miércoles, 31 de marzo de 2010

EL CINE, LA TELEVISIÓN Y LA AGRESIVIDAD DEL MONO DOMESTICO




Bandura y Walters, demostraron en 1973, a base de expe­rimentos que, en la formación del comportamiento agresivo del animal humano es de suma impor­tan­cia el a­prendizaje del éxito, el del modelo social y, por úl­timo, la edu­cación dirigida sobre el premio y castigo.

Para compro­barlo, estu­diaron el efecto que producen los di­versos mode­los de agre­si­ón en grupos de niños. El primer grupo fue testigo directo de como un adulto maltra­taba a una muñeca de goma; el segundo grupo pre­senció la misma escena a través de la televisión; al tercero le fue pasada una película de dibujos ani­mados en la que un gato sus­tituía al primate humano en la misma escena de agre­sión, y al cuarto y último grupo se le pro­yec­taba un film "neutro", sin ningún atisbo de agre­sividad. Acto segui­do se si­tuó a los cuatro grupos de niños en una situación de frus­tra­ción, y se observaron sus juegos: los tres grupos que habían pre­sen­ciado el com­portamiento agresivo, se comportaron con una agre­sividad a todas luces mayor que la de los del grupo que habían visto el film "neutro", y que era el grupo de control del experimento. Por otra parte, los que habían observado la escena agresiva por la pantalla del te­levisor se mos­traron más agresivos que los que habían presen­ciado la agresión en la reali­dad.

Los que han aducido el efecto liberador de tensiones que provocan las películas violentas, pretendiendo con ello haber de­mostra­do el carác­ter inocuo de la representación de la violencia, sólo tie­nen pre­sente el efecto a corto plazo; olvidan que existe otro a largo pla­zo, con­sistente en un aumento de la agresividad, fenómeno muy si­milar al que sucede en los diferentes tipos de deportes de lucha.



Cada vez son más los au­tores que cuestionan que las emisiones televi­sivas de con­te­nido agre­sivo y los programas de humor de carac­terísti­ca mordaz, libe­ren ten­siones, argumentando que dichos espectá­culos más bien in­citan a la a­gresi­vidad. Aunque la película este cons­truida de forma que per­mita el de­sahogo del espectador, hay que tener en cuenta el principio de que la ac­tivación repe­tida de un sistema fisiológi­co, puede de­sencadenar su pue­sta en marcha.

Desde estas líneas le sugiero al lector de espíritu in­quie­to que acuda a la proyección de una película de contenido vio­len­to, y que intente captar las excla­maciones que par­ten del pa­tio de butacas, durante la proyección. Este experimen­to puede com­ple­tarse acudiendo a diversos cines al tér­mino de las sesio­nes, para ob­servar al público que va saliendo, com­portándose de manera diversa se­gún haya sido el contenido del film.


Muchos investigadores, entre los que destacan Robert Lie­bert y Robert Baron, han demostrado que la visión de pe­lícu­las violen­tas incrementa la agresividad de una amplia gama de su­jetos entre los que se inclu­yen amas de casa, jóvenes delincuentes, estu­diantes de bachi­llerato y en­ferme­ros de hospital, entre muchos otros. Concretamente de las 18 investiga­ciones llevadas a cabo en esta dirección, 16 confir­man la teoría de que ob­ser­var actos violentos implica una mayor pro­babilidad de gene­rar otros actos violentos por parte de los obser­va­dores.

En un ejem­plo concreto, Liebert y Baron mostraron a un grupo de niños un episo­dio de la violenta serie televisiva de gángsteres "Los in­tocables" (famosa en los años 60), mientras que un grupo con­trol veía durante el tiem­po que du­raba el telefilm, un partido de fútbol americano. A conti­nuación se dejó a los niños jugar en un cuarto distinto con o­tros niños. Los niños que habían presenciado el telefilm se mostra­ron mu­cho más vio­lentos que los que habían visto el partido de fútbol.

Una película o un espectáculo de contenido agresivo, pue­de ac­tuar como un elemento liberador de tensiones, pero a la vez pue­de de­sen­cadenar un comportamiento agresivo en el espectador que no se encuen­tre en un es­tado de ánimo violento y que, al ver la película puede excitarse hasta llegar a la violencia.

