viernes, 22 de junio de 2012

NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE


En un reciente post os hablaba del clero.  Os razonaba como la tribu de brujos que vive en vuestra sociedad (Papas, cardenales obispos y curas) se constituía en un grupo de monos domésticos parásitos de vuestras creencias, ya que se valían de vuestra fe, para vivir a costa vuestra. 

Vosotros los alimentáis, les dais cobijo, les reverenciáis, les dais poder, les libráis de cualquier impuesto y ellos se limitan a rezar, a cantar, a comeros el coco y, de cuando en cuando, algunos, se dedican a perseguir a vuestras crías para abusar de ellas.

Si sois capaces de leer algo más que la Biblia y La Hoja Diocesana os quedará cada vez más claro que los ciudadanos cada vez están más y más indignados con su comportamiento, con su inutilidad y con su falta de solidaridad con los demás ciudadanos a la hora de afrontar la crisis que os azota.

Muchos son, entre vosotros, los que cada vez se alejan más de la Iglesia católica por considerarla una secta inútil y corrupta.


Algunos de vosotros intentáis justificar su existencia basándoos en la supuesta bondad, santidad, utilidad y sacrificio de los “misioneros”.
Estoy convencido que todos los que pensáis así pertenecéis al abundante grupo de monos domésticos que se esfuerzan en evitar la reflexión y que se limitan a repetir lo que tantas veces oyeron a sus abuelos, a sus padres o a los propios brujos que se esmeran en extender esta “leyenda blanca del misionero”.

Sucede que no es oro todo lo que reluce y os puedo asegurar que, a los ojos de los bonobos, la labor del misionero es quizá una de las más innobles labores que les están encomendadas a los brujos de la Iglesia.
Veamos porque opino así:

Quizás lo mejor será empezar con un poco de Historia.
Cuando los españoles llegaron a México, se encontraron con una civilización que tenía una religión muy diferente de la cristiana.  Lo que más impactó a los conquistadores fue la poderosa religión estatal que rendía culto a las principales divinidades indígenas con diversos ritos.  

De acuerdo con su mentalidad de hombres europeos del siglo XVI, la entendieron como una religión que rendía culto al demonio y a las fuerzas del mal y se propusieron su completa destrucción.

La secta católica requería urgentemente recuperarse de la deserción de millares de fieles como resultado del movimiento religioso conocido como la Reforma, en la primera mitad del siglo XVI, que dio origen a las iglesias protestantes y sustrajo a la obediencia de los Papas a gran parte de Europa ante el relajamiento de la fe y de las costumbres, la corrupción del propio clero y la difusión de la Biblia como consecuencia de la invención de la imprenta.  Por ello pensaron que lo más apropiado para sus propósitos era el adoctrinamiento de los millones de indígenas americanos.  Para eso...y para otras cosas, enviaron a  los misioneros a América.

Los sacerdotes y religiosos llegaron a América con la misión de evangelizar, es decir, de enseñar a los indígenas los principios de la que consideraban la verdadera fe: la religión cristiana...por supuesto la suya.  


Pensaron que una forma rápida de exterminar las religiones de los indígenas pasaría por el asesinato de sus emperadores.
La muerte de los emperadores azteca e inca contribuyó a que esas sociedades perdieran confianza en sus dioses: con la muerte de Moctezuma o de Atahualpa, no sólo desaparecían los jefes del Estado sino también los hijos del Sol, su protector. 

Los misioneros pensaron que una manera de putear a los indígenas a fondo y de asegurar la definitiva derrota de sus religiones sería la edificación de iglesias, precisamente, en los lugares en los que antes habían existido los templos o centros de culto de los indígenas...y es que eran así de malnacidos ¡¡¡

Durante los primeros tiempos y terminada la etapa de la resistencia armada, los misioneros fueron optimistas porque los indígenas parecían aceptar a la nueva religión y recibían en masa los sacramentos del bautismo y del matrimonio.  

Sin embargo, al poco tiempo comenzaron a advertir que la aceptación del cristianismo era sólo superficial ya que, a escondidas de los españoles, continuaban realizando los ritos de su culto tradicional. 


En 1608, el cura doctrinero de Huarochirí (Francisco de Ávila) puso las autoridades coloniales en alerta al denunciar a sus feligreses andinos por proseguir clandestinamente con los cultos precolombinos.

