando prolongar su dolorosa agonía. Es decir: si mantenemos con vida a una persona en contra de su voluntad, no le hacéis el bien sino el mal, infligiéndole un daño innecesario. Eso es inmoral. Aquí nos encontramos a la vez con un principio de beneficencia y no-maleficencia prima facie, que aparece como "decencia moral común".

Aunque algunos de vosotros redactáis “El testamento vital”, sabéis que cuando llegue la hora de la verdad será papel mojado


Sois monos complicados, de mente barroca. Aunque en su conjunto vuestros descubrimientos e inventos a la larga os llevarán a la extinción, debo reconocer, que en algunas cosas nos superáis. Una de ellas es el haber encontrado la manera de propiciar una muerte indolora al que sufre dolores atroces. Vuestras mascotas ya se benefician de ello, pero sois tan, pero tan estúpidos y estáis tan, pero tan domesticados por vuestras leyes, que teniendo el remedio de “la buena muerte” preferís morir sufriendo inmersos en dolores inútiles. ¿Cómo osáis llamaros seres inteligentes?
Creedme, al estudiar vuestro comportamiento, los bonobos no salimos de nuestro asombro.


No quisiera despedirme hoy sin presentaros a un nuevo recién llegado a este mundo tan maltratado por vosotros.

Sin duda, tanto nuestros bebes, como los vuestros, se merecen un mundo mejor.