Normalmente lo que o­curre es que el espectador se identifica de manera clara con lo que está suce­diendo en la pantalla. La estrategia de las películas de violencia consiste en que, en primer lugar, se debe activar la agre­sividad del espectador con­tra uno o algu­nos de los protagonistas (los "malos" de la película), para a continua­ción (una vez se halle ya el público sensibilizado), pasar al desen­lace trepidante de violencia en el que el héroe de la historia vence al villano. Ello satis­face a ci­erto tipo de espec­tadores que des­cargan así sus impulsos agre­sivos, pero, por otra par­te, provoca la excitación a otros, a los que incremen­ta su a­gre­sividad.


El gran é­xito y demanda de pelí­cu­las de con­tenido vio­lento por parte del espec­tador, indica cla­ramente que esta temáti­ca le sa­tisface una necesidad. Todo el mundo sabe que las pelícu­las de acción y de te­rror se en­cuentran entre las más taqui­lleras. A la hora de al­quilar cintas de vídeo o de bajarse películas de Internet, los jó­venes muestran cada vez ma­yores prefe­rencias por las pelícu­las de horror sanguinario, y por las historias de suspense con desenlace brutal.

El aumento de la demanda de los films de con­teni­do duro se evidencia entre los jóve­nes de la capa de la clase media-baja, que buscan la fórmula: mie­do-di­versión-emoción.


Una encuesta efectuada por la Generalitat de Catalunya, reveló que entre las películas favoritas de los escolares de 13 años destacan las que muestran escenas de car­nicería en las que se maltra­ta y despedaza a personas.


Esta demanda de violencia en el cine ha propi­ciado la apa­rición de segundas, terceras, e incluso cuartas y quintas partes de pelícu­las de corte agresivo.


Recuérdense los ejemplos de:

"ROCKY" (Rocky Balboa, Rocky II, Rocky III, Rocky IV, Rocky V, Rocky VI, Rocky VII).


"RAMBO" (Rambo, Rambo II, Rambo III, Rambo IV, Rambo V).


"TIBU­RÓN" (Tibu­rón, Tibu­rón II, Tibu­rón III, Tibu­rón IV, Tibu­rón V, Tibu­rón VI, Tibu­rón VII).


"LA MATANZA DE TEXAS" (La matanza de Texas, La matanza de Texas II, La matanza de Texas III, La matanza de Texas IV, La matanza de Texas V, La matanza de Texas VI).


“EL PADRINO” (El padrino, El padrino II, El padrino III, El padrino IV, El padrino V).


“EL MUÑECO DIABÓLICO” (El muñeco diabólico, El muñeco diabólico II, El muñeco diabólico III, El muñeco diabólico IV, El muñeco diabólico V).


“VIERNES 13” (Viernes 13, Viernes 13 II, Viernes 13 III, Viernes 13 IV, Viernes 13 V, Viernes 13 VI, Viernes 13 VII, Viernes 13 VIII, Viernes 13 IX, Viernes 13 X).


“PESADILLA EN ELM STREET” (Pesadilla en Elm Street, Pesadilla en Elm Street II, Pesadilla en Elm Street III, Pesadilla en Elm Street IV, Pesadilla en Elm Street V, Pesadilla en Elm Street VI, Pesadilla en Elm Street VII, Pesadilla en Elm Street VIII).


“HELLRAISER” (Hellraiser, Hellraiser II, Hellraiser III, Hellraiser IV, Hellraiser V, Hellraiser VI, Hellraiser VII, Hellraiser VIII).


“HALLOWEEN” (Halloween, Halloween II, Halloween III, Halloween IV, Halloween V, Halloween VI, Halloween VII).


SCREAM (El grito)” (Scream, Scream II, Scream III, Scream IV, Scream V, Scream VI).


“THE RING” (The ring, The ring II, The ring III).


“ALIEN” (Alien, Alien II, Alien III, Alien IV, Alien V).


“REC” (Rec, Rec II).


“EXTERMINIO” (Exterminio, Exterminio II, Exterminio III, Exterminio IV).


HANNIBAL (Hannibal, Hannibal II, Hannibal III, Hannibal IV, Hannibal V).


“DESTINO FINAL” (Destino final, Destino final II, Destino final III, Destino final IV, Destino final V, Destino final VI, Destino final VII, Destino final VIII).