Ávila afirmó que los indígenas de su parroquia, pese a ser bautizados, eran idólatras y rendían culto a las deidades andinas como antes de la conquista...chivato que era el brujo ¡¡.

Poco después de dar la alarma, en 1610, Ávila fue nombrado el primer juez extirpador de idolatrías por el arzobispo de Lima. Ese era el premio que recibía por traicionar a sus fieles.

Además de Ávila, otros extirpadores fueron nombrados en los años siguientes y la eliminación de idolatrías pronto quedó institucionalizada en el arzobispado de Lima.

Varias campañas de extirpación siguieron en el transcurso del siglo XVII. Durante las mismas fueron condenadas, torturadas y asesinadas miles de personas y destruida gran cantidad de representaciones de deidades andinas, llamados "ídolos" por los extirpadores.




La destrucción de los "ídolos", tejidos finos y parafernalia diversa apuntaba a desarraigar los cultos autóctonos, pero al mismo tiempo equivalió a una perdida sensible en la herencia cultural de los pueblos andinos. Más aún, en las culturas autóctonas se consideraba que el culto a los antepasados y a las deidades andinas era esencial para asegurar, además del bienestar individual, la superveniencia de todo el grupo social.

Por eso, la destrucción de las representaciones de dioses y de las momias afectó sobremanera a las sociedades andinas que la sufrieron.

Las campañas de extirpación de idolatrías, por consiguiente, no sólo atentaron contra las religiones andinas, sino también contra la identidad cultural de los pueblos afectados, como sucedió con la destrucción de los códices aztecas en México y otras invaluables muestras de su cultura.

Destrozaron los ídolos de los indígenas, quemaron las momias y los huesos de antepasados, reverenciados por los indígenas porque se les consideraba responsables del bienestar del grupo social y las cenizas fueron recogidas y echadas al río para evitar que se prosiguiera su adoración.

...Espero que el lector valore la "delicadeza" de los invasores cristianos en su trato con los nativos...



Varios objetos de plata utilizados en los rituales andinos, fueron abollados y así se devolvieron a las autoridades locales. Otros fueron secuestrados y entregados a la iglesia del pueblo para añadirlos a los inmensos tesoros que requisaban a los nativos...y que enriquecían cada vez más a la Iglesia católica.
Los misioneros, abusones y cobardes hasta la médula, se asociaron a los ejércitos coloniales españoles, para imponer, por la fuerza de las armas, la religión que vuestros brujos se traían de Europa. 
Mientras les robaban su religión y sus culturas ancestrales aprovechaban ¡¡ como no ¡¡ para robarles su oro… en el nombre de Dios.  

Además de con Dios, los misioneros católicos contaban también con el apoyo de esos dos criminales genocidas que vuestra Historia bautizó con el nombre de “Reyes Católicos”.   Nombre que sin duda encajaba como anillo al dedo a su condición moral.

Si habéis leído un poco de Historia española no os ha de extrañar que los sacerdotes y misioneros españoles se asociaran a los conquistadores para obtener su propósito de evangelización por la fuerza.



Durante los 603 años que duró la Inquisición (los que van desde 1231 hasta 1834) vuestros sacerdotes torturaron con extrema crueldad hasta la muerte a los infieles a los que no convencía su religión cristiana con la ayuda y la bendición del poder reinante.



Abundante literatura ilustra a quien quiera conocer la verdad de lo sucedido con la excusa de la evangelización. 



En un futuro post os explicaré con todo detalle las torturas ideadas por esos monstruos ensotanados que pertenecían a la misma secta religiosa que muchos de vosotros aun seguís y os describiré los complicados aparatos que inventaron para producir los más agudos dolores que acompañaban hasta la muerte a los desdichados que rehusaban “apuntarse” al cristianismo.




En la historia reciente vuestros colegas de religión siguieron amparándose en la dictadura fascista de otro criminal genocida, Francisco Franco, para seguir haciendo de las suyas con toda impunidad mientras paseaban al déspota del bigotillo bajo el mismo palio que esos sinvergüenzas paseaban la custodia con la “Hostia divina“.




Naturalmente, y como suele suceder algunas veces, entre tanto misionero sin escrúpulos mezclado con las tropas de los Conquistadores apareció algún individuo con la suficiente dosis de bondad y vergüenza como para hacer de testigo y notario de la actuación de los españoles en Sudamérica.