“EL JUEGO DEL MIEDO” (El juego del miedo, El juego del miedo II, El juego del miedo III, El juego del miedo IV, El juego del miedo V, El juego del miedo VI, El juego del miedo VII, El juego del miedo VIII).


“El retorno de los malditos” (El retorno de los malditos, El retorno de los malditos II).


Y otras muchas.. entre las que destacan decenas de películas sobre Drácula, Frankenstein, “Hombres lobo”, Fantasmas, Muertos vivientes, etc., etc., etc.


Las series de "Rambo" (por ejemplo) constituyeron un e­norme éxito de ta­qui­lla, y en el interior de las salas de exhibi­ción el público co­reaba cada una de las acciones violentas.


"Rambo", es un autén­tico ejemplo del "born to kill" (na­cido para matar), encarnación mítica del héroe nor­teamericano de la Guerra de Vietnam.

"Rambo II", ofre­cía 200 escenas violen­tas y 44 muer­tes, sin contar las causadas por las 70 explo­sio­nes que se dan en el trans­curso de la pelí­cula. La fre­cuencia de esce­nas violentas es de más de 2 por minuto. El film recaudó en las prime­ras seis semanas de pro­yección en los EE.UU. 23.100 millones de las antiguas pese­tas. En "Rambo III" (cu­ya acción transcurre en Afganistán) se dan 245 ac­tos de violencia y 123 muertes en com­bate, sin contar los que mue­ren en masa.


Las enormes recaudaciones obtenidas por los films pro­tagoniza­dos por Syl­vester Stallone, nos sirven para indicar el inte­rés que este tipo de películas suscita en los espectadores.

Cada una de las siguientes 21 películas protagonizadas por este actor recaudó cifras millonarias. "Rocky" (en cada una de sus 7 capítulos), “Rambo” (en sus 5 partes), “ La cocina del infierno", "FIST", "Halcones de la noche", "Evasión o victoria", "Rhinestone", "Cobra", "Yo, halcón", "Encerrado" y "Tango y Cash" fueron éxitos rotundos en taquilla.

Esta parafernalia de violencia se vio superada en el film "La Jun­gla 2". En esta película, se demues­tra la gran parado­ja del cine norteamericano (re­presión para las escenas de sexo, y libe­ralismo y ex­presivi­dad al máximo para las escenas de vio­len­cia).

Durante el de­sa­rrollo del film, mueren 265 personas (ninguna de muer­te natural), con una media de 3 muertos por minuto de proyec­ción. En la mayoría de este tipo de películas, las cámaras se recrean en es­cenas brutales, por su violencia, utili­zando las técni­cas de cámara lenta y de "zoom".


La aparición esporádica de francotiradores que dispa­ran sus armas de manera indiscriminada contra los tran­seúntes o clientes de bares, demuestra hasta que punto las escenas de un film pueden in­fluir en determinados espec­tadores.

Estos, para llevar a cabo la ma­sacre, llegan in­cluso a vestirse como los protagonistas del film.


Supongo que no hará falta que os recuerde las frecuentes masacres perpetradas en Institutos y escuelas norteamericanas por alumnos de los centros que se presentan un buen día en clase vestidos a lo “Rambo” cargados con diversas armas que disparan a diestro y siniestro contra sus compañeros y profesores hasta vaciar los cargadores, reservándose una última bala para poderse inmolar una vez consumada su “hazaña”.

No debe sorprendernos en absoluto el interés de los ni­ños por las películas de "guerra", de "indios" o de "policías y la­dro­nes", ya que a estos mismos niños los habéis ido formando voso­tros a tra­vés de la violencia. La televi­sión que censuraba escenas de sexo, jamás hacía lo propio con las escenas de violencia. Los films de "ro­manos" o de "indios" (extremadamente violentos), siempre han sido "ap­tos para todos los públicos".


Los films donde se da el más fre­néti­co ritmo de violencia (las películas de dibujos animados) van dirigidos, pre­cisa­men­te, a un público infantil; como también a él van diri­gidas las tiras de comics y tebeos, donde el mamporro y el ac­cidente es la tó­nica domi­nante.


Cualquier película de dibujos de Walt Disney, o de Fred Quimby, es una sucesión imparable de actos violen­tos.


Todo el mundo re­cuer­da las agresiones continuas que se producen en las películas de "Tom y Jerry", del " Ratón ató­mico" o en “Bola de Dragón” (por poner sólo algunos ejem­plos).


En 1990 psi­quiatras y grupos de ciudadanos de varios países asocia­dos en la "Coalición Internacional contra la Violencia en el Ocio" pro­testaron públicamente por la emisión de la se­rie de dibu­jos "Las fa­bulosas tortugas Ninja", por conside­rarla psicológi­camen­te dañina. En esta serie de 65 episodios se suceden una media de 194 actos vio­len­tos por capí­tulo. Fue emi­tida en 1990 por TV3 de Catalunya los sába­dos a las 15.15 horas, y repe­ti­da los do­min­gos a las 11 ho­ras, es decir, en los días y horas de ma­yor au­di­en­cia in­fantil.


La o­ferta televi­siva para ni­ños se com­ple­men­taba con la serie "Campeo­nes" de Tele 5 (pro­ta­goni­zada por un gru­po de niños de ros­tros de­sencajados y dien­tes apretados, cuya úni­ca pa­sión era ganar jugando al fút­bol, lo que fo­men­taba la competi­ti­vidad sin lími­te en los muchachos), y por "La pan­dilla ba­su­ra" en el canal autonó­mi­co madri­leño, famosa por la cons­tante exhi­bición de com­por­tamiento agre­sivo y an­tisocial. Sus prota­gonistas vivían en esterco­leros, se reventaban es­pinillas infec­tadas, buceaban por retre­tes, pasaban sus cerebros por pasapu­rés y se arrancaban los intes­tinos unos a otros.


Televi­sión Es­pañola dedicaba un espa­cio a la guerra con "Ca­ba­lleros del Zodíaco", donde se mostra­ba al Caballero del Mal vivien­do en un cas­tillo que tenía el suelo cubierto de san­gre, dedi­cándose a prac­ticar todas las posibi­lidades de tor­tura.


Los dibujos que tienen la gue­rra como fon­do nunca hablan de sus as­pectos negativos, como destruc­ción, po­breza o miseria. De esta mane­ra los niños ter­minan por creer que la gue­rra es una apasionante aven­tura.


La violencia es también palpable en la mayoría de los álbumes y tebeos infantiles.


En "Astérix" los ro­manos reciben todo tipo de agresiones; los galos, muestran un notable chovinismo y xeno­fo­bia, siendo ejemplo constante de gula y pare­ciendo estar permanen­temente "enganchados" a una determinada póci­ma.


"El Capitán Trueno" o el "Gue­rrero del Antifaz" lanzaban, desde sus pá­gi­nas, mensajes sub­limi­na­les de pulsiones masoquistas.


El comic ja­po­nés "Akira", de gran éxito en España, llega al paroxismo de la vio­len­cia al presen­tar como protago­nistas a niños que disparan todo tipo de armas moder­nas.


O­tros personajes de comics se caracterizan por lanzar otro tipo de mensa­jes. Así, por ejemplo, Tintín muestra un ra­cismo larva­do, mien­tras que el capitán Haddock está casi permanen­te­mente bo­rra­cho.

Los "pi­tu­fos" dispo­nen de una sola "pitu­fa", con lo que su vida se­xual debe ser de lo más compleja...,etc.


En vuestro país, España, hay en el mercado no me­nos de 60 su­per­héro­es, que cada sema­na desde los quioscos siembran ideas de vio­lencia y ven­ganza en las men­tes infan­tiles.



­La violencia televisiva sirve, en muchos casos, de mo­de­lo de con­ducta para los niños y jóvenes. George Gerb­ner y su equipo hicieron un análisis meticuloso de la progra­ma­ción de televisión en algunos estados de EEUU en las horas de máxima audiencia, in­clu­yendo la mañana del sábado. Comprobaron que en ocho de cada diez pro­gramas había actos violentos. Los programas favoritos de los pe­que­ños, los dibu­jos ani­mados, eran los de máximo contenido de violen­cia. De 95 pe­lí­culas de dibujos animados analizadas, únicamente UNA de ellas se ha­llaba exen­ta de actos violentos.