Fue fray Bartolomé de las Casas, quien habría de denunciar ante la Historia la brutalidad de los conquistadores españoles hacia los indígenas para arrebatarles el oro, la plata, su libertad y su cultura, al narrar en su "Brevísima relación de la destrucción de las Indias" los crímenes cometidos por los invasores en la isla de La Española.  En uno de cuyos pasajes señala lo siguiente:

«Entraban los españoles en los poblados y no dejaban niños ni viejos ni mujeres preñadas que no desbarrigaran e hicieran pedazos. Hacían apuestas sobre quién de una cuchillada abría un indio por medio o le cortaban la cabeza de un tajo. Arrancaban las criaturas del pecho de sus madres y las lanzaban contra las piedras. A los hombres les cortaban las manos. A otros los amarraban con paja seca y los quemaban vivos. Y les clavaban una estaca en la boca para que no se oyeran los gritos. Para mantener a los perros amaestrados en matar traían muchos indios en cadenas y los mordían y los destrozaban y tenían carnicería pública de carne humana...Yo soy testigo de todo esto y de otras maneras de crueldad nunca vistas ni oídas".»



Cuenta la Historia que el cacique Hatuei, de Santo Domingo, logró escapar de la carnicería española huyendo a la vecina isla de Cuba donde organizó la resistencia indígena, pero lamentablemente fue perseguido, hecho prisionero y condenado a morir en la hoguera. "Atado fuertemente a un poste y cuando las llamas comenzaban a chamuscarlo, se le acercó un sacerdote español para hacerlo cristiano antes de morir. Hatuei preguntó si haciéndose cristiano iría al cielo de los cristianos, y como el sacerdote le contestó afirmativamente, le dijo que prefería ir a un infierno antes de volver a ver un cristiano".



Desde 1492 hasta avanzado el siglo XVIII, el genocidio se desató impunemente por todas las tierras de América provocando la muerte de millones de aborígenes, de sus reyes, sus caciques, sus guerreros y de mujeres, niños y ancianos, que a pesar de haber recibido con los brazos abiertos y portando presentes a los invasores "cristianos" españoles, fueron traicionados, hechos prisioneros y exterminados utilizando los más crueles métodos de tortura para esclavizarlos, arrebatarles sus tesoros e imponerles una religión… la cristiana… ¡¡ Por supuesto ¡¡


Esos retazos de la Historia ligados a la “misión de evangelización” encargada a los misioneros nos sirven para hacer las primeras consideraciones de su labor a lo largo de los tiempos.

Un misionero puede actuar de dos maneras:
       1)   Evangelizar
       2)   Evangelizar y ayudar a los nativos.

En ambos casos evangelizan.
Y...¿Cómo actúan los misioneros para evangelizar?

El misionero se desplaza a los lugares donde hay otras culturas y otras creencias para convencer a los nativos de que sus dioses son falsos y que el único Dios verdadero es el Dios en el que cree el misionero.  Pura soberbia y puro egoísmo..."Mi Dios es el único verdadero, el tuyo es falso", les dice.   "Si crees en el mío te salvarás si te quedas con el tuyo arderás eternamente en el infierno"...

Naturalmente el misionero no se limita a eso.   Intenta cambiar las costumbres culturales de los pueblos que visita y procura inculcar a los indígenas costumbres propias de culturas europeas que encajen con el gusto del misionero.
En otras palabras, el misionero es responsable de interferir de manera descarada contra las creencias de los demás seres humanos intentando sustituir sus dioses por el suyo.

Los misioneros han sido y son los responsables de la destrucción de centenares de culturas que han desaparecido para siempre.

En muchas ocasiones el misionero es el directo responsable de contaminar la inocencia de los pueblos infectándola con la malicia de sus creencias.

Un ejemplo evidente de lo que aquí expongo lo tenéis en el sexo.
Muchos son los pueblos primitivos que consideran su desnudez como un estado natural ya que desnudos están también los demás seres que comparten su hábitat.
Llega el misionero con sus manías, sus traumas y sus represiones y sus obsesiones sexuales y les hace ver que hay zonas de su cuerpo que deben esconder (ya adivinareis todos que se trata de las zonas genitales porque esa gente está permanentemente obsesionada con el sexo).   
Lo que antes era una zona neutra contemplada sin malicia desde la inocencia, pasa a ser una zona asquerosa que hay que ocultar a toda costa porque puede provocar “malos pensamientos”.    
Al misionero ni por un momento se le ocurre pensar que su Dios creó a los seres humanos desnudos y no vestidos.