Los escolares de España y de otros países de Occi­dente pasan una media de 1.450 horas al año delante del televisor. La ci­fra dobla el número de ho­ras que pasan en las aulas. Es verdadera­mente im­pactante contrastar estas estadísticas con las que nos dicen que sólo el 11 % de los niños de 6 a 13 años lee algo diariamente.


Hoy día, la mayoría de escolares de Barcelona disponen, como míni­mo, de los 44 canales gratuitos de TDT (sin contar las películas de vídeo). Si se conectan al satélite Astra (vía Canal +) dispondrán de unos 200 canales más a los que se deberá añadir todo lo que se puedan bajar de Internet, con lo cual al multiplicarse la oferta televisiva y de Internet, aumen­tan exponencialmente las posi­bi­lidades de verse in­fluenciados por la pequeña pantalla del ordenador y del televisor.


En los Estados Unidos hay quienes calculan que un joven estadounidense promedio habrá visto 200.000 actos de violencia en la televisión, incluyendo 16.000 asesinatos, antes de cumplir 18 años .


La Asociación de Psicología de los Estados Unidos, asegura que al concluir la escuela primaria un niño ha visto en televisión 8 mil asesinatos y 100 mil actos de violencia .


En Venezuela, se estima que al llegar a los 18 años un joven ha presenciado más de 113.500 muertes, 65 500 escenas bélicas y 8.763 suicidios .


En México se calcula que los niños, en promedio, “han sido expuestos a 8 mil asesinatos y 100 mil acciones violentas en la televisión, al momento de terminar su educación primaria” .


Los balazos, acuchillamientos, palizas y bombas aparecen en las películas de “acción” y en muchas de las series televisivas. En estas series se multiplican por mucho los crímenes que se dan en la vida real, y la policía sabe muy bien que cuando la televisión proyecta un film con determinadas esce­nas de violencia, existe una cierta probabi­lidad de que se produzcan, en los días que siguen al pase del film, actos violentos basados o inspirados en es­tas escenas.

No os debe, por tanto, extrañar, que a la hora de escoger sus juegos de ordenador o de consola, las crías de mono doméstico se inclinen en su mayoría por los juegos en los que la violencia esta presente.

Por desgracia, y pese a todas estas consideraciones, os veis obligados a educar a vuestros hijos entre mensajes agresivos e imágenes de violencia. Esta es la sociedad que habéis creado.


Visto lo visto, llegáis a la conclusión de que a vuestros hijos no se les debe evitar las experiencias con la agresión, pues si carecen de ellas estáis convencidos de que ten­drán serios problemas para la socialización y asimilación de la agre­sivi­dad que continuamente se da en vuestra sociedad y en vuestra vida diaria.


La so­ciedad ac­tual, le pide al líder, al ejecutivo, al deportista, etc., una cier­ta dosis de agresividad, sin la cual, jamás podrá auparse hacia jerar­quías superio­res en la sociedad de los agresivos y violentos monos domésticos. … Y así os va por la vida ¡¡¡

martes, 16 de marzo de 2010

DOMESTICADOS PARA LA AGRESION


Los procesos de aprendizaje ejercen una enorme influen­cia en la evolución de la conducta agresiva de los animales.

Un ejemplo clá­sico es el adiestra­miento de ratones mediante el triunfo en las peleas. Aunque estos no obtengan más que la victoria y la expulsión del congénere, bastará para convertirlos en ani­males agresivos.


También a la inversa, con ayuda de la derrota y otros cas­ti­gos, se podrán obtener ratones pací­ficos. Si esto fun­ciona en los mamí­feros que vosotros llamáis "inferiores", hemos de esperar algo parecido en el primate humano.


En la formación del comportamiento agresivo tiene una gran impor­tancia, en primer lugar, el aprendizaje del éxito; le sigue el del modelo so­cial y por último la educación dirigida sobre el pre­mio y castigo.

El aprendizaje ejerce una gran influencia en la evolu­ción de la agresividad en los animales. Si a los rato­nes los adies­tramos para obtener el triunfo en las peleas, se les convierte en animales a­gre­sivos, mientras que de los derrotados obtendremos anima­les pacífi­cos. Scott ha obte­nido ratones que son capaces de mos­trarse agresi­vos hacia cualquier oponente (por muy fuerte que este sea). Para ello trucó una serie gradual de peleas a fin de que en cualquier caso ob­tuviesen la victoria. Demostró que el ratón que ha luchado y ven­cido en un pasado, tendrá más seguridad en sus fuerzas, y con ello más posibilidades de victoria en sus luchas futuras. Tam­bién demostró que sus animales a­prendían a luchar luchando, a no lu­char no luchando y a vencer vencien­do.

En el desarrollo normal del niño el apren­dizaje de imi­ta­ción tiene una extraordinaria trascen­den­cia. Los niños se identi­fican con el progenitor de su mismo sexo sin necesidad de presi­ones educati­vas, lo imitan por decisión propia, po­siblemente en virtud de una dis­posición innata para el aprendizaje. Además, los a­dultos de vuestra especie e­jercen tam­bién una tarea educacional moldeando directamente la acti­tud funda­men­tal de los niños.

En los pueblos be­licosos (como los eu­ropeos), se enseña a los niños a ser intolerantes y a respon­der a las agresiones con agre­si­ón. Lo mismo sucede en mu­chos otros pueblos esparcidos por los lugares más recónditos del mundo.

Eibesfeldt filmó a un niño Himba, del África Sudoc­ciden­tal, al que otro niño había pegado. El agredido corrió llorando hacia su cabaña. Su abuela le entregó un palo y le ordenó apa­lear a su a­gre­sor. El niño no se atrevió a hacerlo y lloró con más fuerza; su a­buela le propinó una bofetada y lo sacó de la choza.


Entre los belicosos indios Waika, Eibesfeldt, recogió muchos docu­men­tos de este tipo.


A una niña a la que su hermano había golpeado, su madre le entregó un palo para que a su vez le pegara. Como éste era ma­yor y más fuerte que ella, la madre lo sujetó. Acto se­guido demostró a la pequeña como podía morder a su hermano, y le exhortó a hacer lo mis­mo.

En muchas culturas las madres humanas no sólo incitan a los pe­que­ños a tomar venganza, sino también a la agresividad, burlándose de ellos y excitándolos hasta enfurecerlos.

Chagnon, refiere como, con motivo de una fiesta los mu­cha­chos Wai­ka (yanomami) de 8-15 años de edad, fueron obligados a dar vueltas alre­de­dor del pueblo, luchando entre ellos. Los que por miedo a las he­ridas se ne­garon a hacerlo y escaparon, fueron traídos a ras­tras por sus pa­dres y obligados a pe­garse, "...A los primeros golpes se pusie­ron a llo­rar, poco después el miedo dio paso a la furia y al final se apalea­ron con ver­dadero entusiasmo, chillándose y revolcán­dose en el suelo mie­n­tras sus padres los enar­decían con gritos de ánimo...".



Los niños Waika se identifican en sus juegos con el rol del adul­to. Disparan flechas sin pun­ta, im­itan los bailes de los mayores y se golpean en la cabeza con palos de ma­dera blanda en un intercam­bio de golpes que responde a las re­glas que siguen los adultos en sus torneos.


Sois una especie agresiva y por ello son agresivos también vuestros dioses y vuestras religiones. La palabra “venganza” es una de las más utilizadas de vuestro léxico. Pedís más agresividad a vuestros deportistas y a nivel de negocios triunfan los ejecutivos agresivos.

En horario infantil vetáis las escenas de sexo y en cambio no hacéis lo mismo con las escenas en las que impera la violencia.

Sois tan imbéciles que mientras censuráis la visión de un matrimonio haciendo el amor (incluso más allá del horario infantil) permitís sin pestañear que se pueda ver como la esposa envenena a su marido o como el marido mata de un disparo a la esposa. Prohibís el acto máximo de amor y exhibís el acto máximo de violencia, como norma.


Tanto si sois monos domésticos como monos a medio domesticar (culturas Himba, Waika, etc.) vuestros ritos culturales y sociales destilan agresividad y violencia. Agredís a la naturaleza y os agredís a vosotros mismos… Os pasáis la vida de guerra en guerra. Así escribís vuestra historia y así os va en la vida.

Afortunadamente los bonobos tenemos filosofías muy diferentes a las vuestras.

Vuestro mundo es un mundo de odio… en el nuestro sólo impera la camaradería y el amor.