Donde antes había inocencia, ahora hay malicia.. y eso ¿por qué ?... pues porque por allí pasó un misionero.

El brujo lava-cocos empeorará aún más las cosas al anunciarles que para hacer sexo.... es necesario firmar un contrato (matrimonio).  Si no lo hacen así les vuelve a amenazar con el fuego eterno conforme anuncia su “Dios verdadero” cuando habla del pecado.
 
Intentará prostituir sus voluntades ofreciéndoles dádivas, collares, bolitas de papel de plata, espejos, tabletas de chocolate…si siguen sus indicaciones.
Desgraciadamente para los misioneros hoy en día sólo pueden usar la amenaza psíquica (pecado, condena eterna, infierno, etc.).  Ya no le están permitidos los métodos de tortura que antaño usaron durante la Inquisición o contra las culturas azteca e inca para forzar voluntades.

Recientemente me contaron el caso de un misionero que trajo de su país una cierta cantidad de camisetas para que las nativas cubrieran sus “pecaminosos pechos”.   Les indicó que para entrar en la capilla deberían entrar con las camisetas puestas.
Al día siguiente se presentaron en la capilla con las camisas ...y con las tetas al aire ya que habían recortado en el frontal de la camisa dos agujeros para que asomaran los pechos.
¿Por qué?
Por dos razones:
     A)  Se sentían así más cómodas.
     B)  Su candidez e inocencia les impedía comprender y acatar la suciedad mental del misionero.
La inocencia había derrotado al obseso sexual de sotana blanca…

Y luego están los misioneros que cambian Dioses y destruyen culturas (como los anteriores) pero que para granjearse la confianza del nativo les enseñan a canalizar regadíos, a construir puentes, etc. 
Estos son los que llevan a muchos de vosotros a enaltecer la labor del misionero…y esos son los peores.
Con determinadas tretas se hacen con la voluntad y receptividad de los indígenas para luego despojarles de sus creencias y sus culturas.

No os dejéis engañar por ellos, de especial no tienen nada, esta misma labor de ayuda a los pueblos primitivos la hace cualquier ONG laica o atea sin… segundas intenciones.

Es más, el misionero prepara el "gran negocio" de su vida ya que sus creencias le llevan a pensar que, al igual que hay un castigo eterno para el que peca, existe una recompensa eterna para el que difunde la palabra de Dios.
La "ayuda" del misionero es una ayuda interesada, la del ateo o agnóstico miembro de una ONG es una ayuda desinteresada, puramente altruista y ausente de hipocresía.

Ni que decir tiene que para vuestras crías los “misioneros” son sus profesores de religión.  
Se lanzan sobre sus tiernas mentes para inyectarles sus propios dioses, sus neuras, sus desviaciones, sus desvaríos, sus obsesiones sexuales y sus amenazas. 

Los sacerdotes que manejan en las escuelas las tiernas mentes de vuestras crías saben que trabajan un terreno abonado y receptivo, por eso insisten tanto vuestros brujos en que la clase de religión católica sea obligatoria en las escuelasde vuestro estado laico ¡¡…les va su futuro en ello.



Si logran hacerles socios adeptos de su secta católica, más negocios harán los curas en el Tierra mientras vivan...y más méritos harán para su "salvación" eterna, cuando mueran.

Me despido hoy con una frase de San Agustín para que todos reflexionéis sobre lo que representa la evangelización para la Iglesia católica. 

"...Es mayor mal que perezca un alma sin bautismo que el hecho que sean degollados innumerables hombres aun inocentes..." (San Agustín)

Sólo un ser humano sin escrúpulos puede pronunciar semejante frase.  Pues bien, a ese descerebrado de espíritu genocida, en lugar de meterle en la cárcel...la Iglesia católica lo hace SANTO y lo considera uno de los Padres de la Iglesia.

Esa es vuestra religión...y así piensan y actúan sus protagonistas ¡¡¡